Capitulo 17
Dumbledore comenzó la clase. Su figura venerable irradiaba sabiduría y calma. A pesar de que el tema del día versaba sobre los Boggarts, el profesor se sumergía en la explicación con una serenidad que envolvía a los estudiantes en un manto de tranquilidad. La voz del profesor flotaba en el aula como una suave melodía, haciendo que la complejidad de los Boggarts se volviera comprensible.
Con paciencia y cuidado, Dumbledore formaba a los alumnos para que enfrentaran al Boggart. Cada palabra suya era un recordatorio de que no había razón para temer, ya que los Boggarts, en esencia, no eran malvados; se alimentaban de los miedos de las personas. La explicación detallada del profesor envolvía a Maxine y Newt en un conocimiento más profundo, guiándolos hacia una comprensión más clara de esta criatura mágica.
Maxine, sin embargo, aún albergaba miedos que la mantenían cautiva. Su reticencia se manifestó al ubicarse más atrás en la fila, buscando una distancia segura. La observación atenta de Dumbledore no pasó desapercibida; su mirada comprensiva capturó la inquietud de Maxine.
"El miedo es un sentimiento natural, pero no deben dejarse consumir por él. Deben ser valientes y enfrentarse a sus peores temores. Una vez que los encuentren, deben aprender a dominarlos..." Las palabras de Dumbledore fluían con suavidad, como un consejo paternal destinado a guiar a sus jóvenes estudiantes a través de un proceso de autodescubrimiento y superación.
Maxine observaba con atención cómo Newt se aproximaba al Boggart, adoptando la forma de un escritorio. Dumbledore, siempre imperturbable, se dirigió al joven: "¿A qué le teme el Señor Scamander?". Con una sonrisa, Newt respondió: "Me da miedo trabajar en una oficina, Señor". La risa del profesor resonó en el aula, mientras instaba a Newt a conjurar el hechizo Riddikulus. Pronunciando las palabras mágicas, el escritorio se transformó en un pequeño dragón mecánico, desatando risas contagiosas entre los presentes.
El miedo de Newt, lejos de ser peligroso, resultó ser cómico, y la atmósfera se llenó de alegría. "¡Muy bien!" exclamó Dumbledore, elogiando la habilidad de Newt para enfrentar su miedo y transformarlo en algo divertido.
Maxine dirigió una mirada a Newt, preguntándose si su peor miedo sería igualmente cómico. Después de que algunos estudiantes enfrentaran al Boggart, Dumbledore, con su calma característica, se dirigió a la joven con la pregunta: "Ahora, ¿cuál es uno de tus peores miedos, Maxine?"
Era el turno de Maxine. Avanzó hacia el Boggart con una expresión de incertidumbre y respondió: "No lo sé, Señor". El Boggart adquirió la forma de un libro antiguo en blanco, con el nombre de Maxine desapareciendo de sus páginas. Maxine se sintió perturbada por dentro. De alguna manera, la joven se puso tensa, y su peor miedo resultó ser algo inusual: un libro en blanco. Aunque la manifestación del miedo fue peculiar, Maxine se estremeció ante la presencia de ese libro sin contenido.
"Atrévete, Maxine..." Dumbledore no la presionaba, al contrario, le dio la opción de no acercarse si no se sentía cómoda haciéndolo.
"Señor... mi peor es... mi miedo..." Maxine se sentía cada vez más tensa ante lo que estaba por suceder; el libro seguía en blanco, una representación palpable de sus temores.
Respirando hondo, Maxine pronunció el hechizo Riddikulus. El libro sobre el escritorio pareció transformarse en un gran álbum lleno de luces y recuerdos; se convirtió en fuegos artificiales. Mientras pronunciaba el conjuro, Maxine visualizó el libro con páginas en blanco transformándose en un libro mágico que se llenaba rápidamente con escritura brillante y vibrante. Las páginas se colmaban con sus logros, amistades y momentos significativos en su vida, simbolizando que su historia estaba lejos de ser olvidada o sin significado.
Este hechizo Riddikulus le recordaba a Maxine que su impacto en la historia es valioso y que tiene el poder de llenar las páginas de su propio destino. Una sensación de alegría la invadió. Su miedo era que su impacto en la historia fuera olvidado o que no pudiera escribir un futuro significativo. Ahora, con el álbum resplandeciente, se sentía renovada y llena de determinación.
Dumbledore no pudo evitar sonreír al ver la expresión de Maxine; su terror ante el libro se había transformado en una hermosa experiencia. La joven irradiaba felicidad, y el profesor compartía su alegría.
"Qué bien, Maxine... Estoy muy feliz de saber que has escrito tu historia y que no te preocupes... nunca se te olvide la gran influencia que has tenido en la historia..." Dumbledore le dijo a la joven con calidez; el profesor tenía muchas palabras agradables para compartir.
"¡Gracias, Profesor Dumbledore!" expresó Maxine con gratitud, dejando pasar al siguiente estudiante mientras regresaba con Newt. Este último, genuinamente contento por el logro de Maxine, le dedicó una sonrisa mientras ella tomaba asiento a su lado. La atmósfera estaba llena de positividad y logros compartidos.
"Maxine, ¿qué te pareció?" preguntó Newt con curiosidad a su amiga. La atmósfera estaba cargada de positividad y todos se sumergían en una sensación de alegría compartida. El entorno, en efecto, irradiaba amabilidad y camaradería.
"Oh... pensé que iba a ser peor," se rió Maxine, disfrutando del ambiente alegre y de la compañía de Newt. La risa se mezclaba con la felicidad que se respiraba en el lugar. Newt respondió con una sonrisa cálida, contento de ver a Maxine feliz y cómoda en aquel ambiente tan acogedor.
"¿Tu peor miedo era ser olvidada?" preguntó Newt con una amabilidad sincera. Parecía que a él le importaba el bienestar de su amiga. Maxine, sorprendida por la observación de Newt, encontró bastante interesante que él hubiera captado ese detalle de su temor más profundo. La conexión entre ellos se fortalecía con cada intercambio.
Maxine se sumió en sus pensamientos por un momento y luego dirigió una sonrisa a Newt. "Sí... tú no me olvidarás, ¿verdad, Newt?" preguntó en tono bromista. La expresión juguetona de Maxine provocó una sonrisa automática en Newt, quien no pudo evitar contagiarse de la ligereza de la conversación.