Matrimonio Infernal

Capítulo 7

Saqué el anillo de mi dedo y lo puse sobre el escritorio porque sentía que me quemaba la piel. A través de la ventana pude ver como Liam se subía a un range power blanco y se marchaba. Era obvio que tampoco soportaba a Octavio.

¿Rubí se hizo pasar por pobre siendo millonaria? ¿De verdad eran hermanos? ¿Octavio la había lastimado? Era el momento de exigir explicaciones.

Abandoné la oficina y me encontré a Octavio en el pasillo, estaba distraído con su celular y no me daba la más mínima importancia.

‒¿Qué hiciste? ‒pregunté llena de ira.

‒No sé de qué estás hablando ‒diciendo eso me dio la espalda y empezó a subir las escaleras totalmente despreocupado.

No pensaba dejarlo escapar así que empecé a seguirlo. Mi mamá nos veía con inquietud desde el segundo piso, aunque no decía nada como de costumbre.

‒¿Qué le hiciste a Rubí?

‒No sé quién demonios es Rubí.

Obviamente estaba mintiendo. Mi corazón empezó a latir muy rápido ante la posibilidad de que la hubiera secuestrado. Él era totalmente capaz de hacerlo.

‒Es la hermana de Liam, ¡Tú lo sabías! ¿Qué le hiciste?

Octavio quiso alejarse de mí sin darme explicaciones, no obstante, lo agarré del brazo y lo obligué a encararme en la cima de las escaleras.

‒¿Dónde está ella? ‒exigí.

‒Seguramente está en su casa de donde nunca debió haber salido ‒dijo mientras arrancaba mi mano.

‒¿Qué sucede? ‒preguntó mi mamá detrás de él.

‒¡Tú cállate Aurora! ‒su voz como un látigo.

‒No me voy a casar con él ‒dije decidida.

Octavio me vio a los ojos y hubo un momento de silencio.

‒¿Vas a dejar que tu amante muera?

Guardé silencio y Octavio meneó la cabeza con desaprobación.

‒No eres capaz de darte la vuelta e irte, no eres tan fuerte.

Una lágrima escapó de mis ojos sin que pudiera detenerla. Él tenía razón. No era capaz de hacerlo, pero había una cosa que si podía hacer, maldecirlo.

‒Te odio, ojalá ardas en el infierno.

Octavio levantó su mano para golpearme como de costumbre, pero Aurora agarró su brazo y empezó a forcejear con él.

‒¡No, déjala en paz! —chilló mi madre.

Desafortunadamente Octavio era más fuerte que ella así que no tardó en aprisionar sus muñecas y amenazarla.

‒¡No te metas en esto!

Quise defenderla e intenté alejarlo, sin embargo él me empujó y perdí el equilibrio. Todo ocurrió muy rápido, rodé escaleras abajo sin poder detenerme y recibí un golpe muy fuerte en la cabeza. Todo se puso negro y quedé inmóvil. Los gritos de mi madre eran como un murmullo lejano y poco a poco fueron perdiendo intensidad hasta que finalmente perdí el conocimiento.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.