Después de que Matthew me dejara en mi edificio. Guarde todo lo que me compre en mi armario y escondí las bolsas para no tener evidencia de que gaste dinero.
Normalmente Caleb no me presta atención en las mañanas, al igual que yo a él y espero que hoy no sea la excepción.
Tomo una blusa amarillo mostaza de manga al hombro y cuello de tortuga, junto a un pantalón roto de mezclilla y unos tenis blancos para ir a la USF. Repito mi rutina de bajar corriendo las escaleras y tomar una manzana de la cocina y tomar camino hacia la salida del penthouse y posterior al edificio.
Ya se me hacía raro tanta paz en estos días. Al querer salir por la puerta del penthouse soy interceptada por Caleb. Quien una de sus manos rodea con fuerza parte de mi antebrazo izquierdo.
— Eso va a dejar una marca — le digo refiriéndome a su agarre.
— ¿De dónde sacaste eso que traes puesto? — es lo que dice, aumentando más la fuerza de su agarre.
— ¿Dónde quedó la supuesta "familia feliz"? — le contraataco. No voy a decirle que compre las cosas con otro dinero que me tenia muy bien guardando.
— Vas a explicarme esto en la cena.
— Veré si no tengo tantas cosas que hacer — hago énfasis en "tantas".
Finalmente Caleb suelta mi brazo y procedo a salir de ahí. Prácticamente corro hacia el elevador. Presiono el botón de la planta baja y espero pacientemente a que esté abra sus puertas otra vez.
No me tomo mi la molestia de darle los buenos días al portero del edificio. Estaba con una actitud diferente a la de siempre. Pero no, cuando me encontraba en uno de mis buenos momentos ese engendro me arruina.
Sin tomarme la molestia de colocarme mis audífonos — como normalmente estaba haciendo — comienzo a caminar hacia la universidad.
Al llegar, noto que de lo frustrada que estaba con Caleb, mi paso fue más rápido, por lo tanto llegue antes.
Con las manos temblorosas de haber caminando tanto en tan poco tiempo, saco mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón. Estoy por mandarle un mensaje a Danny cuando escucho su voz atrás de mi.
Volteo y me la encuentro a ella bajando de la camioneta junto con su hermano.
Le regalo una sonrisa y comienzo a caminar hacia su dirección, así como ellos vienen a la mía.
— ¡Noah! Te ves fantástica así — alaga Danny.
— Gracias, yo la verdad no me sentía muy segura de hacer esto pero ya sabes, se tienen que afrontar ciertas cosas.
— Te asienta fantástico el haberlo hecho.
A mi amiga le suena el celular, y ella retrocede unos pasos para contestar, dejándome a solas con Mathew. Es la segunda vez en lo que va de la semana.
— ¿Qué te pasó aquí? — dice extrañado tomando mi muñeca, enseñando la marca que dejo Caleb.
— No es nada.
— ¿Sabes cuantas pequeñas arterias tienes reventadas en este momento?
— Claro, y como las puedo contar a través de tantas capas de piel.
— ¿Quién lo hizo?
— Dije que no es nada — cuanto esto pasaba en Minnesota no se notaba.
Zafo mi muñeca de entre sus manos y Danny casualmente regresa.
— Ya está. Estaba hablando con una prima. ¿Vamos a clases? — me pregunta a lo que yo asiento.
Solo le doy la espalda a Matthew para poder caminar hacia los pasillos. Pero otra vez soy retenida por alguien.
Regreso la mitad de mi cuerpo hacia él y me topo con la imagen de Coleman tomando mi brazo igual que Caleb, solo que él de una manera más... delicada, sin poner fuerza para lastimarme.
— Dime — insiste.
— Una escoria con mi custodia — contesto en voz sumamente baja, para que así nadie más pueda escuchar y viéndolo directamente a esos profundos ojos cafés.
No batallo para liberarme se su agarre y apresuro mi paso para alcanzar a Danny.
— Por cierto — me dice ya que estamos a cierta distancia — Luces bien — menciona mientras pasa su mano por su brazo, donde yo tengo mis cicatrices.
No tengo tiempo de responderle, cuando Danny me jala hacia el interior del edificio.
Mierda y mierda otra vez. ¿Por qué le dije? ¿Qué hice? ¿Por qué pregunta tanto?
• • •
— ¡Hey! Que guapa te ves así — habla Peter cuando llegamos a la mesa — la verdad ya me estaba dando calor verte con las sudaderas.
— Imagínate el calor que sentía yo con ellas.
Nos posicionamos como normalmente lo hacemos en la mesa: Peter, Flynn, Jordan, Becky, Danny y finalmente yo.
Se escucha que se abre la puerta de la cafetería y risas comienzan a inundar el lugar.
Volteo ligeramente y al ver que solo son Matthew y los otros dos chicos que siempre — o la mayoría de las veces — están con él.
Regreso a mi posición natural y me concentro en la conversación que se sostiene en la mesa.
— Noah, no quiero ser metiche ni nada, pero, ¿Puedo preguntar qué te pasó? — dice Jordan.
— Larga historia.
— Se resolvieron sus "cosas de mujeres" — pregunta Flynn agudizando la voz en lo último. Ocasionando quena carcajada de mi parte.
— Si, se podría decir que si — responde Becky dándome una sonrisa.
— Súper bien, oigan, se que ya se acerca el fin de semana. ¿Qué les parece si salimos? — propone Peter.
Editado: 28.10.2020