Matthew

24

Seguimos las órdenes que nos da Hank y soy custodiada por toda la unidad hacia un cuarto especial.


 


 

Al entrar, abren unos gabinetes pegados a la pared. Y dejan a la luz todo tipo de armas. No me pregunten cuales, porque esta vez no se que contestar.


 


 

— Te quedarás aquí hasta que todo esto termine. No sabemos quienes son ni qué es lo que quieren — dice el superior el modo de orden.


 


 

Sin dejarme decir una sola palabra, todos salen de la habitación equipados. Si creen que me voy a quedar aquí sin hacer nada están muy equivocados. Me acerco rápidamente hasta la puerta y compruebo mi lamentable sospecha, está bajo seguro. No tengo nada en mis manos que me ayude a abrirla sin dañar tanto la cerradura.


 


 

Pasó mis manos por mi cabello en signo de frustración.


 


 

Matt está allá afuera y lo van a terminar tomando como prisionero, lo sé. Tengo que evitar que pase eso.


 


 

Pienso y pienso y pienso. Mi única salida es intentar como en las películas, intentar abrir la cerradura con un arma. Abro los estantes y de ellos tomo una pistola no muy grande.


 


 

Regreso a donde estaba y golpeando la cerradura con esta intento romperla.


 


 

Dios mío, que estupida.


 


 

Cargo el arma de manera correcta y me pongo en posición para disparar, apunto con los brazos firmes al igual que ellas piernas y suelto la bala. La intensidad de esta me hace dar un paso hacia atrás, pero finalmente la puerta está libre.


 


 

Salgo al pasillo y volteando hacia ambos lados comienzo a correr hacia mi lado izquierdo. Doblo otra vez hacia la izquierda y comienzo a reconocer mejor los pasillos. Por aquí pase cuando me sacaron de mi posición de rehén.


 


 

Comienzo a escuchar barullo y mucho movimiento en uno de los pasillos a lo alrededor. Agudizo mi oído y sigo mis instintos hasta doblar en un pasillo.


 


 

Unos hombres vestidos como soldados con chalecos antibalas y botas militares sostienen a alguien con una bolsa de tela negra en la cabeza y las manos esposadas hacia atrás.


 


 

Una cadena color plata resalta de entre toda la ropa negra del sujeto que se encontraba poniendo resistencia y al instante lo identifico.


 


 

Mi boca se abre en una grande y perfecta O al verlo en esa posición.


 


 

— ¡Suéltenlo! — grite mientras volvía a correr hacia ellos — ¡Matthew! — me arrodillé frente a él y le quité aquella tela del rostro, revelando aquellos ojos oscuros que tanto me gustaban.


 


 

— ¡Te dije que te quedaras en el refugio! — escuché la voz autoritaria de Hank hablarme. Pero yo estaba concentrada en otra cosa — Te lo digo como padre, no como jefe.


 


 


 

La sonrisa que me regaló Matt al verme es indescriptible. Sonreí de alivio al ver que estaba bien.


 


 

— Hank, no quieras venir después de 18 putos años a quererme dar órdenes como un padre, porque sobre mi no tienes autoridad alguna — conteste volteándolo a ver —. Ahora, no se si serías tan amable de decirle a tu gente que suelte al novio de tu hija — dije haciendo énfasis en las últimas palabras para que me cayera el saco.


 

— ¡¿Y tú quién te crees para llegar a gritarme y hablarme de esa manera?! Siendo yo el jefe.


 

A ver. Para empezar yo nunca le grite. Pero si quiere que nos pongamos de ese modo...


 

— Soy la persona a la que necesitas para tu estupida misión. Soy la persona que está arriesgando su vida sin saber qué es. Así que haremos las cosas a mi modo quieras o no. Es hora de que le den un cambio a este lugar y yo me encargaré de eso.


 


 

Levantó las cejas incrédulo y con una sola mirada le dio a entender a sus hombres lo que debían de hacer.


 


 

En cuanto Matt estuvo libre, se levantó de donde estaba y me envolvió en sus brazos. Correspondí al abrazo posando mis manos en su nuca atrayéndolo hacia mi. Nos separamos por un segundo que aprovechó para unir sus labios con los míos.


 


 

— Me diste un susto de muerte. No quería, pero me era inevitable pensar lo peor — Matt susurro solo para que nosotros dos nos escucháramos, posicionando su frente sobre la mía —. Pero estás aquí, a salvo, estás bien — su mano derecha viajo hasta el lado izquierdo de mi rostro y acarició levemente la herida. Su ceño se frunció — ¿Qué te pasó Squibb ¿quién te hizo eso?


 


 

— Oh amigo, ni se lo preguntes — escuchamos la voz de Antonio y eso nos saco completamente de nuestra burbuja.


 


 

— ¿Por qué siguen aquí? No sean metiches y largo — los corrí. Al momento en el que liberaron a Matt ellos ya no debería estar aquí, él es asunto mío, no de ellos.


 


 

— Pues tu noviecito entró y encontró la locación del Área 51. Estará en custodia hasta que conteste unas preguntas — demandó Hank.


 


 

— Le contestó las que quiera, señor, pero necesito que deje libres a mis amigos — pidió Matthew.


 


 

— ¿Amigos? — pregunté alzando una ceja.


 


 

— Larga historia — río nervioso rascándose la nuca.


 


 

Hank medito un poco las palabras del chico a mi lado. Se que no confía. Matthew acaba de violar toda la seguridad y entró al área.


 


 

— Lo haré hasta que contestes todas nuestras preguntas — sin decir más Halstead se dio la media vuelta comenzó a caminar por el inmenso e infinito pasillo.




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