El tiempo pasó y la galaxia continuó sumida en la guerra. Rey y Kylo, ahora unidos por su hijo Ben, tomaron caminos separados, cada uno luchando por sus ideales y propósitos.
Kylo se mantuvo en la Primera Orden, pero ya no como el implacable líder que una vez fue. Se esforzó por cambiar las políticas opresivas del régimen y buscar una manera de poner fin al conflicto sin más derramamiento de sangre. Aunque aún se enfrentaba a la resistencia de muchos, no cedió en su convicción de que había un camino mejor.
Por otro lado, Rey se embarcó en un viaje en busca de conocimiento y sabiduría. Entendía que no podía volver a ser una Jedi como antes, pero eso no la detuvo en su búsqueda de un camino que equilibrara la fuerza dentro de ella y le permitiera criar a su hijo en paz. Encontró maestros en rincones remotos de la galaxia, aprendiendo de ellos y enseñándoles lo que había aprendido en su propio camino.
A pesar de sus caminos separados, la conexión entre Rey y Kylo a través de la fuerza seguía siendo fuerte. A veces, podían ver destellos de la vida del otro, una sonrisa, una lágrima, un momento de felicidad o tristeza.
Un día, en un momento de meditación, Kylo sintió una fuerte oleada de emoción proveniente de Rey. Se concentró en la conexión y vio a su hijo, Ben, creciendo y aprendiendo, guiado con amor y sabiduría por su madre.
La imagen de Ben y Rey llenó a Kylo de alegría y dolor al mismo tiempo. A pesar de la distancia, sentía que estaba perdiéndose de momentos importantes en la vida de su hijo. Sin embargo, también sabía que era su propia elección haberse alejado, y debía aceptar las consecuencias.
Rey, por su parte, seguía adelante con su vida y su entrenamiento como una nueva clase de Jedi. Si bien ya no creía en el destino como lo había hecho antes, sí creía en el poder de la elección y la responsabilidad que conllevaba. Sabía que cada acción que tomara afectaría el futuro de su hijo y el destino de la galaxia.
El día que Ben cumplió cinco años, Rey sintió una fuerte presencia en la fuerza. Corrió hacia el lugar donde sabía que se encontraba Kylo y lo encontró de pie en la distancia, observando a su hijo desde lejos.
"¿Por qué no te acercas, Kylo? Es tu hijo, merece conocerte", le dijo Rey con dulzura.
Kylo se giró hacia ella, su mirada llena de dolor y esperanza. "No quiero causarle más daño, Rey. Mi presencia en su vida solo lo pondría en peligro", respondió.
Rey se acercó a él y puso una mano en su hombro. "No lo pondría en peligro, Kylo. Lo amas, y él también te ama. Merece conocer a su padre y tener la oportunidad de decidir por sí mismo qué tipo de relación quiere tener contigo", le dijo con convicción.
Kylo la miró, sus ojos llenos de gratitud. "¿Tú crees eso, Rey? ¿Crees que puedo cambiar lo suficiente para ser un buen padre para él?", preguntó con inseguridad.
Rey sonrió cálidamente. "Creo en la redención, Kylo. Creo que todos merecemos una segunda oportunidad y la posibilidad de cambiar. Y creo que, si te esfuerzas y luchas por ser una mejor persona, puedes ser un buen padre para Ben", le dijo con sinceridad.
Kylo la miró por un momento, dejando que sus palabras calaran en su corazón. Finalmente, asintió con determinación.
"Está bien, Rey. Haré todo lo posible para ser un buen padre para él, para que Ben sepa que lo amo y siempre estaré allí para él", prometió.
Rey sonrió y lo abrazó con cariño. "Eso es todo lo que podemos pedir, Kylo. Que hagas tu mejor esfuerzo", le dijo con gratitud.
Con el tiempo, Kylo fue acercándose más a su hijo, compartiendo momentos especiales y creando un lazo que trascendía la distancia y el conflicto.