Matrimonio No Consumado Libro 1

Cap 3 En el bar

A la mañana siguiente se presenta Allison y su tía en la oficina principal de Pedro, que al ver a Allison sus ojos brillaron de lujuria, al ver como esa chiquilla de catorce años, era de hermoso rostro y tenía buen cuerpo, para tan corta edad.

         — Eres preciosa muchacha, te pareces a tu madre, a partir de hoy trabajaras aquí y aprenderás unos que otros oficios propios de las mujeres del bar—dijo con una sonrisa maliciosa en sus labios. —ya te iras acostumbrando.

         Allison al ver a ese hombre le pareció repugnante y asqueroso, Pedro era un hombre feo, gordo y barrigón.

«un cerdo que debería estar en su charca» pensó Allison con una pequeña risita.

         Odiaba ese lugar, quería salir corriendo, pero no podía. Se sentía impotente ante esa situación que no tuvo más remedio que aceptar su cruel realidad, podía ser hija de su madre, pero no era como ella, se repetía una y otra vez que no terminaría como su madre, eso lo tenía claro y que cuando tuviera la oportunidad escaparía de ese sitio.

         Al sonar un celular Pedro contesta con cara de pocos amigos —Hola, ¿ahora que pasa? ¡No hagas nada estúpido!, si la policía está rondando el barrio, ¡ya sabes lo que tienes que hacer! No me llames por ahora—. dice Pedro.

         — ¿Problemas con la policía? — le pregunta Esther.

         — Sí, ya sabes cómo son de inoportunos metiendo sus narices en donde no los llaman y—... sin percatarse que la muchacha estaba ahí, continúa diciendo —el más pendejo es el que cae como le paso a Héctor, ¡jeje! — Se le fue la lengua a Pedro y hablo demás delante de Allison.

         — ¡¿Qué fue lo que pasó con mi padre, malnacido cerdo?!— gritó una enfurecida Allison que sentía que le hervía la sangre.

         — ¡Oye! estúpida niña, no me ofendas en mi oficina porque no respondo y si quieres saber lo que le paso a tu padre, te lo voy a decir a él lo mataron por pendejo y por confiado, yo mismo le envíe la policía al vecindario, o lo cogían a él o me cogían a mí, yo solo salvé mi pellejo—, sus labios se curvan con una risa diabólica y viéndola a los ojos le dijo: —y tu madre fue mi cómplice, ella lo traicionó.

         En ese instante Allison se levanta de donde está, se acerca al hombre que está riendo a carcajadas y sin pensarlo le lanza una patada en las bolas que lo hace retorcer de dolor, cayendo al piso.

         — ¡Maldita perra!, ¡me las vas a pagar! —Levantándose del piso aguantando su dolor se acerca a Allison y le da un bofetón en la cara partiéndole la boca.

         Prosigue diciendo con furia: —esta noche subastare tu virginidad, y después te tendré solo para que seas mi esclava sexual, domaré ese carácter que tienes, y serás una fiel copia de tu madre, te encargaras de todo lo que ella hacía.

         Allison poniendo la cara de horror por todo lo que decía pedro, mirando a su tía le hace señas para salir de ahí, pero ya era demasiado tarde, pedro saca una pistola del cajón y le apunta a Esther.

         — ¡Tu! te vas si no quieres tener problemas, te vas calladita. A esta fiera me la dejas que yo sé cómo domarla.

         Esther se da la vuelta da varios pasos a la puerta de salida.

         — Tía no me dejes aquí, ¡tía por favor! — le suplicaba Allison, pero ella no respondió, salió corriendo de la oficina.

         Dejando a Allison con el verdugo que arruinaría su vida.

 

Aquella noche…

 

         — ¡Tres mil pesos a la una!, ¡tres mil pesos a las dos!

         — Tres mil pesos — exclama alguien del público.

         — ¡Cuatro mil pesos a la una! Cuatro mil...

         Una voz no lo deja terminar, cuando desde el fondo del bar se escucha a un hombre decir:

         — ¡Siete mil pesos!

         Todos quedan sorprendidos por tan gran oferta, pero para aquel hombre ese valor no es nada y él tiene el gusto de gastarlo en lo que le plazca.

         — Siete mil a la una, siete mil a las dos, siete mil a las tres. ¡Vendida!        — Gritó Pedro de emoción, imaginando el dineral que entraba en ese momento por la virginidad de Allison.

         Éste agarrando a la joven se la lleva al hombre sentado en la esquina del bar.

         — Espero que te portes bien, cómo no lo hagas, tenlo por seguro que te voy a castigar para que aprendas—. Le decía Pedro entre dientes con risa fingida y apretando fuerte su brazo.

         Al llegar a la mesa el hombre saca la tarjeta de pago, se la entrega a Pedro para que realice la transacción.

         Dejándolo solo con la joven, el hombre se presenta ante ella como Benjamín Colunga y le pregunta a la joven cuál es su nombre.

         — Allison —. Responde ella con una voz temblorosa, con la cabeza baja e incapaz de mirarle a los ojos.

         En ese momento llega Pedro a devolver la tarjeta, los lleva a los dos al segundo piso, Allison caminaba como arrastrando los pies, no quería aquello, no deseaba esa vida a la que la iba a someter Pedro, no quería prostituirse como su madre, se preguntaba porque su tía la única familia que tenía la había abandonado allí en ese bar de mala muerte, asqueroso como su dueño.

         Si tan solo su padre estuviera vivo no estaría en esa situación, él nunca se lo hubiera permitido, unas lágrimas se le salieron, pero los hombres no se dieron cuenta, ya que ella iba detrás de ellos.

         — Apura el paso muchacha que el tiempo apremia—. Reclama Pedro. Pasaron por el pasillo de la izquierda, luego doblaron a la derecha. Cuando llegaron, entraron a una habitación grande y muy confortable.

         — Salón VIP señor, ¡siéntase como en su casa!

         Antes de irse Pedro le hizo una mirada de advertencia a Allison con un rostro endurecido que ella entendió completamente. Le estaba indicando que todo marcharía tal como estaba planeado y que cuidado se iba a equivocar porque la iba a pagar muy caro.



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En el texto hay: romance, millonario, amor prohido

Editado: 17.11.2023

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