Matrimonio arreglado... ¿¡que!?

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Jordán y Kent se miraron un poco confundidos y luego voltearon a mirar a Rafael que había vaciado su tarro de cereza de un solo trago tenía sentido de esa forma y estaba claro que lo que en realidad lo tenía mal era eso último, darse cuenta que sus sentimientos habían cambiado y que lo que pensaba permanente por más de un año en realidad no lo era, lo tenía confundido y sumamente molesto; Rafael levantó la vista para ver las reacciones de sus amigos a lo que había dicho, pero entonces sus ojos se fijaron en un sonriente rostro que reconocería donde fuera sin importar que estuviera en medio de una enorme multitud.
- maldición – Rafael hablo en un susurro, tan confundido como estaba ahora, no quería ver a Finnian ahí y era precisamente a quien encontraba.
- ¿Qué pasa? – preguntó Jordán preocupado.
- debo irme, gracias por escucharme chicos – Rafael hablo a toda prisa.
- no, Rafael espera – Jordán lo tomo del brazo antes de que se levantara.
- solo hemos hablado cinco minutos – agregó Kent mirando su reloj.
- es correcto, pero me siento mejor – Rafael trato de sonreír, deseando solo salir del bar y entrar en su auto para volver a casa.
- no puedes decirnos algo así y ahora querer irte – hablo Jordán en cambió.
- estoy confundido, tal vez esté mal, ahora creo que quiero estar solo – Rafael, podía ver cómo Finnian se estaba abriendo paso entre la multitud hacia él.
- pero Rafael…
- ¿estarás bien? – pregunto Kent deteniendo las palabras de su novio.
- sí, estoy bien… los llamaré, lo prometo – Rafael asintió con una media sonrisa.
- todo estará bien Rafael – Jordán suspiro y después lo liberó.
Rafael se despidió, se inclinó y salió del bar tan rápido como sus temblorosos pasos y la multitud se lo permitían, llegó a fuera y soltó un suspiro, no se había dado cuenta de que estaba conteniendo el aire, tan solo con la vista de Finnian; ahora que pensaba en todo debía admitir que su actitud en casa de Dorian no había sido la mejor, si estaba molesto por él como se terminaron las cosas, pero debía pensar que también era bueno para él, una forma de no sentirse aún más culpable, miró el cielo estrellado y se dijo que debía hablar con él, pero justo que llegó a su auto una pequeña y fina mano tomó su brazo para detenerlo.
- Señor Celik – Rafael ya sabía quién era, incluso antes de girarse a mirarlo.
- Rafael ya te dije que no me llames así – Finnian lo corrigió con una sonrisa, que se borró casi de inmediato al ver cómo se cristalizaron los ojos del menor.
- tengo que irme, por favor – pidió Rafael bajando la vista y tirando del brazo que Finnian le sujetaba.
- primero dime ¿Por qué parece que escapas de mí? – preguntó Finnian sujetándolo con más fuerza.
- no, por favor – Rafael negó y Finnian vio escapar una lágrima de sus ojos.
- ¿Rafael qué pasa? – insistió Finnian.
Rafael negó con la cabeza, tiro con algo de brusquedad de su brazo para liberarse y subir al auto, con solo la cercanía de Finnian la confusión había regresado a atormentar su mente, quería alejarse, pero tampoco quería que Finnian se quedara de pie ahí en el frío, mirándolo como si le hubiera hecho algún daño; Finnian sabía que algo pasaba con su pasante, lo había notado una semana atrás, el chico se sonrojaba mucho y rara vez lo miraba a los ojos, a él lo atraía mucho Rafael, era más alto, guapo, con una sonrisa que hechizaba a cualquiera y además era muy listo, pero según tenía entendido el chico estaba en una relación.
Arrancó el auto, salió del lugar de estacionamiento, pero no alcanzó a moverse más, Finnian se paró frente al coche y se cruzó de brazos molesto, odiaba que lo dejaran con la duda sobre todo si podía ver que algo iba mal, estaba preocupado y un poco alterado de pensar que lo que sea que pasaba con Rafael era por él o por su trabajo, señaló la puerta del copiloto y solo se movió hasta que vio a Rafael suspirar, bajar del auto, rodearlo y abrir la puerta para dejarlo entrar; Finnian subió al auto en silencio, se colocó el cinturón y dejó que el menor lo llevara, no iba a perturbarlo hasta que se viera más tranquilo.
Rafael no sabía qué hacer, no se sentía cómodo con el mayor sentado tan cerca, algo vibraba en su interior y su corazón golpeaba con fuerza contra su pecho, ese par de factores le habían dejado claro que estaba enamorado, pero una voz en su mente le decía que aún era muy joven para la persona por la cual tenía esos sentimientos, lo que no era bueno y ni siquiera quería pensar en lo que diría Finnian si se lo confesaba, con un suspiro volvió a arrancar el auto y condujo a su departamento, el ceño fruncido en el rostro de Finnian le dejo en claro que tampoco se desharía de él fácilmente.
- habla conmigo Rafael, te dije que podíamos ser amigos y justo ahora me preocupas mucho – pidió Finnian cuando llegaron al departamento y se sentaron en la sala.
- te agradezco por eso Finnian, pero no me pasa nada – mintió Rafael mientras apartaba su vista de aquellos ojos acaramelados que lo ponían de rodillas.
- me estás mintiendo – Finnian hablo y el contraído pudo reconocer algo de dolor en su voz.
