Esa noche estaba decidida a fastidiar a Sandra y a Liam así que llegué al comedor con un libro en mano, ellos lo consideraban de mal gusto así que probablemente los sacaría de quicio. Llegué a la mesa antes de las seis en punto y para mi sorpresa ya estaban todos reunidos allí. ¿Nunca llegaban tarde a ningún lado?
‒Bienvenida Spencer, te estábamos esperando ‒afirmó Liam amablemente mientras apartaba un asiento para mí. No éramos una pareja de verdad así que me parecía ridículo. Le di la espalda y me senté del otro lado de la mesa. Nadie se moriría por mi pequeño acto de rebeldía… ¿O sí?
Dejé mi libro sobre la mesa mientras me acomodaba en mi asiento y Sandra me miró con desprecio. Excelente. Abrí mi libro y comencé a leer desde el comienzo, la historia giraba alrededor de una excursión al monte Everest y me fascinó tanto que apenas advertí cuando servían la comida. Todos comenzaron a comer en absoluto silencio y pude sentir un ambiente tenso, era muy positivo poder esconderme detrás del libro.
‒¿No tienes apetito? ‒preguntó Liam de repente.
Todas las miradas se dirigieron hacia mí y sobre mi plato sin tocar. Justo cuando intentaba pasar desapercibida venía él y lo revertía todo. No tuve tiempo para contestar porque Sandra, como la víbora que era, aprovechó la oportunidad para soltar su veneno.
‒La mesa es un lugar destinado para comer y conversar, estoy bastante segura de que eres consciente de ello ‒afirmó desde el otro extremo de la mesa.
Fruncí el ceño y la recorrí con la mirada. Se había vestido de forma elegante solo para cenar al igual que Liam. ¿Acaso no sé relajaban en ningún momento del día? ¿Jamás salían de su papel? Tal vez era hora de que yo asumiera el papel de bruja o algo así.
‒¿Y qué más esperabas de alguien tan vulgar como yo? ‒respondí con indiferencia. El silencio reino en el lugar por dos segundos, todos parecían estar sorprendidos por mi respuesta.
‒Spencer, por favor… ‒dijo Liam en tono serio. Siempre tenía que culparme a mí de todo.
‒Eso es lo que piensa ella de mí, me lo ha dicho hasta el cansancio ¿Por qué les molesta que lo afirme?
‒Entonces mi madre está en un error porque eres la chica más elegante que he conocido en mi vida.
Por supuesto, se estaba burlando de mí. Estaba vestida como una indigente y me mostraba torpe y ordinaria en mí día a día. Decidí ignorarlo y empecé a jugar con mi comida solo para que se callara.
Justo en ese momento Rubí sacó una revista de sus piernas y la dejó caer escandalosamente sobre la mesa, Sandra abrió mucho los ojos y observó horrorizada como Rubí hojeaba las primeras páginas con su mano izquierda, mientras sostenía su tenedor con la mano derecha. Yo tampoco fui capaz de ocultar mi expresión de asombro. ¿Ambas habíamos pensado en lo mismo sin darnos cuenta? Jamás creí que sería respaldada por ella de esa forma.
‒Rubí esto es inapropiado ‒intervino el estirado de Liam. Ella comenzó a tararear una canción y lo ignoró por completo. ¡Ni siquiera se molestó en mirarlo! Me llevé una cucharada a la boca para tratar de ocultar mi sonrisa. Ella era tan rebelde como yo, nos íbamos a entender demasiado bien.
La cena transcurrió con falsa normalidad hasta que Rubí soltó una repentina exclamación. No alcancé a ver de qué se trataba su revista, pero lo que imaginé no estaba ni cerca de la realidad. Rubí dobló la revista y le mostró a Liam de forma despreocupada una modelo rubia con un diminuto traje de baño rojo, estaba sobre la arena y se veía espectacular.
‒¿Se ve increíble no lo crees? ‒preguntó con una sonrisa. Su revista era de modelos en trajes de baño, esta chica estaba decidida a hacer enojar a su madre. No me pasó por desapercibida su malicia.
‒Nunca te dejaría comprarte lencería de ese tipo ‒respondió él con el ceño fruncido.
‒No me refería a eso. Trataba de decir que me gustaría tener el trabajo de esta chica.
Rubí era toda una belleza y su cuerpo estaba muy bien proporcionado para su corta edad. En mi opinión era toda una supermodelo en potencia. Los fotógrafos podrían pelearse por fotografiarla.
‒De ninguna manera ‒dijo Liam mientras apretaba su tenedor con más fuerza de la necesaria‒ Nadie en esta casa se dejará fotografiar en ropa interior, no mientras vivan bajo mi techo ‒agregó mientras posaba sus ojos en mí.
Rubí se encogió de hombros y empezó a pasar la página, pero yo fui incapaz de seguir comiendo. ¿Había extendido su prohibición también a mí? Era como enseñarle sangre a un tiburón. Grave error.
Como si se tratara de la escena de una película Sandra abandonó su asiento y le arrebató la revista a Rubí para luego proceder a romperla. ¿Tan mal estuvo que bromeara al respeto?
‒¡Mamá! ‒exclamó Rubí sorprendida.
‒No permitiré que sigas portándote como una niña inmadura.
‒¡No vas a decirme qué hacer! ‒dijo poniéndose de pies.
Liam intervino de inmediato e intentó tranquilizarlas mientras se colocaba en medio, los gritos inundaron toda la casa y comencé a ponerme nerviosa. No tenía por qué presenciar aquella disputa familiar así que aproveché la confusión y me escabullí a mi habitación. Los Forrester siempre trataban de mantener un perfil bajo, sin embargo cometieron el error de mostrarme su debilidad. Ahora sabía exactamente lo que debía hacer, agarré mi teléfono y me apresuré a llamar a Mateo. Él me contestó al segundo timbre.
Editado: 19.07.2021