Matrimonio Infernal

Prólogo

Liam Forrester 

Uno de los sirvientes de la casa me abrió la puerta y entré totalmente despreocupado a aquella pequeña oficina. Se suponía que estaba frente a un millonario, pero su pequeña casa no me hacía pensar eso. Octavio Montenegro estaba sentado esperándome del otro lado del escritorio y ni siquiera se molestó en ponerse de pie al verme entrar. Lo investigué durante mi vuelo de avión y me enteré de que era uno de los empresarios más grandes de México, sin embargo yo nunca había escuchado nada de él, ni de su negocio. 

‒Señor Montenegro, es un gusto conocerlo ‒dije luego de que cerraran la puerta tras de mí.

‒Liam Forrester, te conocí cuando eras pequeño y mírate ahora. Eres todo un hombre. Toma asiento por favor. 

Me senté frente a él deseando que dejara todos los rodeos a un lado para enseñarme a Rubí. 

‒Si no te importa quisiera ver a mi hermana, tengo entendido que la contrataste como jardinera, pero no la vi al entrar aquí ‒afirmé preocupado de que hubiese escapado de nuevo. 

Él se reclinó sobre su asiento. 

‒Cuando te contacté para informarte que tu hermana estaba aquí tenía los mejores deseos del mundo, deseaba entregarla en tus manos, pero ella quiso verme la cara de estúpido y abusó de mi hospitalidad. 

Miré a Octavio sin poder entenderlo.

–Tu hermanita intentó robar las joyas de mi esposa. La atrapé infraganti cuando pensaba escapar con su bolso lleno de cosas. 

Mi corazón se detuvo y pensé al instante que todo era mentira. 

‒Rubí jamás haría eso ‒respondí sin dudar ni un segundo‒ Debe haber un error. 

‒No hay ningún error. Le pedí a alguien que la vigilara mientras estabas en camino por si pretendía escapar de nuevo y mis hombres la vieron entrar sigilosamente a mi habitación, ella pensó que nadie la veía y empezó a tomar objetos valiosos. Se desmayó cuando la confrontaron y mis hombres le tomaron varias fotos como evidencia ‒diciendo eso Octavio lanzó una serie de fotos frente a mí. 

Observé una de las fotos escéptico y vi a Rubí tirada en el suelo con los ojos cerrados y un bolso abierto con las joyas que él decía. Su cabello rizado le cubría parte del rostro, pero ya no tenía su color natural. Se había tintado el cabello en color negro, seguramente para pasar desapercibida. Y además se veía pálida e indefensa. 

¿Estaba bien? ¿Le habían hecho algo?Me llenaba de impotencia saber que estuvo a merced de estas personas desconocidas.  Si le habían hecho daño podían darse por muertos. Le prometí a mi papá que la cuidaría y eso era exactamente lo que iba a hacer. 

Octavio escudriñaba mi expresión con curiosidad, me sentía muy dolido y preocupado, sin embargo no se lo demostré. 

‒ Nadie esperaría eso de tu familia así que naturalmente estaba muy impactado. La llevamos al hospital porque no reaccionaba y los médicos descubrieron drogas en su sistema. Eso explica su comportamiento. Comprenderás que no podía aceptarla de regreso así que se fue a un hotel cuando fue dada de alta.
Era difícil tratar de asimilar do lo que estaba escuchando. No podía ser cierto, algo no estaba bien con su historia.

‒Estaba decidido a llamar a la policía, aunque después pensé que tú y yo podríamos llegar a un acuerdo. Estoy seguro de que no quieres que tu hermanita vaya a la cárcel, sería muy traumatico para ella, sin mencionar el gran escándalo que habría si estas fotos salieran a la luz. Todos los medios destruirían a tu hermana sin compasión. 

‒¿Qué es lo que quieres? ‒pregunté sin rodeos. 

Él sonrió abiertamente y supe que lo había planeado todo desde un principio. 

‒Si no quieres que Rubí vaya a la cárcel y que su abominable secreto salga a la luz, tendrás que casarte con mi hija y así todo quedará en familia y nos protegeremos mutuamente. 

La ira se apodero por completo de mí y tuve que apretar mis puños para resistir el impulso de golpearlo. 

‒¿Crees que me puedes obligar a ser tu títere solo con unas cuantas amenazas? No pienso darte ese gusto. 

‒Tengo muchos testigos que pueden probar lo que digo y tengo una copia de su expediente médico por si pretendes ir a destruirlo. 

Si Rubí tenía drogas en su sistema, significaba que aquel infeliz la había drogado. De repente todo fue muy claro, el infeliz vio una oportunidad para chantajearme y la aprovechó. Era justamente la clase de persona de la que intentaba proteger a mi hermana. Rubí jamás debió haberse expuesto a esto. 

‒Tu hija debe estar muy emocionada por esta unión ‒afirmé sintiendo que me hervía la sangre. 

‒Está más que emocionada, será la esposa perfecta así que no te debes preocupar por eso. 

“Maldito seas”. 

‒ ¿Y quién es la pobre infortunada que piensa que va a tener una buena vida a mi lado? 

‒Ya la conoces, ¿No tienes idea de quién es? 

‒Ninguna de las personas que conozco sería capaz de tal bajeza. 

Octavio sonrió como si se tratara de un cumplido y sacó un cuadro de una de sus gavetas para enseñármelo. No me moleste en agarrarlo, solo quería saber quién era la víbora que se atrevía a meterse conmigo. Me llevé la sorpresa de mi vida al ver que era Spencer, la chica tan simpática que había conocido en un baile hace apenas unos días.




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