Matrimonio Infernal

Capítulo 26

Rubí escogió un vestido negro estilo sirena que le quedaba fantástico y yo elegí un vestido rojo muy lindo que tenía un escote en forma de corazón y adornos en el hombro. Favorecía mucho mi silueta y me llegaba a los talones. Ella pagó la cuenta con una de sus muchas tarjetas de crédito y ambas regresamos a la mansión para instalarnos en su habitación.

Un grupo de estilistas comenzaron a peinarnos y maquillarnos, era todo un proceso así que nos aseguramos de estar juntas para poder conversar y también llevamos un montón de bocadillos.

Liam estaba en el trabajo y no nos habíamos visto en todo el día, era obvio que el señor empresario tenía cosas más importantes que hacer. ¿Cómo funcionaría nuestra relación si fuéramos una pareja normal? ¿Se tomaría la molestia de llamarme y ser cariñoso conmigo? ¿Sacaría tiempo para mí? Era muy tarde para ponerme a dudar. La jugada que pretendía hacer ese día podría ser definitiva. Liam no iba a querer verme de nuevo después de eso.

No quería nada muy elaborado así que mi estilista me hizo más ondulaciones en el cabello y un maquillaje natural acompañado de joyas pequeñas y discretas. Rubí pidió un recogido y le hicieron un maquillaje más completo, de modo que quedó más hermosa de lo que ya era.

Ella no tuvo problemas en ponerse unos zapatos de tacón altísimos, pero yo no era capaz de aguantar toda la noche con uno de esos, así que escogí unos tacones negros que no eran tan altos, pero que si era capaz de dominar.

Me miré en el espejo para ver el resultado final y quedé gratamente sorprendida, no me veía desgarbada como de costumbre. El vestido resaltaba mi tono de piel y aunque no era muy ajustado en las caderas poseía un escote un tanto revelador. Rubí se acercó a mí y empezó a hacer caras raras en el espejo.

‒Te ves muy elegante ‒señalé mientras veía como ella le sacaba la lengua a su reflejo.

‒No te quiero cerca de mí en el baile, podrías opacarme ‒dijo con una sonrisa.

‒Como tú quieras, te dejaré buscar marido en paz ‒me burlé.

Agarré mi bolso y ambas bajamos las escaleras con cuidado. Liam ya estaba listo y nos esperaba en la planta baja, se veía absolutamente irresistible con su saco negro a la medida. Al parecer este hombre nunca se veía mal. Él extendió la mano hacia mí y me ayudó a bajar los últimos escalones como si supiera que Rubí no corría el riesgo de caerse y yo sí.

‒Se ven hermosas ‒admitió sin soltar mi mano.

–Gracias, tú también te ves muy elegante –respondí.

‒Espero que la fiesta no sé prolongue por la eternidad y podamos regresar temprano ‒dijo Rubí.

‒Nos escabulliremos de ser necesario, solo tienen que portarse bien y sonreír un rato. ¿Es tan difícil? ‒preguntó con sus ojos clavados en mí.

‒Sí, es muy difícil ‒admití.

Sandra no tardó en aparecer con un vestido color crema lleno de brillos, tenía puesto unos tacones altísimos y eso no le impidió bajar las escaleras con absoluta elegancia. Seguramente había asistido a infinidad de eventos parecidos.

Los cuatro nos subimos a una limusina blanca y nos dirigimos al lugar de la fiesta. Me sentía muy nerviosa y me empezaban a sudar las manos. La vibración de mi teléfono me sobresaltó y al revisarlo vi que era un mensaje de Mateo.

“¿El plan sigue en pie?”

Tecleé mi contestación sin pensarlo.

“Por supuesto”

Guardé mi teléfono y me encontré con la mirada de Liam, tenía el ceño levemente fruncido como si supiera lo que estaba tramando. Sería el colmo que pudiera leer mi mente.

‒Espero que te comportes Rubí, no admitiré un berrinche tuyo ‒dijo Sandra con frialdad ignorando la mirada inquisitiva de Liam.

‒¿Y si mejor me dejas tirada a un lado del camino? Eso sería mejor para mí ‒respondió ella.

“¿Por qué creí que diría: sí, mamá?”

‒Tu padre estaría muy disgustado contigo…

‒Ya basta ‒la detuvo Liam‒ Somos una familia, no estaremos juntos por siempre así que debemos apreciar estos momentos.

‒No quiero que estén junto a mí en el baile, es todo lo que diré ‒agregó Rubí.

Empecé a jugar con mi alianza de matrimonio y fingí que no estaba escuchando nada. Ambos teníamos que usar nuestros anillos en público para guardar las apariencias. Y yo estaba a punto de enviar las apariencias al demonio.

‒Tú no puedes decir lo mismo ‒dijo Liam. Me tomó un momento darme cuenta de que me lo había dicho a mí.

‒¿Perdón?

‒Lo que oíste, no puedes separarte de mí en el baile.

Él ignoraba por completo la presencia de Mateo en el baile y aun así pretendía tenerme vigilada. ¿Qué pasaba con este tipo? Miré hacia afuera y decidí ignorarlo, por supuesto que pretendía escabullirme.

Llegamos a una mansión enorme, lleno de luces y con espacio de sobra para que todos los vehículos se estacionaran. Tenían una fuente de agua. Típico derroche de dinero innecesario hermosa y todo se veía impecable. Liam fue el primero en salir y nos abrió la puerta como todo un caballero. Él aprisionó mi mano y no pude evitar hacer una mueca.




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