Matrimonio Infernal

Capítulo 10

Empecé a correr y llegué a las escaleras de emergencia. Estaba muy arriba y tuve que bajar muchos escalones, pero no importaba. Abrí la puerta del último piso y me escondí detrás de una planta para que nadie me viera. Mi vestido de novia tenía todo para sabotearme y eso me preocupaba.

Había una recepcionista y varios vigilantes en la salida principal, pero existía otra salida menos concurrida a mi izquierda. Aproveché un descuido de los empleados y empecé a correr hasta que llegué al jardín. Por suerte no había nadie en la salida secundaria que tomé. Me oculté detrás de unos arbustos y empecé a estudiar el panorama.

Podía ver la salida a lo lejos, sin embargo había cámaras de seguridad y el terreno era muy expuesto cerca del final. Podía apreciar muchos autos de último modelo estacionados cerca de mí, pero existía una parte que no podía observar y no sabía qué esperar de esa zona. Podría estar lleno de gente y obviamente me quedarían viendo raro por culpa del vestido.

Escuché a alguien hablando y descubrí que dos guardias de seguridad del hotel se aproximaban peligrosamente a mi ubicación. Abandoné los arbustos y empecé a correr entre el centenar de autos estacionados. Mi corazón latía muy rápido y comenzaba a faltarme el aire.

Sentía que me estaban persiguiendo así que miré hacia atrás y en ese momento golpeé contra algo y caí al suelo. Mi nariz me dolía a causa del impacto, pero fuera de eso estaba bien. Había chocado contra la espalda de un hombre, él me encaró y vi que era Liam.

Tenía que ser una maldita broma.

Él me vio sorprendido y frunció el ceño. La limusina blanca de la que él había hablado estaba junto a él y ya se había cambiado de ropa. Tenía un pantalón negro y una camisa blanca de mangas largas.

–¿Spencer que haces aquí?

No respondí. Liam me extendió su mano y me ayudó a ponerme de pies. Él me echó un rápido vistazo y vio que el vestido estaba hecho un desastre.

–¿Por qué no te has quitado el vestido?

No sé me ocurría una buena respuesta.

–¿Me vas a decir a donde ibas? –volvió a preguntar con seriedad.

–Quería respirar aire fresco.

No fui para nada convincente. Miré la salida por encima de su hombro sin querer y él siguió mi mirada.

–¿Ibas a huir? –Al parecer no podía creerlo.

Me convenía que pensara lo contrario.

–Claro que no –le di la espalda y volví al hotel como que si nada.

Por supuesto que iba a discutir con Liam, pero me sentía ridícula con ese vestido de novia y primero me iba a cambiar.

Me encerré de nuevo en mi habitación y Liam no tardó en alcanzarme y tocar la puerta.

–Spencer es hora de irnos –dijo desde el pasillo.

Rodé los ojos y me puse un vestido casual de color negro que me llegaba hasta las rodillas.

Abrí la puerta y un pequeño ejército de empleados comenzó a trasladar mis maletas. Me acerqué a Liam para que nadie me escuchara y pude percibir el aroma de su fragancia.

–Tenemos que hablar –susurré.

–Aquí no.

Él puso su mano en la parte baja de mi espalda y me guio fuera del hotel hasta la limusina que había visto antes.

Estaba preparada para enfrentarme a Rubí, sin embargo cuando entré adentro descubrí que no estaba. Liam se sentó frente a mí y se sirvió un poco más de vino de un compartimiento secreto. Había mucha distancia entre nosotros y aun así lo sentía demasiado cerca. Solo éramos él y yo.

El chofer comenzó a conducir y otro auto que cargaba mis maletas nos siguió atrás. Olvidé por completo el tema de los reporteros y me sorprendí cuando vi que todos estaban a las afueras del hotel. No podían entrar porque había un equipo especial de guardias. Y yo estaba a punto de ir directamente hacia ellos. Iba directo a la boca del lobo. Si no me hubiera topado con Liam todo habría terminado muy mal.

La limusina se alejó a toda velocidad y yo centré mi atención nuevamente en él. Me estaba viendo fijamente, pero no sabía si me veía con ira, recelo, dolor o lástima. Podría estar planificando cómo matarme y yo jamás lo sabría.

Había un aire de misterio a su alrededor, nadie podría saber qué estaba pensando porque poseía una máscara inexpresiva en vez de cara.

Tenía miedo de preguntar, pero aun así lo hice.

–¿Dónde está Rubí?

Liam estudió mi expresión antes de responder.

–Ella se adelantó y ya está en casa.

Su tono de voz no me decía nada. Era neutro al igual que todo en él.

–¿Qué le hizo Octavio?

–No fue Octavio, fuiste tú.

–¿Por qué me culpas a mí?

–¿Niegas que tú le diste la bebida ese día? Rubí sabe lo hiciste.

–No, no lo niego. Yo le di el refresco, pero no sabía que había drogas en él. Era mi amiga, no le hubiera hecho algo así.

–Siento pena por tus enemigas, pero en fin, respondiendo a tu pregunta mi hermana se desmayó y Octavio se encargó de montar la escena del crimen. Él inventó que mi hermana intentó robarle y le tomó fotos cuando estaba inconsciente. Solo la llevó al hospital para tener pruebas de que estaba drogada. Todo eso nos llevó a este penoso momento. Pudiste haberla matado ¿lo sabes verdad?




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