Matrimonio Infernal

Capítulo 31

Rubí estaba más que emocionada por el viaje. Liam iba a llevarla con nosotros y ella se había vuelto loca con la noticia.

–No puedo creer que al fin me haya levantado el castigo, creí que seguiría molesto conmigo por la eternidad –dijo ella mientras abría mi armario para ver toda mi ropa.

Yo estaba acostada en la cama comiendo un chocolate y la veía sin ánimo alguno. El estúpido viaje me parecía una pérdida de tiempo. Liam iba a supervisar una de sus empresas, pero mi presencia era innecesaria.

Rubí abrió una maleta sobre la cama y empezó a empacar algunos vestidos. Me negué a mover un dedo y ella se ofreció a ayudarme.

–Antes de escaparme solía llevarme a algunos de sus viajes, pero estaba tan molesto por lo que hice que decidió castigarme dejándome sola en compañía de mi madre. No fue para nada agradable porque ella y yo no nos llevamos bien y para colmo no paraba de reprocharme lo que hice. Supongo que Liam vio que tuve suficiente de este encierro –explicó ella.

–¿Debería hacer un escándalo en el aeropuerto? –medité en voz alta.

–Trata de ver el lado positivo de las cosas Spencer. Italia es un país muy lindo y te hará mucho bien dejar de estar en estas cuatro paredes.

–Sería fantástico ir, pero sin él. No lo soporto.

Estaba molesta con Liam porque arruinó un plan que prometía funcionar bien.

–Ya sé que descubrió tu plan, pero eso no importa. Cuando regresemos del viaje mamá y tú podrán reanudar sus planes.

–, pero él ya lo sabe, estará vigilándonos.

–Liam siempre está ocupado con algo nuevo. No podría vigilarlas todo el día ni aunque quisiera. Ya verás.

Suspiré y comencé a empacar algunos zapatos cómodos. Comenzaba a resignarme.

–¿Pensaste en lo que te dije? –continuó Rubí– Deberías darle una oportunidad a este matrimonio, las cosas podrían funcionar si ambos perdonan sus faltas del pasado.

–Ese es el problema. Yo soy incapaz de perdonarlo y él a mí así que se acabó. Fin de la historia.

–Eso no es cierto Spencer y lo sabes. ¿Por qué lo tratas como si fuera tu enemigo?

–¿No lo ves? Siempre trata de decirme qué hacer y qué decir. No lo soporto. Simplemente no lo soporto.

Empecé a escuchar unos pasos en el pasillo y acto seguido Liam entró a la habitación sin antes tocar. Era obvio que no conocía la palabra privacidad.

–Debemos irnos ya –anunció con naturalidad.

Decidí que no iba a dirigirle la palabra y lo ignoré. Olivia y las chicas nos ayudaron con las maletas y en un par de minutos ya estábamos en el aeropuerto. Los tres abordamos un Jet privado que era muy lujoso y espacioso por dentro. No esperaba menos de alguien como Liam. Dejé atrás a ambos y escogí un asiento para mí sola junto a una ventana, solo quería paz y tranquilidad así que empecé a leer un libro. Mi paz no duró mucho porque Liam no tardó en sentarse frente a mí. No levanté la vista y fingí que no existía.

Una azafata se aproximó y le mostró un menú muy elegante.

–¿Quieres algo de beber? –preguntó Liam.

Lo ignoré y él entendió la indirecta. Liam susurró algo y la chica se marchó dejándonos nuevamente solos.

–Nunca pensé que mi madre y tú se podrían aliar, ni en mis más profundos sueños.

Ignoré eso también.

–¿No lo entiendes verdad? Me traicionaste.

Apreté el libro. Era muy difícil fingir que no lo oía.

–Me dolió oír que estabas dispuesta a firmar el divorcio y no volver jamás. Estoy seguro de que podemos hacer esto funcionar, pero tú insistes en alejarte de mí ‒Liam hizo una pausa antes de seguir‒ Octavio no me obligó a acercarme a ti el día que te conocí. Yo lo hice por voluntad propia, me llamó la atención tu forma de ser y me intrigaba que estuvieras en un esquina del salón sin intentar llamar la atención. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal Spencer? ¿Qué es lo que está mal conmigo?

Cerré el libro de golpe y lo hice a un lado para verlo a los ojos. Me veía expectante.

–¿Seguro de que quieres tener esta conversación? Porque yo tengo mucho que decir.

–Solo dilo, sea lo que sea lo aceptaré. No soporto la incertidumbre de no saber.

Crucé las piernas y me puse cómoda en mi asiento.

–Para empezar eres muy arrogante, egoísta, condescendiente y ridículo.

No parecía muy ofendido que digamos.

–¿Te parece que lo soy?

–No me parece, lo eres.

–Spencer…

–No he terminado. Me tratas como si fuera un títere. No te importa lo que pienso o lo que siento, siempre haces lo que quieres sin importar los sentimientos de los demás. Siempre quieres controlarme y quieres que me convierta en algo que no soy.

–Tienes toda la razón. Me he equivocado y me he portado muy mal contigo. He querido proteger a mi hermana, pero eso no es excusa. Si quieres más espacio te daré todo el espacio que quieras. Siento mucho que pienses que quiero cambiarte, pero en realidad no es así. Me gusta cómo eres y me gusta tu forma de ser, no cambiaría nada de eso.




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