Matthew

Epílogo

Salí del edificio con las manos en el bolsillo de mi gabardina. Hacia un frió de horrores, estábamos en el peor lugar para esta época del año. Chicago.


 


 

Han pasado varios años desde que se descubrió lo de los diarios y permisos el rastro, mi colaborador pidió que nos viéramos de manera urgente y a eso voy.


 


 

Me subí a mi auto y conducí hacia el edificio del que mi socio era dueño, la recepcionista ya me conocía así que con nada más darle una mirada me dejó pasar. Subí en el ascensor hasta el último piso.


 


 

Las puertas se abrieron y una enorme puerta de sauce negro se encontraba frente a mi. Tomé el pomo metálico y con cuidado la giré. Lo primero que recibió mi vista fue humo. Mucho humo.


 


 

—Te estaba esperando — sonó su voz enronquecida, se notaba que había estado fumando y tomando, pero aún así y de su aspecto de vago no podía decirle nada. Pues era un hombre multimillonario y poderoso, muy respetable a pesar de todo.


 


 

—¿Qué tienes para mi? — cerré la puerta detrás de mi.


 


 

—Vamos amigo mío, toma asiento que las sorpresas apenas empiezan.


 


 

Caminé hacia él y me senté frente a su escritorio. Tomé un cigarro que me ofreció y lo encendí con el mechero sobre la mesa.


 


 

—¿Entonces?


 


 

—Mis informantes son grandes ¿sabes? Uno dio la cabeza por obtener esto... — me miró —. Los encontramos.


 


 

Abrí los ojos grandes sin creerlo.


 


 

—¿Dónde?


 


 

—Alto, alto, alto... — me detuvo con la voz rasposa —. Se que la paciencia no es una de tus mejores cualidades, pero te pido que lo seas, solo por esto.


 


 

Asentí y espere a que siguiera hablando.


 


 

—Los diarios están resguardados en un especié de portal que abrió el Área 51, lo hicieron para mantenerlo alejado del chico...


 


 

—Matthew.


 


 

—Exactamente. 


 


 


 

—¿Y qué pasó con la chica?


 


 


 

—Cayó en coma, logramos tumbar a uno de ellos —soltó una risa.


 


 


 

—¿Qué hay del chico?


 


 

—Se volvió loco con las perdidas... quiere provocar una guerra.


 


 

—Tenemos que planear el siguiente movimiento. 


 


 

—Pero eso no termina ahí, el portal que se abrió para esconder los diarios, repercutió en el océano.


 


 

—No entiendo.


 


 

—Tu no, pero yo si... quien diría que los libros de fantasía se hacen realidad.


 


 

Entonces esperaremos a que un par de locos que se creen sacados de un libro de fantasía solucionen esto — me burlé y lo vi asentir, esto iba en serio.


 


 

—Exactamente... ellos nos ayudarán a traerle paz a este mundo y nos liberarán de la destruction que esos diarios y ese chico nos traerá.


 


 


 

Continuará...




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