Matrimonio Infernal

Capítulo 5

Octavio me vio con desprecio y se aseguró de cerrar la puerta antes de propinarme una patada en el abdomen. Grité tan fuerte que el dolor invadió mi garganta, pero nadie  vino a rescatarme y era obvio que nadie lo haría. Este era el fin, todo había acabado para mí. Sin dudas nos mataría a ambos.

‒Levántenlo.

Sus hombres hicieron lo que él dijo y pude ver que Camilo estaba sangrando de la nariz al igual que yo, ni siquiera podía mantenerse de pie, pero los malditos lo obligaron a hacerlo.

Octavio pisó mi mano descuidadamente al pasar y yo solté un gemido de dolor. No podía creer lo que estaba pasando, pero Octavio no parecía estar sorprendido y comenzó a pasearse con descaro por el lugar con las manos en los bolsillos. Levanté la vista y alcancé a ver que tenía un arma lista para usar, las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas y juré en silencio que antes de matar a Camilo tendría que matarme a mí.

Octavio miró con desaprobación la sala pequeña, el cuarto casi vacío y la cocina sin muebles, ni electrodomésticos y de alguna forma la ira aumentó más dentro de él, sus ojos se posaron en mí de nuevo y pude ver que estaban más negros de lo normal a medida que avanzaba hacia mí.

‒¿De verdad creíste que no notaría tu estúpido enamoramiento? Me tomó menos de una semana notar tus cambios de humor, de repente parecías menos amargada de lo normal ‒Era imposible… ‒Fui muy paciente contigo porque creí que era un simple pasatiempo, estaba seguro de que reaccionarias. No creí que fueras tan estúpida ‒agregó con desprecio.

Lo único que podía pensar en ese momento era en lo mucho que lo odiaba.

‒Con que este es tu príncipe encantador, ¿Me puedes explicar qué viste en esta cosa? ‒dijo al tiempo que señalaba a Camilo. Sus hombres comenzaron a reírse como si hubiera dicho un gran chiste, no podía soportarlo. Todo aquello era demasiado para mí.

Camilo hizo lo impensable y le escupió a Octavio en la cara sin miramientos, la sonrisa de todos los presentes se desvaneció. Era lo peor que pudo haber hecho.

‒Ojalá ardas en el infierno, maldito… ‒espetó Camilo como si su vida no estuviera pendiendo de un hilo.

Octavio se limpió el rostro con un pañuelo y pude ver que su rostro cambió ligeramente de color. Oh, no. Octavio cerró su puño y golpeó a Camilo fuertemente justo en sus costillas, ambos gritamos al mismo tiempo, pero yo empecé a suplicar misericordia y él no.

‒¡No lo lastimes, déjalo ir! Por favor…

‒Aun no me has respondido ‒me interrumpió con furia.

Debería besar sus pies y quedarme callada, sin embargo no pude contener mi ira y frustración.

‒Él si tiene sentimientos, no es como tú ‒musité.

Octavio se acercó y me obligó a levantarme del suelo sujetando mi cabello.

‒Después de todo lo que he hecho por ti, me pagas de esta forma.

‒No pienso volver contigo así que mátame ahora.

‒¿Matarte? Por favor, no seas ingenua. Tengo planes más especiales para ti ‒diciendo eso me tiró bruscamente al suelo y le hizo una seña a sus hombres que de inmediato comenzaron a turnarse uno a uno para golpear a Camilo en todo el cuerpo. Sus gritos de dolor me hirieron en lo más profundo de mi alma. ¿Cómo podían ser tan crueles? ¿Cómo podían hacerle eso a otro ser humano?

‒¡Ya basta!, ¡Déjalo en paz, esto es entre nosotros! ‒Grité desesperada. Mis rodillas no me respondían y no podía ponerme de pie.

‒Nunca vas a ser obediente mientras él viva.

‒¡Mátame a mí, no le hagas daño a él!

Camilo no pudo soportar más el dolor y se desmayó, pero después de tirarlo al suelo continuaron pateándolo entre todos.

‒¡No, no lo lastimen! ‒empecé a llorar con desesperación.

‒Alto ‒ordenó Octavio súbitamente. Sus hombres se detuvieron al instante, pero no sé movieron de su lugar. El rostro de Camilo estaba lleno de sangre y estaba casi irreconocible, él abrió los ojos e intercambiamos una mirada. No podía contener mis lágrimas al verlo, si había algo que pudiera hacer para salvarlo sin duda lo haría.

‒Hay solo una manera en la que puedes salvarlo.

Levanté la mirada y vi a Octavio llena de ira, lo odiaba con todas mis fuerzas y maldecía el día en que me pusieron su apellido, sabía perfectamente lo que me iba a decir, lo sabía muy bien.

‒Vas a casarte con el hombre que elija para ti y serás una esposa tradicional quieras o no, mientras te portes del modo correcto, él estará con vida, pero si me desobedeces, lo mataré.

Estuve a punto de maldecirlo y gritar que sí lo haría, pero la suave voz de Camilo me interrumpió.

‒No aceptes Spencer, no vale la pena…

Quise abrir mi boca para responder, pero las palabras simplemente no me salían. No era justo que Camilo sufriese torturas por mi culpa, él era un hombre inocente que jamás debió conocerme en su vida. Mi corazón latía demasiado rápido y empecé a sentirme mareada. ¿Qué sería de mí de ahora en adelante? ¿De verdad sería capaz de afrontar aquel sacrificio y vivir una mentira? Octavio vio que estaba titubeando y sacó su pistola. Intenté quitársela, pero no pude y él se acercó a Camilo y le apuntó directamente a la cabeza al tiempo que me veía.




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