Me convertí en un namek

Parte 1

Sofía, era una muchacha morena que usaba el cabello largo tomado en una cola, era la solitaria del liceo, al igual que fuera del colegio, tenía solo cuatro amigos, todos del barrio donde ella vivía desde que nació, debido a que se crió solo con varones le gustaba jugar fútbol, también practicaba artes marciales, nunca tuvo problemas en el colegio primario, pero en el secundario algunas de sus compañeras, apoyándose en sus gustos empezaron a hacer correr el rumor que era lesbiana, lo que la volvió muy insegura.

— ¿O sea que solamente las lesbianas pueden jugar fútbol, o interesarse en el karate o judo? ¡¡Qué idiotas!! Además si fuera cierto, que les importa a ellas — irritada golpeaba un saco de box que tenía en su pieza, así descargaba su ira.

Al otro día, antes de entrar a clases se quejaba de lo mismo con sus amigos.

— ¿Por qué no me dejan en paz?

— Es que no haces nada para detenerla, sabes que todo esto lo inició "ella", dile al director.

— Nadie me va a creer, y no quiero más atención hacía mí.

— Son unas tontas, les molesta que estemos contigo — le dijo Mario, un moreno que arrasaba donde iba por sus músculos, que unido a un carácter afable, y buena notas, lo hacía ser uno de los más populares del liceo.

— Seguro ¡¡Cómo eres uno de los Míster Universos!! Ja ja ja.

— Oye, no desprecies sin haber probado mis atributos... ya poniéndose en serio, tuve una que cuando le propuse ser mi novia, me aceptaba solo si yo rompía mi amistad contigo. La mande a volar con viento fresco, nadie me pone condiciones, y menos una tan absurda.

— Y si es como dicen, que soy lesbiana ¿Por qué temen que les quite a sus novios? — movió la cabeza, molesta — no entiendo a las mujeres.

— Y eso que eres una de ellas... sabes que, vamos tomados los tres de las manos — sugirió John, un rubio con pecas, que se reía de todo, solo vivía con su padre, quien pasaba casi todo el día en su trabajo, por eso el muchacho pasaba todo su tiempo libre con Sofía, incluso cenaba en su casa, hacían los trabajos y tareas que le asignaban juntos — seguro algunas se caerán desmayadas.

— En tu caso hasta algunos varones — bromeó la muchacha.

— Capaz, ya que incluso cuando me miró al espejo me excitó yo mismo, soy un Adonis...

— Ya Adonis, vamos al salón, es hora de volver a clases.

Sofía gustaba de pasar desapercibida, por eso vestía lo más tapada posible, al ver a varias de las que más la criticaban, Mario la tomó del brazo y John de la mano, como supusieron sus amigos las muchachas por poco se desmayaron de la impresión, y los rumores de pasillo se multiplicaron por mil.

— Supiste — dijo Susana, la más popular del Liceo, a una compañera de curso — no es lesbiana ¡¡Es bisexual!! Es una aberración que se lleva a los más lindos, es una maldita desgraciada.

Sofía pasaba con la cabeza baja dónde iba, le dolía ver que lo que algunos decían los demás lo tomaban como verdad y seguían inventando rumores cada vez peores de ella, por eso no tenía amigas, la mayoría de las compañeras le tenía miedo, y las menos querían ser su pareja. Recordó lo que le pasó con Selene, de un grado menor.

— Espera, no me toques así — tuvo que pegarle una cachetada para quitársela.

— Que tengo que no te gusto — le gritó en el baño de damas.

— No me gustan las mujeres — le respondió Sofía en el mismo tono.

— No me mientas, todos saben que eres lesbiana como yo.

Luego de ese incidente trató de mantenerse más alejada de todos que antes.

Ese día al salir del colegio, los estaban esperando los otros dos del grupo, Esteban y Alfonso, gemelos que estudiaban en un colegio particular cercano.

— Ahora se lleva a su harem personal... es solo una puta barata, si yo les diera "eso" a ellos, seguro me seguirán a mí y no a ella, pero yo soy decente — dijo Natalia, una morena que era la mejor amiga de Susana, siempre hacía lo que la rubia quería.

La madre de Sofía trabajaba todos los días hasta tarde, su padre había muerto cuando ella entró a secundaria, hacía dos años atrás. Su mejor amigo, John, había perdido un poco antes a su madre, cuando su padre viajaba por días, él se quedaba hasta muy tarde en casa de su amiga.

Cuando el rubio se iba, la joven quedaba sola con su hermano, mayor que ella por un año. Desde que la muchacha ingreso al Liceo donde iba Rafael, él vivía molestándola.

— ¿A qué hora te irás a la escuela, marimacho? — siempre la trataba así.

— Que te importa, nunca quieres que nos vean juntos — Sofía no sabía porque se había vuelto así, cuando niños era muy cariñoso con ella.

— Por eso mismo quiero saber, así me voy antes que ti de casa.

Los fines de semana la madre hacia horas extras, por eso dejaba a sus hijos solos.

— ¿Por qué nunca te vistes como mujer? — le reclamaba siempre Rafael.

— ¿Quién dice que una mujer no puede vestirse como yo?

— Siempre te pones jeans, en la escuela te dejan usar el buzo de deportes porque supuestamente todos los días entrenas.

— Mientras esté limpia mi ropa, que importa que use. Me gustan los pantalones porque son cómodos, las faldas del colegio son tan cortas que cuando te sientas se te ven los calzones.

— ¿Y las sandalias también deben ser de hombres?

— Las de mujeres son muy delicadas, tienen unas tiras de cuero que a la primera se sueltan, las de varón son firmes.

— ¿Y los polerones?

— ¿Te has tratado de poner los de mujer? Son muy ajustados y de bolsillos pequeñitos, con suerte te cabe la mano... nunca me han gustado.

— Son solo palabras para cubrir la verdad, que eres una marimacho.

Estas discusiones terminaban siempre igual, él se molestaba, y se encerraba en su cuarto con un portazo. Siempre que podía molestaba a su hermana.

— ¿Cómo te sentirías si yo dejará los pantalones y me pusiera solo faldas?



#14334 en Novela romántica

En el texto hay: inseguridad, amor

Editado: 14.06.2022

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