Me Arriesgué Demasiado

CAPITULO 12

El amanecer llegó demasiado pronto. Me desperté envuelta en los brazos de Nick, sintiendo su respiración cálida contra mi cuello. Por un momento, fingí que era un día normal, que no teníamos que levantarnos y marchar hacia un lugar del que podríamos no regresar.

—Ya es hora, aceitunita —murmuró Nick contra mi pelo, y pude sentir su preocupación a través de nuestro vínculo.

—Cinco minutos más —susurré, apretándome más contra él.

—Si te quedas ahí cinco minutos más, no vamos a salir de esta cama en todo el día —advirtió, pero su tono era más promesa que amenaza.

—¿Y eso sería tan malo?

Su risa fue profunda en su pecho. —Tentador, pero Ruby y Jake se están esperando abajo. Los he oído moverse desde hace una hora.

Suspiré, sabiendo que tenía razón. Con un esfuerzo sobrehumano, me separé de él y me levanté. El frío de la mañana me golpeó inmediatamente, y me estremecí.

Nick silbó bajo. —Si sigues así, definitivamente no vamos a salir de aquí.

Me giré hacia él, encontrándolo tumbado sobre su brazo, mirándome con esa expresión que siempre lograba que se me olvidara hasta mi propio nombre. Agarré una de sus camisetas que siempre tenía por cualquier lado y me la puse para bajar a desayunar.

—¡Vístete, Walker! Tenemos una daga que encontrar.

***

Una hora después, estábamos todos reunidos en la cocina. El ambiente era tenso, cargado de la realidad de lo que estaba por venir. Ruby había preparado más comida de la que podríamos comer en una semana, obviamente nerviosa. Jake verificaba obsesivamente sus armas por décima vez.

—¿Tenemos todo? —preguntó Ruby, repasando una lista interminable—. Vendas, antiséptico, analgésicos, agua purificada, mantas térmicas...

—Ruby —la interrumpí suavemente—. Lo tenemos todo. Y si no, improvisaremos.

Ella asintió, pero pude ver el miedo en sus ojos. Jake no estaba mejor. Sus bromas habituales habían desaparecido, reemplazadas por una seriedad inquietante.

—¿Cuánto tardaremos en llegar? —preguntó.

—Según el mapa, tres días a pie —respondí, extendiendo el pergamino viejo sobre la mesa—. Pero eso es si no nos topamos con... problemas.

—Problemas —repitió Nick con ironía.

—O peor —añadió Jake sombríamente—. Los espíritus de los que nunca regresaron.

El silencio que siguió fue pesado. Todos sabíamos que las posibilidades de sobrevivir eran escasas. Pero también sabíamos que no teníamos opción.

—Bueno —dije, levantándome y cargando mi mochila—. No vamos a descubrirlo quedándonos aquí.

***

El bosque que rodeaba nuestra aldea era familiar, acogedor incluso. Pero a medida que avanzábamos hacia el norte, la vegetación comenzó a cambiar. Los árboles se volvieron más altos y retorcidos, sus ramas entrelazándose sobre nuestras cabezas hasta bloquear gran parte de la luz solar.

—¿Alguna vez pensaste que terminarías así? —me preguntó Ruby durante un descanso, mientras compartíamos agua y frutos secos.

—¿Cómo así?

—Ya sabes... buscando dagas mágicas, con tu novio que, perdón por esto, pero acaba de resucitar, a punto de adentrarte en un bosque maldito.

No pude evitar sonreír. —Cuando lo pones así, suena bastante surrealista.

—Todo esto es surrealista —murmuró Jake, sentándose junto a Ruby—. Hace casi dos años, mi mayor preocupación era suspender latín en clase de la señora Davies.

—La vida tiene formas curiosas de cambiar —comentó Nick, sentándose a mi lado. Su mano encontró la mía automáticamente.

—¿Te arrepientes? —le pregunté.

—¿De volver? —negó con la cabeza—. Jamás. ¿De haberte arrastrado conmigo a todo esto? Cada segundo.

—No me has arrastrado a nada. Elegí estar aquí.

—Lo sé. Pero eso no hace que me sienta menos culpable.

Le apreté la mano. A través de nuestro vínculo, podía sentir su conflicto interno: la felicidad de estar conmigo luchando contra la culpa de ponerme en peligro.

—Ey —susurré, acercando mi rostro al suyo—. Sin arrepentimientos, ¿recuerdas? Pase lo que pase.

Él sonrió, esa sonrisa suya que podía calmar cualquier tormenta en mi interior. —Sin arrepentimientos.

—Que ñoños sois ¿no? —todos nos reímos ante la broma de Jake, pero sabíamos que íbamos a pasarlo mal.

***

Al caer la tarde del primer día, el bosque había cambiado completamente. Los árboles eran ahora gigantescos, sus troncos tan anchos que tres personas podrían esconderse detrás. El aire era espeso, húmedo, cargado de un olor a tierra y descomposición que se pegaba a la garganta.

—Necesitamos encontrar un lugar para dormir —anunció Jake, mirando el cielo que apenas se veía a través del dosel de hojas—. Pronto oscurecerá completamente.

Encontramos un claro pequeño, apenas lo suficientemente grande para nuestras dos tiendas. Después de preparar el campamento encendimos una hoguera y nos sentamos alrededor.

Jake rebuscó en su mochila y sacó una botella de cristal oscuro con una sonrisa traviesa.

—¿Whiskey? —preguntó Ruby, arqueando una ceja—. ¿En serio has traído alcohol a una misión de vida o muerte?

—Justamente por eso —respondió Jake, quitando el corcho con un pop satisfactorio—. Si vamos a morir, al menos que sea con estilo. Además, necesitamos algo que nos ayude a relajarnos antes de entrar en territorio realmente peligroso.

Nick miró la botella con desconfianza. —No sé si es buena idea...

—Vamos, Walker —lo provocó Jake—. ¿Me vas a decir que el gran soldado no puede manejar un poco de alcohol?

—Yo no he dicho eso —replicó Nick.

Ruby suspiró dramáticamente. —Si no puedes vencerlos, únete a ellos, supongo.

Y así fue como nos encontramos jugando a "Verdad o Atrevimiento" con demasiado whiskey corriendo por nuestras venas. El fuego iluminaba cálidamente, ahuyentando el frío de la noche y, temporalmente, nuestros miedos.

—Tu turno, Brooke —anunció Jake, ya con las mejillas sonrosadas—. Verdad o atrevimiento.

—Verdad —respondí, sintiendo el calor del alcohol extendiéndose por mi pecho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.