Matthew

4

Muchas veces dicen que si la vida te la limones, prepara limonada. Y eso estoy haciendo ahorita. El departamento de encuentra solo, son casi las siete de la noche y voy a preparar algo de cenar.


 

Termino de revolver la jarra que prepare y la colocó en el refrigerador. Aprovecho para observar lo qué hay, para ver qué puedo preparar más de rato. Ya con una idea en mente, salgo de la cocina y subo a mi habitación.


 

Pasó la puerta y me recibe un hermoso anochecer, el sol está terminándose de ocultar y la habitación se encuentra iluminada por aquellos últimos rayos de luz dorada. Me acerco a los ventanales y me dedico el tiempo de observarlo todo. El cielo se encuentra con tonalidades azules, convirtiéndose a un morado, siguiéndole una combinación de nubes rosas y anaranjadas, finalizando con lo último que se alcanza a ver del sol.


 

Estos son momentos de la vida que no cualquiera ve, muchos se pierden de estas bellas obras de arte por estar corriendo en el trabajo, por venir estresados en el tráfico, por quedarse encerrados en sus casas con la cabeza agachada en el celular.


 

Veo cómo la habitación poco a poco va quedándose a oscuras y camino a mi mesa de noche para encender una luz. Recorro el lugar con la mirada en busca de algo que pudiera utilizar para cargar mis cosas mañana en la universidad.


 

Observo el gran bolso de tela que utilice con todas las cosas de mano en el viaje de Minnesota hasta aquí. Me hace eco a ella, la tomo y regreso a la cama. Saco todas las cosas restantes y ya vacía comienzo a buscar de entre mis maletas — que por cierto tengo que desempacar — y no encuentro absolutamente nada que pueda servirme para mañana.


 

De una de las maletas saco un sobre que tenía bien escondido. Si Caleb llega a verlo lo más seguro es que perderé lo poco que he logrado reunir con el tiempo. Saco un bolso más pequeño que utilizaba cuando salía con Joe y Anne en Minnesota, colocó algo de dinero dentro de él, mi celular  y tomo las llaves del penthouse. Me aseguro de apagar todo y dejarle una nota en la entrada a Caleb por si llega.


 

Cierro la gran puerta detrás de mi y le coloco llave. Bajo a la planta baja y comienzo a vagar por las calles. Doy con unTarget y me adentro a la tienda. Camino con tranquilidad por los pasillos, hasta que en la parte de atrás encuentro el área de papeleria, tomo un paquete de tres plumas negras y uno de dos azules y dos rojas. Al final del pasillo veo una pequeña bolsita para colocar las cosas y tomo un paquete de dos lápices del No. 2. Tomo una libreta con muchas divisiones y cuando decido que es suficiente para sobrevivir durante el semestre y un poco más, me dirijo al área de cajas y pago la compra.


 

Salgo con un una bolsa en la mano y tomo camino hacia el edificio donde ahora vivo.


 

Me sigo cuestionando el porqué de las decisiones de Caleb. Todo fue tan apresurado y no me creo ese cuento de hacerlo para volver a iniciar de cero.


 

Camino por la cera de la avenida y atravieso las mismas calles que anteriormente pise.


 

Después de casi media hora de caminata, comienzo a cansarme y me detengo por un momento. Saco el celular del bolso y veo la hora.


 

8:22pm


 

Se hizo tarde. Rogándole a Dios que Caleb todavía no haya llegado, retomo mi caminata a paso acelerador. Se que le deje una nota, pero de igual manera me asusta, aún recuerdo una de las últimas veces que salí sin su permiso. Comenzó a reprenderme por todo y como siempre, termino desviándose del tema y a repetirme que todo era mi culpa y a recordarme la mala "hija" que soy.


 


 

Subo al elevador lo más rápido posible para llegar al penthouse, y cuando estoy parada frente a la puerta introduzco la llave con cuidado de no hacer ruido, por si Caleb ya se encuentra dentro.


 

Entro sigilosamente, y con el mismo cuidado que abrí la puerta, la cierro.


 

— ¿A dónde fuiste? ¿Otra vez saliendo sin mi permiso? — su tono de voz me detiene.


 

— Salí por algo para mañana, algo que necesito para la universidad — contesto en voz baja.


 

— ¿Recuerdas la última vez que hiciste algo como esto? De salirte, sin llamarme, sin pedirme autorización. ¿Quieres repetir las consecuencias? — su voz cada vez suena más dura.


 

— Caleb, no es necesario, deje una nota, en la cocina. Y sabes que por más que quisiera irme, no puedo hacerlo — conteste elevando un poco mi tono de voz, para que pudiera escucharme bien y no tener mal entendidos.


 

— Lo se, y créeme que algún día me lo agradecerás.


 

— No lo creo — y soltando un suspiro, camino en rumbo a mi habitación.


 

Miles de imágenes pasadas comienzan a proyectase en mi mente. "Algún día me lo agradecerás" oh si, le voy a dar las gracias por su forma de ser conmigo, le voy a agradecer por hacharme la culpa de algo que no tengo ni idea. Le voy a agradecer cada estupida lágrima que en algún momento derrame gracias a él. Le voy a agradecer por todas las personas a las que él ha alejado de mi vida. Le voy a agradecer por cada cicatriz, tanto física como mental que me está dejando.


 

Aviento la bolsa con lo recién comprado a una esquina de la enorme habitación y me dejo caer boca abajo en la cama.


 

No bajo a cenar, ni siquiera me cambio de ropa. Simplemente me dejo llevar por los pensamientos y caigo rendida en un profundo sueño.


 

• • •


 

La alarma de mi celular comienza a sonar y me despierto exaltada.


 

Recuerdo todo. Hoy es mi primer día en la universidad. Me levanto corriendo de la cama y me meto al baño, tomo una ducha de 15 minutos y procedo a secar mi cabellera, hago mi rutina de cremas faciales y para las demás cicatrices del cuerpo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.