Mavis Baker investigadora paranormal.

Capitulo 5.

Capítulo 5.

 

 

Rumania, Transilvania 1819.

 

 

Las risas resonaban por todo el castillo. Dos jóvenes se perseguían sin parar por los pasillos, corrían más rápido que un guepardo y cuando pasaban cerca de alguna persona de la servidumbre lograban hacer que sus ropas volaran e incluso algunos de los trastos que cargaban.

 

Afuera los esperaba una pareja de adultos tomados de la mano, a su lado una hermosa mujer de cabello rojo como el fuego sonreía a la espera del hombre del que estaba enamorada. Con una ráfaga de viento muy fuerte los dos jóvenes se detuvieron delante de las tres personas.

 

— ¡Te he ganado tío! Cada vez estas más viejo. — lo pullo el más joven de los dos.

 

— ¡Pero si tenemos casi la misma edad idiota! — gruñó con mal genio el mayor dándole un fuerte golpe en la nuca, golpe que pudo haber matado a un humano normal.

 

— ¡Pero serás bruto Mikaela! — grito el agredido llevándose la mano a la parte trasera de su cabeza y sobándola con una mueca. Se puso recto y se preparó para saltar sobre su tío.

 

— Jest... — lo llamo una amenazante voz desde atrás. El joven miro a su madre con sus grandes ojos verdes brillando con inocencia, luego pasaron hasta la otra mujer. Un bufido salió de sus carnosos labios.

 

— ¿Que hace ella aquí? — gruño sin preocuparse por las apariencias.

 

— Cariño, te dije que iríamos a dar un paseo hoy. — le recordó la chica sonriendo con ternura. Jest la miró como si se hubiera vuelto loca.

 

— Pues será mejor que se vaya sola, porque mi agenda no tiene espacio para brujas como usted.

 

— Jestían. — lo volvió a reprender su madre usando esta vez el nombre completo del príncipe. Jest suspiro dándose ánimos internamente.

 

— ¿Dónde quiere que la acompañe Lady Hazel?

 

— Oh no seas tan formal, cielo. — dijo ella soltando una risilla que le puso los nervios de punta al príncipe.

 

— Oh cielo, yo también quiero ir. — la imitó Mikaela colgándose del brazo de su sobrino y mejor amigo mientras hacia una voz molesta y chillona.

 

— ¡Quita de encima Mika!

 

— Disculpe el alboroto Lady Hazel, como vera mi hermano y mi hijo son muy... Peculiares.

 

— Creo que vosotros los vampiros tenéis mucha energía. — respondió ella mirando con ojos soñadores a Jestían.

 

 —Lo que pasa es que se parece a su madre. Nirvana era muy maleducada cuando nos conocimos, la primera noche me aruño todo el rostro. — musito el padre de Jest con una sonrisa divertida.

 

—No hice nada que no te merecieras Eros. — contesto con mordacidad la mujer mirando con diversión a su marido.

 

— Su relación es tan bonita, espero que algún día su hijo y podamos ser así.

 

Jest rodo los ojos intentando encontrar la manera de quitarse a esa loca de encima, comenzaba a ser cansado tener que lidiar con ella. Mika le lanzo una mirada divertida que logro colmar la paciencia del príncipe, que gruño furioso antes de saltar sobre él y encajarle un fuerte golpe en la mandíbula, el sonido de los huesos rompiéndose no tardó en llegar y las risotadas del agredido llenaron el lugar.

 

— ¡Estás loco Mikaela!— chillo la reina corriendo hasta su cuñado que se sostenía la mandíbula con la mano y entre carcajadas escupía sangre en el verde césped. Eros sostenía a su hijo para evitar que terminara de moler a golpes a su tío.

 

El príncipe Jest era bien conocido por ser una persona gentil y respetuosa, pero también lo era por ser temperamental y perder la calma con facilidad.

 

 

Desde unos metros Lady Hazel miraba todo con sus ojos verdes oscurecidos. Muy pronto todo terminaría.

 

 

 

París, Francia 2019.

 

— Un vampiro... — susurró Mavis sin creerlo.

 

Jest sonrió dejando ver su blanca dentadura, los largos colmillos brillaban en su lugar.

 

— Nunca había visto uno de cerca.

 

— Igual yo, y menos un fantasma.

 

— Alma. — las corrigió él sintiéndose un poco abrumado al tener a las dos chicas casi encima. Un poquito más y lo traspasaban.

 

— Alma, fantasma, espíritu. Lo que sea. — musitó Hayley apartándose, fue hasta la mesa y de un movimiento de su mano las cartas comenzaron a apilarse entre ellas. Mavis, por otra parte, estaba tiesa en su lugar fulminando con su azulada mirada la verde del fantasma.

 

—Si querías que te ayudará ¿porque no lo dijiste desde un principio? — le preguntó.




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