Matrimonio libre

Capítulo 7. (Des)Engaño de esperanzas y curiosidad.

KSY

Ni siquiera hace unos días, si alguien me hubiese dicho que estaría en el apartamento de un hombre casi desconocido, besándolo en medio de la noche, no lo habría creído. Sin embargo, eso es exactamente lo que pasó, y además, disfruté de ese beso. Sentí una emoción olvidada desde hace mucho tiempo, incluso un leve cosquilleo en las yemas de los dedos.

Pero después del beso, me aparté un poco de Dania. No estaba preparada para algo más.

—¿No te molesta? —pregunté—. ¿Quizás esperabas otra cosa?

—¿Por qué debería molestarme? —Dania sonrió, mirándome a los ojos—. Disfruté del beso.

—Probablemente lo dices solo para subir mi autoestima —sonreí.

—Si fuera así, ¿crees que te lo habría propuesto en primer lugar? —preguntó él, sin apartar la mirada.

—No lo sé —me encogí de hombros—. Honestamente, todavía no entiendo por qué aceptaste ayudarme. No pareces el tipo de hombre que espera tener sexo con una mujer casi desconocida... más bien buscarías alguna joven y soltera...

—Me conmovió tu historia con tu esposo —respondió—. Probablemente esté relacionado con mi pasado. Ya te dije que, después de ciertos eventos en mi vida, no soporto las injusticias. Y tu esposo te trata muy injustamente. Seguramente esa fue la primera razón, no voy a mentir.

—Pero ese beso... difícilmente fue por un deseo de hacer justicia...

—Quería besarte —dijo, mirándome a los ojos.

—Entonces, ¿te gusto? ¿O solo te doy lástima?

—Sí, me gustas —asintió Dania—. Y "lástima" no es la palabra adecuada, no en esta situación. ¿Es un problema que me gustes?

—No quiero darte falsas esperanzas —le miré a los ojos—. No estoy segura de poder tener sexo contigo, aunque me gustes... Pero no sé si podría realmente engañar a mi esposo...

—Hablas como si ahora mismo fuera a tirarte en el sofá y exigir sexo —sonrió él.

—No, pero no quiero que te sientas mal después —dije—. Porque tal vez esperas algo más, tal vez no hoy, pero algún día. Y no sé, tal vez soy diferente, pero me asusta pensar en ello...

—Es normal que no sepas —dijo encogiéndose de hombros—. Pero al menos no te negarás a verme otra vez, ¿verdad?

—¿Para jugar videojuegos? —sonreí.

—Sí, bueno, ya veremos —sonrió él—. Le daremos envidia a tu esposo, beberemos.

—Por cierto, ya casi es de mañana —miré el reloj—. Tal vez debería irme a casa, porque si no preparo su ropa, se enfadará mucho...

—No te apures, en cambio, llega cuando no tengas tiempo para plancharle. Que se las arregle él. Te prometí que llegarías y él estaría planchando —Dania sonrió astutamente.

—Bueno, está bien —dije, aunque tenía miedo de que mi esposo se enfadara conmigo, como a veces lo hacía cuando las cosas no salían como él planeaba—. Pero si me pregunta dónde estuve, ¿qué debería decirle?

—Dile la verdad —se encogió de hombros—. Bueno, tu nombre y dirección mejor no los digas —Dania se rio—. No quiero que venga a atacarme o algo parecido.

—Pero empezará a preguntarme si pasó algo entre nosotros... ¿Qué le digo?

—Di que pasó algo, pero no digas qué —sonrió Dania—. Bueno, nos besamos, así que no será una mentira.

—Es verdad —sonreí—. Está bien, haré eso...

—Déjame darte mi número. Escríbelo de una forma interesante —miró pícaramente.

—¿Cómo? —volví a sonreír.

—De una manera que a Sash no le guste —Dania se relamió ligeramente.

—¿"Querido"?

—No, eso es demasiado —negó con la cabeza—. Apenas nos hemos conocido. Tiene que parecer realista.

—Entonces escribiré "Nuevo conocido".

—No, eso es aburrido —rio Dania—. ¿"Guapo del bar"? Sí, nos conocimos en la carretera, pero creo que así será más intrigante —propuso él—. ¿Estuviste en un bar antes? ¿Dónde estabas? Era tarde.

—Sí, en un bar, con unas amigas. Pensaba conocer a alguien para enfadar a Sash, pero...

—¿Y no conociste a nadie? —preguntó interesado.

—Un tipo comenzó a coquetear conmigo, pero no me gustó, parecía un mafioso. Me asusté y me fui a casa... y fue cuando me choqué contigo —reí.

—Tuve suerte de que no te gustara —sonrió Dania de nuevo—. De lo contrario te habrías ido con ese mafioso y no nos habríamos chocado. Y no nos habríamos conocido.

—¿Parezco una mujer que conoce mafiosos en bares y se va con ellos?

—Tampoco pareces una mujer que se choca con los autos de los hombres para conocerlos —rió él nuevamente.

—Pero a veces la vida nos sorprende —dije—. Aunque ahora estoy feliz de que haya pasado así, es decir, de haberte conocido... Me has apoyado mucho, jamás pensé que después de toda esta historia pudiera reírme...

— Yo también me alegro de que nos hayamos encontrado — respondió Dania, mirándome a los ojos —. Creo que es el destino, aunque no suelo creer en esas cosas...




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