Mis ojos la recorrieron a la velocidad de un rayo. Era demasiado hermosa, las fotos que había visto de ella ni siquiera le hacían justicia. Su rostro era muy fino y sus pechos eran más grandes que los míos. Tenía el cabello rubio suelto y llevaba puesto un hermoso vestido morado con una abertura que favorecía sus piernas largas.
‒Alexa, es un gusto verte ‒afirmó él‒ Te presento a mi esposa.
‒Moría de ganas por conocerte, soy tu fan ‒dijo ella luego de estrechar mi mano.
–Gracias, eres muy amable –me obligué a decir.
‒Alexa y yo somos viejos amigos de la universidad ‒explicó Liam.
Sí, claro. Como no. Seguramente pensaba que no estaba al tanto de su relación. Ambos se merecían así que era mejor dejarles el camino libre para que volvieran a estar juntos.
‒Liam no para de hablar de ti ‒agregó Alexa.
A lo mejor ganó un concurso de hipocresía.
‒Es un esposo muy atento ‒conseguí decir sin pensar realmente en lo que estaba haciendo. ¿Dónde demonios estaba Mateo? Ansiaba que llegara a interrumpir aquel incómodo momento.
‒¿Dónde está Sandra? ‒preguntó ella mientras la buscaba con la mirada.
Liam la señaló en medio de los invitados y Alexa corrió a saludarla. Desde donde estaba pude apreciar que se abrazaron afectuosamente. Sandra estaba muy contenta de verla. Era obvio que ella si contaba con su aprobación, pero no era como si me importara… ¿O sí?
Liam y yo entramos al salón más grande y observamos a la gente que bailaba. Era bueno no ser el centro de la atención, aunque fuera solo por un momento. Empecé a buscar a Mateo con la mirada, pero no aparecía por ningún lado. ¿Se habría arrepentido?
‒¿Buscabas a alguien? ‒preguntó Liam.
‒No, para nada.
‒Les caíste muy bien a todos, te dije que no era tan malo.
‒Fue muy malo. Tener que hablar una y otra vez con personas que no conozco ni deseo conocer es muy difícil para mí. No sé me da tan bien como a ti. ¿No te gustaría tener una vida más privada?
‒Mi vida es muy privada.
‒Lo que tú digas.
Mi mirada se desvió hacia otro lado y pude divisar a Mateo entre la multitud. Tenía un traje negro impecable y su cabello castaño se encontraba perfectamente acomodado a un lado. Me observaba con cuidado para que Liam no sé diera cuenta. Tenía una bebida en su mano así que la levantó ligeramente en mi dirección y yo asentí levemente con la cabeza antes de ver hacia otro lado.
‒¿Pensaste en la propuesta que te hice? ‒susurró Liam contra mi oído al tiempo que se adueñaba de mi cintura. ¿Cómo podía siquiera mencionar el tema luego de ver a Alexa?
‒Ya sabes lo que pienso de eso.
‒¿Por qué no me das un mes o una semana para demostrarte que podríamos ser una buena pareja?
Mi estómago se encogió ante la idea.
‒¿Y qué haríamos en ese tiempo?
‒Actuar como una pareja normal, por supuesto.
‒¿Y si sale mal?
‒Te aseguro que no saldrá mal.
Él se veía muy seguro de lo que estaba diciendo. Estaba tan cerca de mí que mi mente comenzaba a hacerse ideas locas sobre nosotros.
‒No quiero complicar las cosas entre nosotros ‒susurré.
‒No te obligaré a nada, pero creo que no es sano para ninguno de los dos tratarnos mal.
‒Tienes razón, pero…
‒¿Pero?
‒No podemos acostumbrarnos a esto ‒estaba revelando mucha información sin querer.
‒Es muy tarde porque yo ya estoy acostumbrado a tu compañía.
No dije nada y traté de tranquilizarme. El pánico se estaba apoderando de mí. Ya no estaba tan segura de querer seguir con el plan. Solo quería lo mejor para todos y mi gran idea ya no parecía ser tan buena. Mis manos comenzaron a temblar y me invadió un fuerte deseo de escapar, pero no podía hacerlo. No con él vigilándome.
Rubí terminó una ronda de baile con un chico muy lindo y comenzó a hablar con él fuera de la pista. Alexa estaba tomando una bebida a lo lejos mientras nos veía de reojo y Sandra se había escabullido al piso de arriba en busca de un ambiente más relajado. La mayoría de las personas en el piso de abajo estaban más interesadas en comer y en hablar que en bailar.
Justo en el momento en que sentía que ya no podía más con el estrés, apareció Mateo frente a nosotros y saludó a Liam con toda la tranquilidad del mundo.
‒Forrester, es un gusto verte de nuevo. Spencer ‒diciendo eso me dio un elegante beso en el dorso de la mano.
Liam se puso notablemente disgustado al verlo y apretó su agarre sobre mi cintura.
‒Mateo, que gusto verte ‒su tono de voz expresaba lo contrario.
‒Me alegra mucho que vinieras ‒dije forzando una sonrisa. Estaba hecha un manojo de nervios y comenzaba a tener deseos de vomitar.
‒¿Me permitirías bailar esta pieza con Spencer? ‒preguntó extendiendo su mano hacia mí.
Editado: 19.07.2021