Tres días después de nuestra conversación sobre los secretos, mientras estábamos desayunando en un ambiente mucho más relajado, oímos el sonido de alguien llamando a nuestra puerta. Nick se tensó inmediatamente, llevando la mano a donde solía tener su arma, pero yo sabía quién era.
—Es Anna —anuncié, levantándome de la mesa con cuidado. — hablé con ella ayer.
Efectivamente, la elegante melena negra de Anna brillando bajo el sol matutino apareció en el camino. Iba vestida con un traje púrpura que incluía falda y top.
—¡Brooke! —exclamó, acercándose con los brazos abiertos—. ¿Cómo estás? Me dijeron que habías tenido algunas... complicaciones.
Me abrazó con cuidado, claramente consciente de mis heridas vendadas.
—Estoy mejor —respondí—. ¿Qué haces aquí?
Anna sonrió con esa sonrisa conspiradora que solía significar que había planeado algo.
—Bueno, he pensado que después de todo lo que habéis pasado, os merecéis una noche de diversión. Y da la casualidad de que mañana por la noche estoy organizando una pequeña fiesta en mi casa. Nada demasiado formal, solo música, bebida, buena comida... y pensé que os vendría bien.
Ruby apareció en la puerta, seguida de Jake y Nick.
—Anna —la saludó Ruby—. Qué sorpresa.
—Una sorpresa muy bienvenida —añadió Jake con una sonrisa—. ¿has dicho fiesta?
Anna se rio.
—Veo que he captado vuestra atención. Sí, una fiesta. Mi en mi casa a las ocho las chicas y a las ocho y media los chicos. Y antes de que protestes, Brooke —me señaló con un dedo—, ya he hablado con mis contactos médicos. Una noche de relajación y diversión moderada será beneficiosa para tu recuperación. El estrés que has estado acumulando es peor para tu curación que un poco de baile.
—No sé... —comencé, pero Nick me interrumpió.
—Creo que suena perfecto —dijo, sorprendiéndome—. Has estado encerrada aquí demasiado tiempo preocupándote por todo. Una noche fuera podría ser exactamente lo que necesitas.
—¿En serio? —pregunté, mirándolo con incredulidad—. ¿Tú quieres ir a una fiesta?
—Quiero que seas feliz —respondió simplemente—. Y hace mucho tiempo que no te veo relajada de verdad.
Anna aplaudió.
—¡Perfecto! Entonces está decidido. Hoy a las ocho. Y Brooke, traeré algo especial para ti.
—Allí estaremos hermanita— todos no le quedamos mirando sorprendidos. Eso era un tema que habíamos decidido dejar a parte y más ahora con todo lo que estaba pasando.
—Nick, tú y yo tenemos que hablar algún día, en serio— después de esas palabras Anna se marchó.
***
Esa misma noche, me encontré frente al espejo del dormitorio de Anna, admirando el vestido que Anna había regalado esa tarde. Era precioso: un vestido de seda azul medianoche que se ajustaba perfectamente a mi figura, con un escote elegante pero no demasiado atrevido, y una falda que caía hasta la mitad de mi muslo. El color hacía que mis ojos parecieran más brillantes, y de alguna manera, el corte del vestido disimulaba completamente las vendas de mis heridas, excepto la del brazo, pero no me importaba.
Antes de que me diera cuanta alguien llamó a la puerta, cuando Ruby la abrió los chicos entraron, y en cuanto nos vieron se quedaron con la baba colgando.
Jake y Ruby salieron de la habitación cogidos de la mano y de fondo ya se escuchaba la música a todo volumen.
—Bueno yo ya me voy—dijo Anna pasando junto a Nick — cuando salgas me buscas por la barra que vamos a bailar.
Y con un gesto de la mano se marchó dejándonos a Nick y a mi solos. Aún seguía frente al espejo un poco indecisa por el vestido.
—Anna tiene buen gusto —murmuré.
—Anna no es la única con buen gusto —la voz de Nick desde la puerta me hizo girarme.
Estaba apoyado en el marco, vestido con una camisa blanca que se ajustaba perfectamente a su torso y pantalones oscuros, imponente y alto. Pero lo que me robó el aliento fueron sus ojos, oscuros y profundos que me miraban de arriba abajo sin disimulo.
—Brooke —dijo, acercándose lentamente—. Estás... Dios, estás absolutamente preciosa.
Sentí cómo el calor subía a mis mejillas.
—Es solo un vestido.
—No —negó, parándose frente a mí y cogiéndome de la cintura cuidadosamente —. No es solo el vestido, aunque es perfecto. Eres tú. La forma en que sonríes cuando te gusta cómo te ves, la forma en que tus ojos brillan cuando estás emocionada... Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida.
Sus palabras me llegaron directamente al corazón.
—Nick...
—No he terminado —me interrumpió suavemente, alzando una mano para acariciar mi mejilla—. Cada día que paso contigo, cada momento que te miro, me pregunto cómo tuve tanta suerte de encontrarte. Y cuando te veo así, vestida para una noche especial, sonriendo de verdad por primera vez en semanas... me recuerdas por qué vale la pena luchar por todo esto.
Me quedé sin palabras, perdida en la intensidad de su mirada.
—Te quiero Brooke —continuó, su voz grave apenas un susurro—. Y esta noche, voy a ser el hombre más afortunado de la fiesta y del mundo entero.
No pude resistirme más. Me puse de puntillas y lo besé, sintiendo su cuerpo contra mí, sus brazos rodeándome con cuidado para no lastimar mis heridas.
—Te quiero —susurré contra sus labios.
—Eres lo mejor que me ha pasado nunca aceitunita. Más de lo que las palabras pueden expresar.
***
La casa de Anna era espectacular de noche, iluminada con luces suaves que creaban un ambiente mágico. La música flotaba desde el jardín trasero, donde había montado una pista de baile improvisada rodeada de mesas con manteles blancos y decoraciones elegantes.
—¡Por fin! —Anna apareció con una copa de champán en la mano, radiante con un vestido dorado que la hacía brillar como el sol—. Brooke, estás preciosa. Nick, muy guapo.
Ya había bastante gente bailando y charlando. Reconocí a algunos de los contactos de Anna, pero la mayoría eran caras nuevas que parecían gente normal buscando pasar una buena noche.