Matrimonio Infernal

Capítulo 12

Ella avanzó con pasos lentos y firmes hacia mí hasta que ambas quedamos frente a frente.

‒Spencer –dijo con falsa dulzura– Hace tiempo que he querido confrontarte.

Podía ver el resentimiento en sus ojos.

Mi corazón empezó a latir muy rápido. Era muy importante para mí disculparme y decirle la verdad.

‒Yo también deseaba hacerlo, pero nunca se me presentó la oportunidad ‒admití.

‒Que cínica eres. Supongo que te sientes realizada el día de hoy por lograr tu cometido.

‒No podrías estar más equivocada. Nunca quise nada de esto para mi vida.

‒Ay por favor, ahórrate el drama. Aquí nadie te cree.

Intenté agarrar su mano, pero ella no me lo permitió.

‒Yo jamás te habría lastimado Rubí. No soy esa clase de persona.

‒No importa lo que me hayas hecho a mí, pero lo que le hiciste a mi hermano… ‒Rubí meneó la cabeza con desaprobación‒ Simplemente no tiene nombre. Destruiste su vida y su futuro, él no merecía nada de esto.

‒Te aseguro que yo tampoco merezco nada de esto. Octavio actuó a mis espaldas.

‒Yo confié en ti. ¿No crees que se te pasó un poco la mano con las drogas?

‒No sabía que contenía drogas.

‒No, claro que no. Eres la víctima de toda esta historia.

‒Tú no lo entiendes, desde pequeña mi padre siempre ha controlado mi vida y nunca me ha dejado tomar mis propias decisiones. Él solo deseaba tener un hijo varón y nunca pudo perdonar a mi madre por no darle el heredero que él quería. Es un hombre insensible y despreciable, no le importa nada que no sea el dinero y el poder. Todo lo que hizo fue por su avaricia. Nunca pensó en mí, no le interesa mi felicidad. Lo único que desea es tener a su estúpido heredero. Intenté hablar con tu hermano, pero no me escucha… Tienes que creerme.

Rubí me miró fijamente en silencio, pero no dijo nada. Me tomó un momento darme cuenta de que no estábamos solas y que su madre nos observaba desde una esquina.

‒¿Eso es todo? ¿Esa es tu gran explicación? –La burla de Sandra Forrester acabó con todas mis esperanzas de ser escuchada.

Rubí se alejó de mí y subió las escaleras sin decir absolutamente nada. Su madre me veía con total desprecio y no sé molestaba en fingirlo.

‒Nadie creerá tu papel de víctima con esa ridícula historia. Te creí más inteligente –agregó de forma hiriente.

Ella era una rubia de ojos azules, alta y de piel radiante. No había ni una sola arruga en su rostro. Se conservaba demasiado bien para ser una mujer de más de cincuenta años. Tuve que tomarme un momento para inhalar y exhalar. ¿Qué más podía decirle para que me creyera? 

‒Señora Forrester, sé que no soy bienvenida en su casa y créame que no deseo quedarme, pero…

‒Sensacional, entonces nada te impide irte ahora mismo.

Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no hacer lo que ella decía. Si no fuera por Camilo jamás habría puesto un pie en esa casa en primer lugar.

‒Si hay algo que me lo impide.

‒Por supuesto, el dinero y el poder. ¿Qué otra cosa podría querer tu familia? Es una vergüenza para nosotros tenerte aquí, la esposa de mi hijo debía ser una dama de sociedad, distinguida, preparada, inteligente, hermosa y carismática, no una mujerzuela arrastrada que tiene que manipular a un hombre para que se case con ella.

‒Cuide sus palabras señora porque está siendo muy injusta conmigo. Soy inocente, lo crea o no. Mi papá está usando a un ser querido para manipularme. Nunca quise casarme con Liam y definitivamente no deseo quedarme en esta casa, pero necesito su ayuda para salir de esto.

Sandra se puso a reír por demasiado tiempo e hizo que me arrepintiera inmensamente de abrir la boca. Debí haber esperado a Liam en vez de intentar dialogar con esa víbora.

‒Dinero, por supuesto, todo se trata del dinero. Lo siento querida, pero no puedo ofrecerte nada. Liam me mataría si se entera de que te di un centavo. Él desea castigarte por tu osadía. Nunca debiste tocar a Rubí. Él es muy protector con ella.

‒Pero yo no…

‒Tu situación es una verdadera lástima –continuó sin dejarme hablar– Ya no tienes el apoyo de tus padres y tampoco puedes contar con Liam, así que no sé qué harás para sobrevivir. Me sorprendería mucho que duraras un año.

¿Un año sufriendo burlas y humillaciones? De ninguna manera. Traté de mantener la calma y no lo conseguí.

‒No pienso quedarme tanto tiempo.

‒Tu objetivo de tener un hijo no será nada fácil.

‒No pienso tener ningún hijo y mucho menos de esta familia, puede estar muy segura de eso.

Ella me miró en silencio por un momento y luego sonrió.

‒Si lograras quedar embarazada yo misma te empujaría por las escaleras.

Ella se dio la media vuelta y me dejó sola en aquel espacioso salón. Me acababa de amenazar y hablaba totalmente en serio. Ella era igual o peor que mi padre, acababa de salir de un infierno solo para entrar en otro.




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