Matthew

13


 

Nos quedamos un rato más en esa posición. No se exactamente cuánto tiempo pasó pero Matthew ya se tenía que ir.


 


 

— Tengo que ir a recoger a Danny, ella no sabe que me fui — me informa — iré a dejarla a la casa, pasaré por algo para comer y regresaré.


 


 

— No es necesario, ve a casa — digo yo.


 


 

— No, no es necesario... — contesta — pero, quiero regresar.


 


 

— Bien — acepto.


 


 

Toma su celular de la mesita que tenía desde la madrugada, se acerca a mi y plantándome un beso en la frente de manera fraternal de despide. Lo veo caminar hacia la puerta de la azotea hasta que finalmente se pierdo de mi vista.


 


 

Me espero unos momentos más, y decido regresar al penthouse a cambiarme y darme una ducha. Mi mejillas empiezan a sonrojarse al darme cuenta que estoy con un short pegado y una camisa enorme que me quede de Joe. Y Matthew me vio así.


 


 

Dios mío, que vergüenza.


 


 

Tomo mi celular y la manta que tenia, bajo por el elevador a mi piso y me adentro al departamento en completo silencio. Estoy días son muy delicados para mi y para Caleb, es por eso que decidimos pasarlos por nuestra propia cuenta. Mientras yo me la paso encerrada o en cualquier otro lugar, sola, y llorando, Caleb se la pasa tomando hasta perder la conciencia. Esos días trato de evitarlo al máximo que puedo, aún no se bien hasta que nivel de locuras pueda cometer en alto grado de ebriedad.


 

Me paseo por el living hasta comenzar a llegar a las escaleras cuando una voz me detiene.


 


 

— Noah... — su voz suena mal. Es lenta, grave y hay algo más que no puedo descifrar.


 


 

Volteo a verlo. Se encuentra a unos metros de mi. Lo observo y me doy cuenta de lo que tiene en las manos.


 


 

— Caleb... — susurro con la voz temblorosa mientras camino lentamente hacia atrás.


 


 

— Finalmente te veo por estos días del año — encuentro un tono de burla en su voz — sabes... estuve mucho tiempo pensando en...


 


 

— Caleb... baja el cuchillo — susurre otra vez con voz nerviosa.


 


 

—... lo necesario que fue la muerte de tu madre para llegar hasta aquí — ¿qué? 


 


 

Camina otra vez hacia mi. Seguí retrocediendo hasta que llegue a las escaleras. Las empece a subir de espaldas sin quitar la vista de todos los movimientos de él.


 


 

— Y sabes, todo esto es tu culpa — dice en voz baja — tu culpa... — elevó un poco más la voz. Y lo repitió varias veces más. Como si disfrutara decir que todo era mi culpa.


 


 

— Lo se... ya me lo has dicho, todo esto es mi culpa — me tiembla mucho la voz. Estoy muy nerviosa — pero Caleb, tienes que bajar el cuchillo, estas ebrio y no sabes lo qué haces.


 


 

— ¿Ebrio? — frunce el ceño de manera divertida — un ebrio se pone a chillar o va y se acuesta con otras. Yo no estoy ebrio.


 


 

Volteo a ver detrás de él y por lo que se alcanza a ver de la isla de la cocina no hay tantas botellas de alcohol como imaginé.


 


 

En mi bruto momento de distracción, Caleb avanza más hacia mi. Yo comienzo a volver a subir las escaleras más rápido. Pero tropiezo con mis pies, quedan atorados entre los escalones de las escaleras y yo caigo.


 


 

Caleb comienza primero a golpearme y cubro mi rostro y abdomen con mis brazos.


 


 

Toma la hoja del cuchillo y me pega con el mango de este, sin importar el cortarse. Me agarra los brazos con una mano, y el al ser claramente más grande que yo, me inmoviliza con facilidad. Me hunde sus puños en la parte del estomago varias veces dejándome sin aire. Suelta mis manos y toma el cuchillo de manera correcta.


 


 

Dios mí, no. Por favor no.


 


 

Empieza a hacerme varios cortes en las piernas, mi brazos y el filo rozó mi cuello. Intenté sacármelo de encima pero volvió a tomarme de ambas manos y realizó varios cortes en todo el abdomen.


 


 

La sangre comenzó a salir de mi. Siento que es demasiada. Bajo la mirada a los cortes y se me encoge el estómago. Me da una última cachetada en el rostro para después levantarse de encima mío, bajar las escaleras que alcancé a subir y desaparecer por la puerta.


 


 

Comencé a sentir un asco horrible, pero nada salía de mi. Lo único que veía era como la sangra seguía saliendo de mis heridas.


 


 

En un intento por levantarme, pierdo el equilibro y vuelvo a caer. Mi visión comienza a hacerse más pesada y no puedo sostenerla más.


 


 

¿Es en serio? ¿Así terminará mi vida? ¿Desangrada por las heridas que un idiota ebrio me causó?


 


 

Yo creo que no.


 


 

Vuelvo a intentar levantarme y el teléfono del departamento empieza a sonar. Sin embargo eso es lo único que me importa. Camino unos dos escalones más cuando vuelvo a caer y esta vez, todo está oscuro.


 


 


 


 


 


MATTHEW‘S  POV.


 


 

— ¿Dónde estas? — escucho a mi hermana a través del teléfono.


 

— En el estacionamiento, te estoy esperando — contesto.


 


 

— Ah, ya te vi. Ya voy — cuelga el teléfono y la veo caminar hacia mi.


 


 

Nos subimos a la camioneta y tomo camino rumbo a casa. Enciendo la radio y varias canciones comienzan a sonar por las bocinas del coche.




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