Me casé con una mujer ¿trans?

Preparativos.

El sol de Medellín, usualmente radiante, se sintió esa mañana como un reflector de interrogatorio para Selena Vázquez. La noticia estaba en la portada del diario de mayor circulación, con una foto de la cena donde Moisesa se veía... memorable.

> ¡BOMBAZO SOCIAL! LA PAREJA MÁS VANGUARDISTA DEL PAÍS CONFIRMA MATRIMONIO. La alianza Licano-Vazquez sigue en pie. En un acto de admirable modernidad, la empresaria Selena Vázquez acepta casarse con el CEO Moisés Licano, ahora Moisesa Licano. ¡La boda promete ser el evento del año, un triunfo de la inclusión y el amor!

Selena leyó el titular con una taza de café que amenazó con estrellar contra la pared.

—¡Inclusión un carajo! —gruño Selena para si misma—. ¡Es marketing parasitario! ¡Ese idiota está usando una peluca de piñata para evitarme, y en cambio, me ha convertido en la reina del progresismo forzado!

Su celular explotó con mensajes. La gente la felicitaba por ser tan iluminada. Un inversionista japonés le había mandado un emoji de corazón. El valor de sus acciones acababa de subir un diez por ciento.

«Soy rica y famosa, pero a costa de casarme con un... ¿Con qué? ¿Con una obra de teatro de mal gusto? ¡Me siento como un producto con una etiqueta ridícula!» pensó ella.

En el momento justo en que Selena estaba midiendo la pared para ver dónde sería menos costoso el agujero, entró Sonia, su madre, como un vendaval de glamour y perfume caro. Pero no venía sola: tres empleados de una boutique de alta costura la seguían, cargados con una pila de bolsas que parecían haber saqueado la pasarela de Milán.
—¡Mi niña! ¡Qué alegría! ¡Esto es una bendición! ¡Nuestra boda es tendencia mundial! ¡Estamos on fire!

—¿Mamá? ¿Qué es todo esto? Parece que estás mudando un almacén —pregunto al ver todo lo que entraba en su habitación.

—¡Tonterías, Selena! Son los vestidos de novia. ¡No podemos perder tiempo! Con este giro, ¡necesitamos al menos ocho cambios de ropa! ¡Uno para la ceremonia civil, uno para el discurso de aceptación, uno para la fiesta... y, por supuesto, uno para la Declaración de Principios!

Los empleados comenzaron a desempacar. Telas, encajes, paillettes y sedas de colores que iban desde el blanco inmaculado hasta un beige dudoso invadieron la habitación.

Selena observando la montaña de tul y organza.

—¿Ocho? Mamá, ¡vamos a casarnos, no a hacer una temporada de reality show!

—¡Ahí es donde te equivocas! Esto es el reality show más grande de Colombia. Mira, este es el modelo que eligen todos los ricos...

Sonia sacó de una bolsa una bata de encaje blanco que pesaba como tres ladrillos.

—¡Este es el 'Modelo Princesa Tradicional con Cola de 10 Metros'! ¡El que usó la hija del banquero! ¡Pruébatelo! ¡Muévete, hija, que no tenemos todo el día!

Selena, con la desesperación pintada en el rostro, intentó resistirse.

—Mamá, no voy a probarme esto. Parezco un pastel de merengue a punto de derrumbarse. ¡Y tiene tantos encajes que creo que voy a ahogarme en el altar!

Pero Sonia Ignorando olímpicamente las palabras de si hija le respondió:

—¡No seas dramática! Y mira este otro, que es para el brindis...

La madre sacó un vestido plateado, ajustado y corto, con un fleco que parecía hecho de tiras de papel de aluminio.

—¡Este lo llamo el 'Modelo Soy Libre y Millonaria'! ¡Lo vas a usar para bailar champeta con Moisesa! ¡Tiene que verse que somos modernas, m'ija!

Selena sentía que no podía con todo eso, así que con un tono que oscilaba entre la súplica y la rabia exclamó:

—¿Bailar champeta con Moisesa? ¡Mamá, Moisés me odia! ¡Y yo solo quiero quemar esa peluca rubia! Yo no quiero esto, soy el hazmereir de la gente.

Sonia se le se acerca y le susurra al oído con una seriedad cómica.

—¡Selena! ¡No me importa si se odian! ¡El odio es bueno para el matrimonio, le da sazón! Lo que importa es que el rating está subiendo y que este compromiso nos va a dar la alcaldía a tu padre cuando se postule. Así que ¡sonríe y pruébate el vestido de merengue!

Selena, atrapada entre el éxito financiero y la tiranía de las telas, sintió que su vida se había convertido en un sketch de comedia involuntaria.

—Está bien, mamá. Me probaré los vestidos. Pero si me caigo con esa cola de 10 metros, juro que mi primera acción como esposa de Moisesa será contratar un sicario para las telas —dijo Selena con un bufido de resignación.

Mientras los asistentes la vestían a la fuerza con el "Modelo Princesa", Selena se vio en el espejo, envuelta en kilómetros de tul. Parecía una estatua de Barbie empacada para mudanza. La boda ya no era un acuerdo, era una prisión de seda y encaje.

Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, Moisés vio la noticia en el periódico. Su rostro maquillado se desfiguró en una mueca de desesperación. Ya sentia que estaba encarcelado de por vida.
Mireya entró en la habitación de el, exclamando muy emocionada

—¡Hay que ver todo esto por el lado bueno hija! ¡Ahora tienes garantizado un buen proveedor de ropa de diseñador!

Moisés miro a su madre sin entender.

—¡Han llegado tus vestidos de novia querida!

Moisés miró incrédulo las cajas que entraban a su habitación. Eran tantas que parecía que iban a montar una boutique dentro de la mansión. Mireya, radiante, daba órdenes como si estuviera dirigiendo un desfile de moda.

—¡Vamos, chicas! ¡Saquen todo! ¡Que mi hija tiene que probarse cada uno!

Moisés se llevó la mano a la frente.

—¿Cada uno? ¿Cuántos son?

—Dieciséis —respondió Mireya con naturalidad—. ¡Uno para cada posible escenario!

—¿Escenarios? ¿Qué es esto, mamá? ¿Una boda o una gira mundial?

Las asistentes comenzaron a desplegar vestidos de todos los estilos:

- Uno con plumas que parecía más un disfraz de carnaval.

- Otro con lentejuelas doradas que cegaba a cualquiera que lo mirara.

- Un modelo con corsé tan apretado que parecía diseñado para romper costillas.




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