— Son peligrosos — Krillin sintió el inmenso ki de los que llegaron.
— Pero no tanto que no podamos contra ellos — los ánimo Piccolo.
Los recién llegados atacaron lo más rápido que pudieron a los de la Tierra, los bandidos no tenían tanto poder, pero al ser más estaban por todos lados. La batalla que en principio pareció fácil se le estaba complicando al trío, más cuando salió de la nave el jefe, tenía una energía comparable a la del maestro de Gohan.
— Tendremos que llamar a Vegeta y Goku, pero no sé cómo contactarlos — propuso el calvo.
— Nosotros podemos, tenemos el poder necesario, solo debemos pensar una táctica — propuso el namek terrestre.
Pero no tuvieron la oportunidad, todos sus enemigos no dejaban de atacarlos.
— Son unas sabandijas — grito riendo el líder de los bandidos — este planeta sera mío muy pronto.
— Limax, tú puedes contra él — dijo Piccolo que luchaba contra 30 de los esbirros del gigante — te busco como su contrincante porque cree que eres débil, pero yo sé que no es así.
El adolescente seguía teniendo miedo, al final defendiéndose quedó contra la pared.
— Debo detenerlo, debo golpearlo, pero no puedo, no tengo el poder necesario — Limax le dijo a su maestro mediante telepatía.
Piccolo se tiró a la espalda del gigante para alejarlo del joven namek, pero ya estaba cansado.
— Confió en ti — escuchó la voz del adulto en su mente.
El muchacho verde en ese punto ya estaba medio desmayado.
"Él confía en mí, nadie lo había hecho antes, solo papá — recordó todo lo que vivió desde que llegó a Dragón Ball, y los sentimientos que había desarrollado por el guerrero namek — nadie más que él y ahora Piccolo".
— AUNQUE MUERA DEBO SALVARLO — no por la Tierra, no por las personas, solo él me importa, se dijo.
Su energía subió sorpresivamente, todos sus sentimientos se mezclaron y logro hacer un Kame Hame Ha tremendo, que destruyó al líder de los extraterrestres, luego atacó a los demás él solo, apenas pudieron los bandidos fueron a sus naves y huyeron de la Tierra para no volver jamás.
— Eso fue increíble ¿Quién te enseñó el Kame Hame Ha?
— Una vez vi a Goku hacerlo.
— Tienes un poder increíble, eres un héroe — le dijo Krillin ya relajado.
— Solo quería salvar a... a todos en este planeta.
Los tres se quedaron un rato viéndose, luego cada uno fue a su hogar.
Ahora que el poder del adolescente se había incrementado, tenían que entrenar en lugares despoblados, el Templo, la última vez que lucharon en serio quedó con daños. Ahora estaban en una isla desierta.
— Esto no termina hasta que uno de los dos quede sin conocimiento ¿Entendido?
— Sí, Piccolo.
El namek terrestre se movió tan rápido que pareció desaparecer, desde la espalda le dio dos golpes al adolescente, que alcanzo a agarrarle el brazo, y darle una patada en el costado, su maestro se acomodó y fue directo tras él. Sus velocidades eran increíble, ningún humano normal podría haberlos visto, continuaron luchando cuerpo a cuerpo.
Comenzaron a volar y a luchar ferozmente, Limax le dio un golpe al otro y lo manda lejos, aprovechando esto se fue directo a él, pero antes de golpearlo se movió hasta desaparecer de la vista de maestro de Gohan, el adolescente apareció detrás de él y le dio un golpe con el canto de la mano en la nuca, que lo mandó al suelo dejándolo inconsciente.
— Piccolo se ve tan pacífico... su cara es tan angelical cuando está dormido... y esos músculos... — se ruborizó — y si lo... nunca pensé decir esto por un personaje de anime, pero lo amo — aunque había pasado tanto tiempo, que su anterior vida era la que comenzaba a parecerle irreal — si me despiertan, sé que me arrepentiré si no lo hago.
Se le acercó y lo besó, cuando sintió que el otro empezó a moverse, se apartó rápidamente.
— Ufff... fue un buen movimiento, deberé cuidarme más de ti — le sonrió de lado.
— Gracias — respondió Limax sonrojado.
"¿Qué pasó para que este así? Tal vez le hice daño".
— ¿Estás bien?
— Sí — el adolescente se relajó al ver que el otro no descubrió lo que pasó.
Pero con lo que Limax no contaba fue que Dende vio que ocurrió desde el Templo Sagrado, estaba con una gotita de sudor en la frente.
— ¿Qué debo hacer ahora? — se preguntaba Kami Sama.
Cuando ambos volvieron el dios de la Tierra estaba muy nervioso.
— Anda a cambiarte de ropa, yo te esperaré aquí para que vayas a comer — le dijo Piccolo a su compañero de lucha, cuando estuvo solo con el dios de la Tierra lo encaró, lo vio extraño desde que llegaron — ¿Qué ocurre?
— Es que... es que... — como se lo digo.
— Dime de una vez — el namek terrestre no podía imaginar que ocurría.
— Limax... vi la pelea que tuvieron... cuando usted quedó inconsciente... lo besó — dijo mirando al piso, avergonzado y nervioso.
— ¿Qué él qué? — recordó esa sensación cálida que tuvo cuando volvía en sí, se tocó los labios — no digas nada, yo me encargaré de esto.
Se fue complicado, no sabía si estaba molesto o feliz, cuando entró a la habitación iba dispuesto a encararlo, el adolescente no lo vio entrar, estaba hablando para sí mientras se jabonaba.
— No importa que pase... nunca olvidaré cómo se sintieron sus labios en los míos, definitivamente me... aunque no es real... lamentablemente en cualquier momento ya no estaré... hace años que no me sentía tan bien en un lugar — la angustia de que tarde o temprano se separaría de Piccolo, lo hizo llorar como un niño — debes tener calma, no cuando pasará... entonces tendrás tiempo para estar triste.
El namek terrestre no entendía nada de lo que dijo, eran como pedazos de frases dichas en voz alta y otras pensadas, al verlo tan triste tuvo el impulso de abrazarlo, limpiar sus lágrimas, y luego... salió sin que Limax se diera cuenta.