Matrimonio Arreglado

Keena

Esa boda comenzó justamente a la hora que estaba prevista. Todos los invitados aplaudían la llegada de la sensual novia que se casaba con un escandaloso vestido muy parecido a los que ella tenía acostumbrado usar en sus presentaciones eróticas dónde bailaba hasta desnudarse. Manuela era acompañada por su hermano Manuel. Ese bailarín exótico que se encontraba tan orgulloso de su hermana por haber conseguido casarse luego de toda una vida de excesos y amores tóxicos. Muchos criticaban la vestimenta de la novia durante su caminar sobre esa alfombra roja que la llevaba justo al altar. Los murmullos se escuchaban como ecos resonando en todo el salón. Eran los invitados sollozando de forma descarada sin importarles lo que los novios pudieran pensar. Sin embargo a Manuela esto le importaba muy poco. Ella estaba cumpliendo con su deseo más anhelado. Ser la esposa de Ken Thorme, el dueño de todas esas empresas, negocios, y propiedades dónde obviamente estaba incluida la mansión. No solamente eso. Manuela también tenía completo dominio sobre el papá de Karol. Conseguía manipularlo a placer, cada orden que ella le daba, mi suegro la cumplía a cabalidad sin poner ningún tipo de protesta. Se había convertido en la obsesión de un magnate multimillonario, quién la prefirió siempre, incluso por encima de sus hijas. Se sentía la gran ganadora de toda esta historia, puesto que estaba consiguiendo una victoria inminente. Quizás era por ello que se le podía ver con una sonrisa inmejorable, que iba de oreja a oreja. La marcha nupcial sonaba mientras que Manuela se lo disfrutaba al máximo. Por su parte el señor Thorme se notaba muy pensativo y distraído. Mirando fijamente en dirección de esos dos asientos vacíos que le pertenecían a sus dos hijas ausentes. Parado allí en ese altar esperando la llegada de la mujer que se convertiría en su nueva esposa, solamente le provocaba recordar todos los momentos hermosos que vivió con ellas antes de que todo esto comenzara a suceder. Edrian se veía muy entusiasmado por ese casamiento, cosa que a sus padres le parecía muy extraño, sobretodo tomando en cuenta la profunda amista existente entre Karol y él desde hace muchísimos años. Resultaba muy misterioso ver este extraño cambio de parecer tan repentino. Aún así decidieron pasarlo por inadvertido. A fin de cuentas había sido una semana muy difícil para todos.

Karol acababa de llegar a casa y se percataba lo inmensa que le parecía sin mí en ella. Se veía tan espaciosa, tan gigantesca. El aburrimiento era inevitable. Pensaba en que sería de su hermana Kenia, ¿Dónde estaría? ¿Cómo la estaría pasando? ¿Pensaría en volver a cada junto a ella? La soledad es la enemiga que te abraza más fuerte cuándo es tu compañera, tanto que puede sentir como te asfixia. Karol jamás estuvo sola en su vida. De hecho era la primera vez que experimentaba este tipo de sensaciones. Siempre supo lo que era sentirse protegida por su madre, y cuándo ella murió, su padre hizo un excelente trabajo cuidándola para terminar de forjar su educación. Quizás eso lo hacía mucho más difícil. Entrar al cuarto, y mirar esa cama dónde brincamos una y otra vez para engañar a Kenia, era recordar todos a las risas que pudimos compartir ese día. Por más imposible que parezca, Karol comenzaba a extrañar, aunque se esforzara por negarlo. Repentinamente alguien comenzó a golpear la puerta.

— ¿Quién podrá ser? — se preguntó Karol a sí misma muy extrañada.

Tal vez pudiera ser Kenia. Quizás se vino para hablar mejor las cosas, y tratar de llegar a un arreglo después de esa lamentable pelea entre hermanas. Karol caminaba apresuradamente deseando saber pronto quién estaba tocando a la puerta. Al girar el cerrojo, abrir la puerta, se sorprendió muchísimo al verme allí parado en el umbral despidiendo al taxi que me había traído.

— ¿¡Ander!? ¿Qué haces aquí? Te perderás la fiesta de la boda — exclamó Karol totalmente anonadada al no creer que me encontrara de vuelta en la casa.

— ¿Hablas de esa reunión de mala muerte dónde iban a servir vino barato? Noooo, yo mejor paso. Prefiero estar acá, y quedarme peleando contigo — dije mientras lloraba a chorros al pensar en toda la champaña gratis que me estaba perdiendo.

— Esto es lo más dulce, bueno esto es lo único adorable que has hecho en tu vida. Es tan especial que hayas decidido quedarte conmigo en un momento tan difícil para mí. No sabes cuando significa esto, Ander. ¡Gracias! — Karol me abrazaba de forma espontánea por primera vez en su vida. En otras ocasiones ella debía hacerlo de manera obligatoria porque alguno de sus familiares estaba cerca, o espiándonos, pero este abrazo si era completamente sincero. No podía explicar porque se sentía tan cálido, tan hogareño, tan especial. Sin embargo lo disfrutaba muchísimo. Hizo que la difícil elección valiera la pena después de todo.

— Eres mi mejor amiga, Karol. Esto es lo que hacen los mejores amigos. Se apoyan hasta el final, pase lo que pase. Además no tenía ropa lo suficientemente elegante para quedarme — bromeé un poco para hacerla sonreír, y darle cuenta lo mucho que adoraba esa tierna sonrisa de lado que ella siempre expresaba con mucho estilo.

— ¿Has podido ver a Kenia por casualidad en el camino de regreso acá? — preguntó Karol totalmente a la expectativa.

— ¿Kenia? ¿En serio crees que ella quiera regresar a acá después de todo lo que pasó entre ustedes? Te recuerdo que la trataste peor que al cesto de la basura. Le has dicho hasta del mal que se iba a morir. La entiendo si decide nunca más volver a pisar esta casa en su vida, de hecho, si yo fuera Kenia, estaría en estos momentos subiéndome en un avión con destino a un país muy, muy lejano de aquí para no volverte a ver — aseguré, quizás exagerando un poquito.

— Es que me he dejado llevar por la rabia del momento. Además tú también tienes algo de culpa por todas esas teorías locas que te la pasas sacando asegurad que Kenia es quién está detrás de ese misterioso matrimonio entre mi padre, y Manuela. A pesar de todo ella es mi hermana, y quiero que sepa que sin importar que ella sea la verdadera mente maestra detrás de este maquiavélico plan, la amo con todo mi corazón, y me arrepiento de haberla tratado tan mal. Me da miedo de solamente pensar que pudiera estar pasándola mal por mi culpa. No sé absolutamente nada de ella. Obviamente ha bloqueado nuestros números telefónicos para que ninguno podamos llamarla. ¿Me gustaría mucho saber dónde estará? — preguntó Karol totalmente arrepentida de tratar de esa manera. si hermana.




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