Maúllo por ti

Capítulo Único

Especial Día de los Enamorado.

Diana subió con agilidad al techo y dirigió su mirada a quien la estaba esperando de espaldas, caminó sigilosamente hasta llegar junto a él, y cuando estuvo al lado, frotó su hocico en el costado de su cuerpo, éste al darse cuenta, recibe su tacto e inclina su rostro para hundirse en su pelaje.

–Mi Diana, estás incluso más bella que la luna esta noche.

Diana le da la espalda a Nabih y regresa de inmediato con una pata de pollo entre sus dientes.

–Para ti. –Sonrojada Diana se frota un segundo más contra su cuello y se deja caer junto a Nabih mientras éste disfruta su cena. Una vez su estómago estaba lleno y ambos contemplaban juntos el paisaje de la ciudad silenciosa en aquella noche de verano Nabih comenta:

–Ojalá no ser una carga, solo soy un gato callejero.

–No me importa traerte la cena, quiero que estés bien alimentado –respondió Diana limpiando sus bigotes. –Debemos ir con mi mamá, ella de seguro te dejará quedarte y podremos vivir juntos.

Ambos se levantaron de un salto al escuchar un golpe seco seguido de un grito:

–¡Fuera! Animales pulgosos. ¡Fuera de mi techo! –dijo el dueño del techo donde estaban los felinos disfrutando la noche.

Ambos salieron disparados del viejo gruñón como dos balas, alejándose de aquella vivienda y poniéndose a salvo en el techo de la casa de Diana.

–¿Cómo se dió cuenta que estábamos allí? –dijo Nabih jadeando por la inesperada carrera.

–Me tomó por sorpresa –respondió Diana.

Segundos después ambos estaban carcajeando a pata ancha por la situación tan imprevista que acababan de vivir.

–Corres muy lento –decía Diana aún carcajeando.

–Y tu vista es igual a la de un topo –ambos comenzaron a juguetear tirándose encima del otro y mordiéndose mutuamente de forma suave.

Diana y Nabih se conocieron un día lluvioso de primavera, ambos fueron sorprendidos por gotas pesadas cayendo del cielo, lo que necesitó que buscaran refugio. Diana aunque tuviera un hogar donde volver, se vio en el problema de estar demasiado lejos y se dispuso a buscar un resguardo temporal hasta que parase el chaparrón, encontró un techo tapado por una gran rama llena de hojas, allí no se mojaría. Nabih por su parte estaba acostumbrado a las lluvias de la época, pero aún así le resultaba una molestia, fue donde estaría seguro, disfrutando ver las gotas caer, el techo de un cobertizo, cubierto por una gran rama de caqui, al llegar allí se echó cómodamente pero no había pasado mucho tiempo hasta que sus ojos divisaron una sombra y sus oídos un quejido, decidió ver qué sucedía. Diana debería pasar por una cornisa delgada para poder llegar a su destino, –No iba a haber problema –pensó. Pero cuando estaba a punto de llegar su pata se resbala por el moho húmedo y la gravedad amenaza con llevarla al suelo un par de metros abajo, de repente, aparece como por obra del destino, un noble gato de color negro dispuesto a no dejarla caer, éste desconocido agarra su lomo con firmeza entre su boca y la ayudó a subir salvandola de una caida asegurada. Cuando se dispone a agradecer a su salvador luego de sacudir las gotas de su pelaje se queda plasmada por la belleza de éste, un gato grande, algo desaliñado, negro con unos ojos verdes del color de las hojas de los arboles en primavera, penetrantes, estaba parada frente a ella mirándola perplejo.

–Es el amor de mi vida –pensó Nabih sin poder quitarle los ojos de encima a esa bella gatita que tenía parada frente a él, su pelaje blanco y brillante, cubierto por unas manchas color té con leche, era una obra de arte, y podía perderse por años en esos ojos color miel que reflejaban toda la dulzura dentro de su corazón.

–Muchas gracias –dijo la desconocida –Me hubiera hecho daño si no fuera por tu ayuda, me salvaste.

–¿Cómo iba a dejarte caer? Jamás. –dijo Nabih aún hipnotizado por aquella belleza.

–Me llamo Diana, ¿y tú?

Aquella pregunta sacó a Nabih de su ensoñación, éste sacudió la cabeza para espabilarse y luego respondió ––Mm, bueno, alguna vez me llamaron Nabih.

–Mucho gusto Nabih, eres mi héroe –dijo Diana con ojos agradecidos.

Luego de su primer encuentro y compartir una tarde lluviosa juntos, se volvieron inseparables, como si estuvieran hechos el uno para el otro.

Diana limpiaba a Nabih con esmero. –Debes verte muy bonito, así mamá te adoptará enseguida.

Cuando Diana pareció conforme con su trabajo ambos gatitos bajaron del techo, era de día pero el sol comenzaba a despedirse en el horizonte. Ya en el piso de su casa Diana comienza a maullar.

–¿Diana, qué sucede?

Cuando María abre la cortina que separaba a su gatita de ella se encontró con dos gatitos sentados uno al lado del otro, observándola atentamente, como si hubieran estado esperándola.

–Oh –comentó María de la sorpresa. –¿Es tu amigo Diana?

Diana comenzó a refregar su cuerpo contra el de Nabih con la cadera levantada para responder la pregunta demostrando que este era algo más que un amigo.

–Ya veo –comprendió María. –Claro que puede vivir aquí –dijo estirando su brazo para que el felino la huela y decida si confía en ella, Nabih responde a su acercamiento acercándose y dejando que María le haga una larga caricia desde sus cachetes hasta la cola, él parece encantado.




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