- no lo hago, de verdad, solo estoy algo cansado, pero estoy bien – Rafael trato de responder, pero ya ni él creía en sus propias palabras.
- sino vas a decirme más vale que te prepares para que esté aquí todo el tiempo o lo que queda de la noche – regaño Finnian con una tierna sonrisa por él como logró hacer sonreír a Rafael con sus palabras.
- ¿quieres un café o algo de tomar? – preguntó Rafael mientras se ponía de pie.
- café por favor, con dos de azúcar – Finnian asintió.
Rafael fue a la cocina a preparar el café y Finnian no dudo en seguirlo, se acomodó en una de las sillas que había frente a la pequeña mesa, mientras miraba todo el lugar a su alrededor le pareció acogedor a pesar de ser bastante más pequeño que su casa, estaba aseado, ordenado y tenía adornos muy sencillos que demostraban el carácter tranquilo y organizado del chico que ocupaba cada uno de sus pensamientos, sonrió y agradeció cuando Rafael dejo frente a él una humeante taza de café y luego se sentó a su lado, lo miro en silencio unos segundos antes de hablar.
- ¿Por qué escapaste de mí en el bar? – pregunto Finnian a Rafael con calma.
- no estoy seguro – admitió Rafael mirando la taza de café entre sus manos.
- dejaste a tus amigos tan confundidos Rafael – Finnian soltó una carcajada al decir aquello.
- estábamos conversando, tuve un problema con mi novio y quería hablar con alguien, Jordán y Kent fueron a mi rescate – conto Rafael también sonriendo, pero aun sin dirigirle la mirada a Finnian.
- ¿todo está bien con él? – pregunto Finnian aun con la punzada de dolor que sintió en su corazón al escucharlo decir “novio”.
- en realidad… no – Rafael nego con la cabeza.
- ¿Qué fue lo que paso? – Finnian sentía que no estaba bien cuestionarlo, que podría tocar alguna fibra sensible y alterarlo con sus palabras, pero le asombraba un poco que Rafael estuviera tan tranquilo.
- él termino conmigo, en una pequeña parte por un contrato de sus padres y en mayor medida por mí – hasta que dijo aquello Rafael se permitió levantar la mirada y observar la reacción de Finnian.
- ¿Por qué lo dices?
- porque este último mes estuve muy distante, algo tiene confundida mi mente y mi corazón y supongo que no quería lastimarlo así que me alejé, pero no fui capaz de darle ninguna explicación.
- ¿y lo dejaras ir? Pelea por él Rafael, si es que en verdad lo amas – aunque hablaba convencido, Finnian se maldijo mentalmente al aconsejarle aquello.
- ese es el problema Finnian, que ya no lo amo igual que antes, Jordán me dijo que es bueno que esto pasara, que así no le hare, ni me hare daño – admitió Rafael.
- ¿entonces? – Finnian ahora si no entendía nada, solo le había quedado claro por qué Rafael no se veía alterado mientras hablaba de su ruptura.
- es la confusión lo que me tiene al borde, no sé cómo entender lo que mi corazón está sintiendo ¿debería solo dejarme arrastrar? ¿pelear? ¿alejarme? – Rafael suspiro al terminar de hablar y dio un pequeño sorbo a su café sintiendo el tibio liquido bajar por su garganta, relajándolo un poco.
- algunas veces el corazón sabe lo que quiere y lo único bueno que podemos hacer para no lastimarnos más es seguir la corriente Rafael – Finnian explico y el corazón del mencionado sintió una punzada, no creía que pensara lo mismo si admitía que a quien quería en realidad era a él.
- lamento haber escapado, no quería enfrentarte – Rafael explico como disculpa y con aquellas palabras todas las piezas cayeron en su lugar y Finnian lo entendió.
- ¿yo soy el problema? Soy quien te tiene confundido – Finnian intento contener la alegría, pero fue muy clara en su voz.
Rafael aparto la mirada y solo logro asentir en silencio.
- ¿Por qué no me lo dijiste Rafael? – pregunto Finnian con una media sonrisa extendió su mano y tomo la barbilla de Rafael para hacer que lo mirara.
- no quería verte reaccionar de mala forma, eres mayor que yo y… no quiero que me alejes de ti – admitió Rafael casi en un susurro.
- no lo hare, yo también te quiero Rafael – Finnian admitió con una sonrisa, pero frunció el ceño de nuevo al ver la expresión triste en los ojos del chico.
- ¿ya no me dirás Faelo? – reclamo Rafael con un adorable puchero en sus labios.
- lo olvide, lo siento, es solo que me sorprendiste Faelo – Finnian hablo riendo un poco por lo adorable que se veía el otro así.
- no dejes de hacerlo – Rafael frunció un poco el ceño, ese cambio le había dolido, más que nada porque fue el mayor quien le puso ese apodo.
- está bien – Finnian asintió pasando su mano con delicadeza por la mejilla de Rafael, ganándose una sonrisa.
Eso era todo menos lo que Rafael estaba preparado para escuchar, había esperado que Finnian se molestara, que lo dejara e incluso le retirara su pasantía pero no, el mayor le sonreía con alegría y él no podía hacer nada más que corresponderle mientras se perdía en aquellos ojos tan hermosos; terminaron el café conversando de cosas más triviales y después se despidieron, Finnian había logrado lo que esperaba o un poco más que eso y ahora estaba tranquilo porque Rafael se veía contento; él lo acompaño a la puerta y talvez aprovechándose un poco, Finnian se puso de puntillas y dejo un beso en la mejilla de Rafael, para después apartarse sin decir nada.




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