Matthew

6

La clase pasó muy lenta, y no solamente por la forma de llevar la materia, si no porque me sentí observada todo el tiempo de ella.


 


 

Finalmente el timbre suena, guardo las cosas que utilice en mi bolso y salgo del salón junto con los demás. En el pasillo me topo con Danny y con los demás. Cada quien camina hacia sus respectivos casilleros para dejar los respectivos libros y tomar camino hacia la salida. Acabó el día.


 

— ¿Entonces iremos a tu casa? — cuestionan las chicas Justo al pasar la salida de la USF.


 

— Ese es el plan, ¿no?


 

— Andando entonces — dice Danny.


 

— ¿Cómo vamos a irnos? — rayos. El camino no es muy corto que digamos.


 

— No tengo auto — les digo, analizando mis propias palabras.


 

— Oh, ¡ya se! Le dire a mi hermano que nos lleve. Y así el también sabe la dirección cuando vaya por mi — sugiere Danny.


 

— Me parece una gran idea — asiente Becky y yo también lo hago. Digo, ¿para que quiero caminar tantas cuadras?


 

Danny comienza a buscar con la mirada a su hermano, cuando parece ver a alguien grita.


 

— ¡Matt!


 

Uno de mis compañeros de última clase se dirige hacia nosotras, y a quien reconozco como al chico que no me quito los ojos de la nuca por una hora y media de clase.


 

— Hola, hermanita. ¿Nos vamos? — le pregunta el chico ahora se, nombre Matthew y hermano de Danny.


 

— ¿Puedes llevarnos a casa de Noah? — le pregunta — cierto que tonta. Matt, ella es Noah, acaba de llegar a la ciudad. Noah, el Es Matt, mi hermano, del que te había comentado.


 

— Matthew Coleman — se presenta ante mi extendiéndome una mano.


 

— Noah Silver — le contesto extendiendo mi mano hacia la de él. Siento su agarre firme, seguro.


 

— Y si, yo las llevo. Andando.


 

Las tres seguimos a Matthew y llegamos a una Jeep Wrangler negra con acabado mate. Él rodea el auto hasta llegar al lado del copiloto, donde abre la puerta y hace el asiento hacia el tablero dejándonos pasar a Becky y a mi. Danny se fue de copiloto.


 

Le voy dando las instrucciones de dónde girar y pasados unos 20 minutos - debido al tráfico - llegamos al lujoso edificio.


 

— ¿Vives aquí? — me pregunta confundido, aparcando la camioneta pegada a la acera. 


 

— Si.


 

— Dios mío, ¿Qué hace tu familia? No todos se pueden costear un departamento en este edifico — yo únicamente me quedo callada, sin sabes que responder. Yo tampoco se que es lo que hace Caleb para sacar el dinero y costear lujos así.


 

— Hay que bajar — dice Danny abriendo la puerta. De mi bolso saco las llaves que me dio el botones aquel día que llegamos.


 

Matthew también se baja y rodea la camioneta hasta llegar al lado de la puesta del copiloto y repite las mismas acciones para cuando veníamos hasta acá.


 

Le ofrece una mano a Becky, quien era la primera en estar a lado de la puerta y ella baja gustosa. Me deslizo por los asientos y el vuelve a ofrecerme su mano, por segunda vez en el día, mano que acepto. Apoyando mi mano izquierda - la que no tiene cicatrices - sobre la de él y por un segundo mientras saltaba de la camioneta a la acera, conectamos miradas, sus ojos cafés capturaron mis ojos grises. Por un segundo pude jurar que si me concentraba en ellos, podría ver mi reflejo. No se si fue efecto del reflejo de la luz, pero lucían indescriptibles.


 

Matthew se despidió de nosotras con un simple gesto con la mano y volvió a subir a la camioneta. Si no es hasta que nosotras nos adentramos al edificio el de va del lugar.


 

Me gusta eso de el, ese detalle de que se espera a ver qué su hermana este a salvo. A mi me hubiera gustado que alguien se preocupara así por mi. La única persona que tenía era mi madre, pero la perdí. Con el pasar del tiempo fueron llegando más personas, pero todas terminaban huyendo por culpa de Caleb. Anne y Joe fueron los únicos que a pesar de las circunstancias, nunca se alejaron. Sin embargo sucedió el gran cambio, y me vi sola otra vez. O eso creí. Me alegra que Danny y Becky estén conmigo, se siento bien lo cálidas que fueron contigo aún sin conocerme bien y yo a ellas.


 

Saludo al portero con una sonrisa y camino al elevador con las chicas detrás. Pulso el piso y llegamos. Al abrir la puerta suelto un sonoro suspiro.


 

— Pasen chicas — invito.


 

— Guau Noah, esto es increíble — comenta Becky caminando hacia el ventanal de la sala-comedor.


 

— Y espera a ver cómo se ve desde mi habitación — le respondo con una sonrisa — vamos a la cocina, ver si preparamos algo o si pedimos algo.


 

Cuando las chicas toman asiento en los taburetes, comienzo a pensar en algo bueno y sencillo, pero no, nada de me venía a la mente.


 

— ¿Y si pedimos una pizza?


 

— Que buena idea — asienten ambas y tomo el teléfono del penthouse para marcar a una.


 

— ¿Alguna sabe de una pizzería aquí cerca? Yo acabo de llegar y no tengo idea.


 

— Presta — dice Danny extendiendo su mano para tomar el teléfono.


 

Hace la llamada mientras Becky y yo esperamos.


 

— Listo.


 

— ¿Vamos subiendo? — les pregunto.


 

— Claro.


 

Me siguen otra vez mientras subimos las escaleras y llegamos a las habitaciones.


 

— Amiga, esto es increíble — es lo primero que dice Danny al entrar al cuarto.


 

— Gracias. Miren — digo llamando la atención de ambas — esto es lo que falta — les señalo las maletas.


 

— ¿Y dónde la colocaremos? — pregunta Becky.




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