Me casé con una mujer ¿trans?

Escándalo.

El auditorio estaba lleno. Luces, cámaras, pantallas gigantes. Moisés había preparado un evento para presentar su nueva línea de maquillaje, un proyecto que llevaba meses gestando. Vestía un traje impecable, con el cabello largo peinado hacia atrás, transmitiendo seguridad y elegancia.

Selena lo acompañaba, observando desde la primera fila. Todo parecía ir bien: los productos eran aplaudidos, las demostraciones arrancaban ovaciones, y la marca se posicionaba como innovadora.

Pero entonces, las redes sociales comenzaron a explotar, ya que el evento se estaba llevando en directo.

En cuestión de minutos, los comentarios inundaron las transmisiones en vivo:

- Esto es una ofensa. Se ha burlado de nosotras, de las mujeres trans.

- Siempre fue obvio que no era trans de verdad. Solo era un personaje.

- No entiendo por qué se ofenden, él nunca engañó a nadie. Se veía claro que era un disfraz.

- Ridículo. Usó nuestra identidad como un espectáculo.

La polémica se dividía en dos bandos: quienes lo acusaban de burla y quienes lo defendían, asegurando que todo había estado a la vista desde el inicio.

Moisés, al escuchar los comentarios que le decía la periodista al oido, encargada de dirigir el evento, y quien le decía que debía dar una declaración en el evento el sintió un nudo en la garganta. El evento que debía ser su triunfo se convertía en un juicio público.

Tomó el micrófono, con la intención de responder.

—Yo… quiero aclarar… —comenzó, pero su voz temblaba.

Selena lo miraba desde la primera fila.

«Si habla ahora, lo hunden», pensó. «Necesita que alguien lo salve.»

Se levantó de golpe, caminó hacia el escenario y tomó el micrófono con decisión.

—Permítanme hablar —dijo, con voz firme. El auditorio se quedó en silencio.

Selena respiró hondo y lanzó la mentira más brillante que pudo inventar en ese instante:

—Moisés nunca se burló de nadie. Su personaje fue parte de un experimento artístico y empresarial. Queríamos demostrar que el maquillaje no tiene género, que cualquiera puede usarlo, que la belleza no depende de etiquetas.

El público murmuró. Selena continuó, con seguridad:

—Él no se disfrazó para ridiculizar a nadie. Lo hizo para mostrar que la identidad es un lienzo, y que todos tenemos derecho a pintarlo como queramos.

Las cámaras la enfocaron. Su mirada era firme, su tono convincente.

—Si alguien se sintió ofendido, lo lamentamos. Pero entiendan: este proyecto nació para romper barreras, no para burlarse de ellas.

El auditorio estalló en aplausos. Las redes comenzaron a cambiar de tono:

- Eso tiene sentido. El maquillaje no tiene género.

- Quizás fue un error de comunicación, pero la idea es poderosa.

- Selena lo explicó mejor que él. Qué mujer tan inteligente.

-demostrando ser la mejor pareja de Medellín.

Moisés la miraba con los ojos brillando.

« Me salvó,» pensó. «Otra vez.»

Al terminar el evento, detrás del escenario, Moisés la abrazó con fuerza.

—Selena… no sé cómo lo hiciste.

Ella sonrió, con picardía.

—Mentí. Pero fue una mentira brillante. ¿no lo crees?

—Me salvaste, si. Pero, ¿esto no empeora más toda esta situación?

—Pues aprende también para que me salves luego —respondió ella, mirándolo fijamente—. No siempre tienes que ser el héroe. A veces necesitas que alguien te cubra. Y... quizás si, todo se complique. Pero ya veremos como saldremos.

Moisés bajó la mirada, con humildad.

—Y ese alguien eres tú. Eres mi angel, Selena.

—Ya, deja de ser tan meloso, mira que aquí no puedo comerte —susurro ella con picardía.

Esa noche, mientras regresaban a su casa, el escándalo seguía vivo en las redes, pero algo ya había cambiado en el ambiente. Ya no era solo un fraude, ahora era un debate sobre arte, género y libertad.

«Lo salvé, pero también me salvé a mí. Ahora somos cómplices de una mentira que se volvió verdad.» pensaba ella mientras tomaba la mano de Moisés y le dedicaba una sonrisa.

«La amo. No solo porque me defendió, sino porque me entiende mejor que nadie.» pensó Moisés al sentir su tacto.

El escándalo en Medellín había sido un golpe duro, pero también una prueba: juntos podían enfrentar cualquier tormenta.

Pero la verdad es que aunque El evento en Medellín había terminado, la tormenta apenas comenzaba. Cada día aparecían más artículos en Internet, blogs, videos y análisis sobre Moisés. Algunos lo acusaban de fraude, otros lo defendían como un artista provocador, y otros simplemente se burlaban de la situación.

Los titulares eran incendiarios y al parecer no tenían intención de parar.

- El falso trans que engañó a todos
- ¿Genio del marketing o estafador?
- El personaje que dividió a las redes.

Los algoritmos de las plataformas hacían su trabajo: cada comentario, cada crítica, cada defensa multiplicaba la visibilidad. Moisés estaba en el ojo del huracán, y no había manera de escapar.

Una tarde, mientras Moisés intentaba concentrarse en nuevas propuestas, su padre apareció en la oficina. Estaba serio, de mirada dura, acostumbrado a los negocios y a las decisiones rápidas, no podía dejar que esto siguiera así.

—Moisés —dijo, sin rodeos—. Esto no puede seguir así.

Moisés se levantó, nervioso.

—Papá, estoy intentando…

—Intentando no basta —lo interrumpió—. Si no resuelves este asunto, podemos perder millones. Los inversionistas ya están inquietos, y la prensa no deja de machacar.

El silencio se volvió pesado. Moisés bajó la mirada, sintiendo el peso de la responsabilidad.

—Lo arreglaré, no tienes de que preocuparte padre.

Elías sonrió pero más por cortesía que de otra cosa y salió de la oficina.

Esa noche, Moisés habló con Selena en privado. Ella lo escuchaba con atención, mientras él descargaba su frustración.

—No puedo más. Cada día salen nuevos artículos, nuevas críticas. Y ahora mi padre me exige que lo resuelva.




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