No tenía muchas ganas de comer esa noche, pero aun así tuve que arrastrarme hasta el comedor. No deseaba darle a Liam otra razón para enojarse conmigo, al menos no por el momento. Había elaborado todo un plan maquiavélico para el día del baile y esperaba que funcionara, me urgía demasiado terminar con todo de una buena vez.
Rubí y yo llegamos casi al mismo tiempo, yo tenía puesto un vestido azul y ella llevaba puesto un pantalón sencillo con una camisa blanca. Su madre seguramente no estaría muy feliz con su elección de vestuario, sin embargo seguía viéndose como toda una diosa.
Ambas nos sentamos y comenzamos a hablar de todo un poco.
‒¿Vas a asistir al baile de mañana? ‒pregunté con cierto nerviosismo creciendo en mí. No dejaba de darle vueltas al asunto en mi mente.
Ella resopló y asintió con la cabeza.
‒Me temo que sí, odio esas reuniones no son para divertirse ni nada por el estilo solo es otra reunión más de negocios.
‒Al menos no lo será para ti puedes bailar con quien quieras.
‒Nadie se acerca a mí por miedo a mi familia. Era diferente cuando papá estaba vivo, él me daba mi espacio.
Adoraba la forma en que se refería a él.
‒Debió ser muy lindo tener un papá tranquilo y amoroso –comenté.
Rubí me estudió en silencio por un momento.
‒Aparte de humillarte y manipularte ¿Qué más te hacía Octavio? Sospecho que hay algo más en toda esta historia.
Y no estaba equivocada. Jugué nerviosamente con una servilleta. Había muchas cosas que no había dicho.
‒Odiaba que le respondiera o que expresara mis ideas en voz alta, odiaba que defendiera a mi madre. Me castigaba por demostrar mis sentimientos y odiaba especialmente las lágrimas. Solía llorar cuando era pequeña, pero aprendí a controlarme frente a él.
Rubí apretó mi mano y me vio con ternura.
‒Oh, cuanto lo siento. Hice muy mal en juzgarte. Debí creer en tu inocencia desde el principio quisiera ir al pasado y cambiar todo.
Le di una palmadita en la mano.
‒Yo también cambiaria muchas cosas.
‒¿Nunca te levantó la mano? ‒inquirió ella dudosa.
‒Lo hacía todo el tiempo me dio golpes, cachetadas, me tiraba cosas e incluso me pateaba.
Sus ojos se agrandaron mucho.
‒¡Es un monstruo! ‒exclamó sin poder creerlo.
‒Sí lo es. Casi nunca me quedaba callada así que siempre tenía algún moretón en el cuerpo por su culpa.
‒¿Nunca intentaste demandarlo?
‒No hubiera servido de nada, al contrario me habría despellejado viva. Tiene contactos en todas partes.
‒Entonces nunca escapaste de casa.
‒Si lo hice una vez, pero fui muy débil y volví. Lo único bueno de ese día fue que conocí a Camilo. Él sí sabía cómo tratar a una mujer.
‒Si tuviera millones en mi cuenta bancaria yo misma te ayudaría a encontrarlo, pero no tengo ni un céntimo.
‒No es justo, tu papá debió haberte dejado algo en su testamento.
‒Lo hizo, pero desgraciadamente estipuló que no podría tener acceso al dinero antes de cumplir 21. No sé por qué pensó que era buena idea.
‒Tal vez confiaba mucho en que Liam te cuidaría.
A Rubí se le escapó una risita. Debía estarse riendo de sus maldades.
‒Liam me había prometido que me daría todo el dinero antes de que fuera a la universidad, él quería darme libertad financiera y yo estaba muy emocionada con la idea. Él maneja una gran suma de dinero y darme mi herencia antes de los 21 no le afectaría en nada, pero después de mi fuga casi perfecta ha estado tan molesto que no piensa darme ni un penique antes de lo estipulado.
‒¿Y por qué no esperaste unos días más para escaparte? Habría sido más sensato.
‒Pero yo no soy sensata ‒Rubí le echó un vistazo a la puerta antes de seguir hablando‒ Estaba muy emocionada con la idea de tener mi propio apartamento, ni siquiera me molestaba el hecho de que me asignaran guardaespaldas, pensaba esperar pacientemente, pero un día que Liam estaba de viaje… discutí con mi mamá y ella dijo que deseaba que no fuera su hija, así que me sentí humillada y decidí marcharme sin importar qué. Fue muy impulsivo de mi parte, lo sé, pero me dolió tanto que la ira me cegó y llegué a creer que Liam opinaba lo mismo así que me escapé de casa con poco dinero y me puse a pensar a dónde podría ir sin ser encontrada. México parecía el lugar perfecto. Liam jamás podría intuir que estaba allí y para cuando lo descubriera ya estaría lejos. Planeaba viajar por todo el mundo ese era mi plan, aunque se desmoronó en un instante.
‒Tengo miedo de preguntar qué pasó después ‒comenté con el corazón en la mano.
Ella se puso a reír y revolvió sus rizos. Era obvio que ya había superado ese mal trago.
‒Desperté en el hospital completamente sola y los médicos me dijeron que había estado drogada. No tenía ni idea de cómo pasó, jamás pasó por mi mente que podrías haber sido tú. Aún tenía dinero en mi bolso así que me fui a un hotel, sin embargo era obvio que muchos hombres me vigilaban. No sabía que eran los hombres de Octavio, pero de igual forma tuve mucho miedo. Pensé que iban a secuestrarme así que agarré mis cosas y pretendía irme a otro continente cuando llegó Liam ‒ella suspiró‒ Primero me abrazó y se mostró atento y cariñoso, pero después estalló en ira y me sermoneó por escaparme. No tenía ni idea de lo que estaba pasando y él me contó todo. Le dije que era ridículo y que no sé casara prefería enfrentarme a la justicia, pero él no me escuchó y los dos tomamos el primer vuelo de regreso a casa.
Editado: 19.07.2021