‒¿Eres Spencer Montenegro? ‒preguntó una mujer del asiento de al lado con el ceño fruncido.
Negué con la cabeza y traté de recuperar el aliento aunque muchas personas me veían con curiosidad. Octavio tenía mucha ventaja debido a nuestra ridícula fama. Me bajé en la siguiente parada y detuve un taxi con desesperación. No dejaba de ver hacia atrás mientras me dirigía a casa de Camilo. ¿Acaso Octavio ya sabía de mi fuga? Necesitaba más tiempo así que esperaba que no.
Para cuando llegué a la casa de Camilo las rodillas me temblaban y estaba hecha un manojo de nervios. Pasé corriendo a través del jardín y golpeé su puerta energéticamente. Camilo me abrió y salté de inmediato a sus brazos, sentía que mi corazón iba a salir de mi pecho. Camilo se encargó de cerrar la puerta y me ayudó a sentarme. El olor a humedad me invadió como de costumbre, su sala era muy pequeña, sin embargo me transmitía una oleada de paz y seguridad.
Él era huérfano porque su madre había muerto durante el parto y su padre ‒que era todo lo que le quedaba‒ había fallecido en un accidente laboral tres años atrás. Por eso vivía completamente solo en la casa que le heredaron sus padres.
‒¿Estás bien? ¿Octavio te hizo algo? ‒preguntó mientras acunaba mi rostro entre sus manos. Sus ojos cafés reflejaban preocupación. No tenía ni idea de que había escogido ese día para escapar.
Negué con la cabeza y traté de tranquilizarme.
‒Él estaba en el trabajo, lo logré. Pude deshacerme de mi guardaespaldas y traigo lo necesario para que nos vayamos.
Camilo frunció el ceño.
‒¿Te escapaste? ‒Asentí con la cabeza‒ ¡Te dije que lo íbamos a hacer juntos, te pudo haber pasado algo malo!
‒Jamás te pondría en peligro de esa forma, los hombres de mi padre son demasiado peligrosos.
‒Eres una tonta ‒diciendo me besó. Quise aferrarme a él, pero no tardó en alejarse.
‒Tenía el presentimiento de que cometerías una locura así que preparé todo por si acaso ‒diciendo eso entró a su cuarto y salió casi al instante con un pequeño bolso.
‒Esto es todo lo que necesito ‒anunció con una sonrisa.
Podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas, pero aparte de eso tenía un mal presentimiento. Me puse de pies y me asomé por la ventana lateral, todo se veía muy tranquilo.
‒Tenemos que irnos ya, tuve que montarme en un microbús y varias personas me reconocieron. Octavio debe estar buscándome en este preciso momento.
‒¿Estás segura de que quieres hacer esto? Aun estás a tiempo para arrepentirte.
Volteé y lo vi con el ceño fruncido.
‒No pudiste haber dicho nada más estúpido ‒Me acerqué a él y lo abracé fuertemente‒ Nos iremos a Estados Unidos y contactaremos a Mateo y a Valery, todo va a salir bien ¿De acuerdo?
‒Lo que tú digas ‒Sus ojos brillaban de emoción.
‒En marcha ‒diciendo eso me apresuré a abrir la puerta principal y antes de darme cuenta recibí un puñetazo en la nariz que me tumbó hasta el suelo y me golpeé la cabeza fuertemente al caer, Camilo empezó a gritar y forcejear, pero de inmediato un montón de hombres vestidos de negro le cayeron encima a golpes, no entendía qué estaba pasando, pero cuando levanté la cabeza y vi a Octavio limpiándose los nudillos con los que previamente me había golpeado, lo supe. Nos habían atrapado.
Editado: 19.07.2021