Matrimonio Infernal

Capítulo 20

Ya eran más de las once de la noche y no podía seguir posponiendo más mi regreso, así que nos dirigimos a la mansión. Me sentía nerviosa mientras aguardaba en el asiento de atrás. Tal vez me pasé un poco con la hora.

Valery volteó a verme desde el asiento delantero y yo le sonreí como que si tuviera todo bajo control.

‒¿Segura que estarás bien? ¿No quieres que entre contigo?

‒Estaré bien, no te preocupes. No importa lo que diga Liam, la idea es sacarlo de sus casillas.

‒Así se habla princesita ‒me apoyó Mateo.

‒Este es un juego peligroso Spencer, no sabes cómo va a reaccionar ‒insistió ella.

‒No puede reaccionar peor que Octavio.

“¿O sí?”

Me bajé del vehículo y me dirigí a la entrada principal con pasos lentos. Había guardaespaldas a donde sea que mirara. Odiaba tener que vivir rodeada de tantas personas, me quitaban mi tranquilidad y mi privacidad, pero a los Forrester parecía fascinarles.

Entré a la mansión tratando de no hacer ruido y lo primero que sentí fue una mano sobre mi hombro que me dio vuelta bruscamente. Abrí mucho los ojos y me encontré con la mirada de Liam, no estaba inexpresivo como de costumbre se veía molesto, muy molesto. Su rostro estaba muy cerca del mío y me tenía aprisionada, no parecía tener escapatoria.

‒¿De dónde vienes? ‒su voz transmitió una oleada de miedo por todo mi cuerpo y sentí que estaba frente a Octavio. Me tomó un momento responder.

‒Estaba con mi amiga.

Ni siquiera tuve valor para mentir.

‒Abandonaste a tus guardaespaldas y anduviste divagando por allí a horas impertinentes, ¿Crees que puedes venir a la hora que se te plazca?

No era necesario que me humillara recordándome que aquella casa no era mía. Me lo quité de encima con un empujón y lo vi llena de ira.

‒Perfecto, entonces pasaré la noche en otro sitio ‒agarré el mango de la puerta, pero no alcancé a salir porque él me agarró del brazo y me obligó a subir las escaleras con él.

‒Vaya, vaya. Mi tranquila e introvertida esposa se ha vuelto toda una rebelde, debo aceptar que es mi culpa por no educarte.

‒¡Me lastimas, suéltame o comenzaré a gritar!

‒Puedes gritar todo lo que quieras, nadie vendrá a socorrerte.

El pánico se apoderó de mí cuando empezamos a avanzar por el pasillo, no estaba llevándome a mi habitación, sino que íbamos en sentido contrario hacia la suya. Imposible.

Quise tirarme al piso para no entrar a aquel infierno, pero Liam no me lo permitió y continuó arrastrándome.

‒¡Ya basta! ‒grité desesperada.

‒Ni siquiera he empezado –susurró contra mi cabello.

Él me empujó dentro de su habitación y cerró la puerta tras sí. Nunca había estado en su cuarto, pero en ese momento de terror absoluto no pude notar nada más aparte de que era bastante espacioso.

 Él volteó y me lanzó una mirada que no supe descifrar. Era una mezcla de ira y diversión.

‒¿Qué pretendes? ‒dije sin querer.

No debí haberlo dicho por qué él comenzó a avanzar hacia mí y yo tuve que retroceder. Quería correr, pero estaba fuera de mi elemento así que me quedé inmóvil presa del pánico con mi espalda apoyada contra la pared. Liam me acorraló poniendo sus brazos contra la pared. Podía sentir su aliento sobre mi rostro y era demasiado extraño para mí, mentiría si dijera que me daba asco. Al contrario, me parecía muy enigmático y nunca lo había visto de esa forma.

‒No es divertido ‒susurré.

‒No espero que lo sea.

‒¿Tan difícil es ignorarme? ¿No puedes dejarme vivir mi vida? Yo no me meto en tus asuntos y espero lo mismo de ti. Es lo mejor para todos.

‒¿Cómo podría ignorar a una mujer tan obstinada que me trata con indiferencia y me mira por encima de su hombro?

No contesté y él empezó a acariciar mi cabello con su mano izquierda. ¿Qué iba a hacer? ¿Iba a golpearme? Si decidía hacerlo nadie saldría en mi defensa. Estaba a punto de perder la cabeza, ni siquiera sabía qué hacer o que decir.

‒Lo voy a volver preguntar, ¿Con quién estabas?

‒Con mi mejor amiga.

‒Eres una mentirosa, te viste con un hombre y diste vueltas en círculos para despistar a los paparazzis. ¿Me quieres ver la cara de tonto? Tengo muchos contactos y no hay nada que puedas hacer sin que yo me dé cuenta.

‒Ya conoces a Mateo y todos saben que somos amigos desde la infancia. No tiene nada de malo que lo vea.

‒Tiene mucho de malo, no me cae bien y no tiene buenas intenciones contigo. Tendrías que ser muy ingenua para no darte cuenta. Tiene una larga lista de aventuras.

‒No es cierto, la prensa rosa lo ha acosado desde siempre y lo vincula con cualquier mexicana que se cruce en su camino, pero eso es todo, es inocente.

‒¿Y todavía lo defiendes? ¿De verdad crees que un hombre como él te sería fiel?




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