Mavis Baker investigadora paranormal.

Capitulo 8.

La bruja anciana miro a su nieta durante unos minutos antes de sacar una larga varita de una de las mangas de su larga túnica, dando varios golpecitos en el aire las cosas comenzaron a reducir su tamaño y luego se apilaban en un pequeño cesto que había en una esquina de la sala.

 

  • — Tienes muchas que explicarme, Mavis. Pero te ayudare solo por esta vez y no preguntare, pero sin embargo cuando necesite tu ayuda deberás bridármela y no podrás negarte.

 

 

Mavis trago saliva, pero asintió tratando que los demás no notaran como la petición de su abuela la había puesto nerviosa. La investigadora sabia por experiencia propia que los favores a su abuela podían costarle caro, Mer era una bruja conocida en los subterráneos por su astucia e incluso la llamaban zorro.

 

  • — De acuerdo…

 

Una sonrisa divertida se estiro en los labios de Mer. Cuando las cosas estuvieron bien apiladas en la canasta se arremango las mangas de la túnica y busco una tiza entre las muchas vasijas, saco una blanca.

 

  • — ¿Puede alguien retirar la alfombra?

 

 

La rubia rodo los ojos, su abuela y esa vieja maña de dar órdenes y nunca pedir por favor.  Mer no era una mujer amable ni mucho menos amorosa, era mentirosa y engañosa. 

 

 

Leo y Darren se apresuraron a tomar un lado cada uno y la enrollaron rapidez. Jest miraba la escena cruzado de brazos flotando en el aire, esa bruja no le daba buena espina. Había algo en su oscura mirada que ponía todos sus instintos al cien por ciento.  

 

 

La bruja comenzó dibujando un gran circulo en el piso de madera y luego en él una estrella invertida de cinco puntas, el dibujo brillo cuando estuvo terminando. Mer le dio un pequeño empujón a su nieta que estaba conmocionada mirando el pentagrama y parecía a punto de comenzar a gritar como loca en algún momento, y con toda la calma del mundo se sentó sobre el centro en posición de indio e invito a Mavis a unirse, la rubia entro al círculo temblando de los nervios. La estrella brillo con más fuerza al percibir la fuerte energía mágica, y juntando sus manos con las de Mavis, Mer comenzó a recitar en latín.

 

 

  • — Ostende nobis quaerite mihi homo. 

 

Mavis que seguía cayada recibió un pequeño apretón en las manos, sus ojos celestes se encontraron con los de su abuela. Respiro profundo y repitió las palabras que la anciana había recitado. Las repitieron una y otra vez hasta que un fuerte resplandor se alzó sobre las cabezas de ambas brujas, un viento frio les erizo los brazos a todos y una escalofriante risa los hizo alzar las cabezas hacia arriba sorprendidos.

 

  • — ¿Qué demonios? – susurro Mer viendo la larga cabellera roja como la sangre, de la sangre de quienes había perecido bajo su mano.

 

 

Arriba de sus cabezas se alzaba la imagen de una mujer pelirroja de espladas. Llevaba ropas de epoca ligeramente manchadas de rojo carmesí. 

 

La visión de la mujer pronto se fue tornando tan borrosa hasta que desapareció. Mer temblaba de ira en su lugar.

 

  • — ¿Qué demonios tienes que ver con Hazel Birch, Mavis Baker? – pregunto furiosa soltando de golpe las manos de su nieta, la rubia tembló en su lugar asustada por la reacción de su abuela. Esos enormes ojos negros la miraban como si quiera estrangularla en ese momento.

 

  • — ¡¿Hazel Birch?! – la aguda voz de Hayley rompió el tenso silencio que reinaba en la habitación. - ¡Estamos muertos! Hazel Birch es una de las brujas más sangrientas de la historia y fiel cazadora de vampiros.

 

 

Leo tomo con fuerza el brazo de Darren. Todos en los subterráneos y alrededor del mundo sabían sobre Hazel Birch, una bruja temida que no dudaba en asesinar. Hazel era conocida por muchas cosas, pero sobretodo por torturar, desmembrar y asesinar vampiros. Donde quiera que fuera siempre dejaba un rastro de sangre y dolor.

 

 

  • — Su nieta no tiene nada que ver con esa mujer, es culpa mía que estén metidos en este asunto. – la agresiva voz de Jest hizo que Mer dejara de ver de forma amenazante a la investigadora.
  •  

 

Era la primera vez que Mer notaba la presencia de Jest en la cabaña, al tener alrededor de trecientos años la vieja bruja había ido perdiendo parte de sus sentidos y el que era capaz de notar a fantasmas estaba aún más deteriorado y por eso no había sido capaz de sentir al fantasma que flotaba a unos centímetros sobre el suelo. Sus ojos negros lo recorrieron por completo sorprendidos.  

 

  • — Jestían Drácula. – hablo con voz temblorosa.




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