— Me gusta como es... a su lado me siento bien... esa forma de reír y mirar que tiene — Piccolo se pasó la mano por la cara, abrumado — quiero... estar siempre con él... ¿Qué me pasa?
Pasó tres días completos en la misma posición, tratando de comprender los sentimientos que habían nacido en él por Limax, cuando los entendió voló al Templo Sagrado.
— Hola Piccolo — pero antes que el adolescente dijera nada más, el otro lo tomó del brazo y se lo llevó a la cascada.
— ¿Qué pasa? — preguntaba una y otra vez Limax, sin obtener respuesta.
Cuando llegaron el namek terrestre lo tiró a la hierba, quedó parado imponente a su lado, lo miró fijamente hasta que verbalizó la pregunta que le había estado rondando en la mente esos días.
— ¿Por qué me besaste? ¿Y qué es eso que te irás pronto?
— Yo... yo no... no lo... — cómo supo todo.
— Dende te vio — respondió Piccolo como si hubiera escuchado la pregunta que se hizo Limax.
— Demonios... lo lamento — se paró, pero miró al suelo.
— No te pedí disculpas sino porque lo hiciste — se le acercó, el adolescente retrocedió unos pasos y quedó con la espalda contra una pared de piedra.
— Yo... — cerró los ojos, luego de lo que oirá seguramente me llegará por lo menos un par de puñetazos, pensó — es que... yo... lo amo.
Todo quedó quieto y en silencio, una ráfaga de viento pasó entre los dos moviendo sus ropas, cuando Limax iba a abrir los ojos, sintió como lo tomaban de los hombros.
"Prepárate, aquí viene un rodillazo y el resto de golpes".
Pero en vez de eso sintió unos tibios labios en los suyos, cuando se separaron, no sabía que decir.
— Quiero pedirte que seas mi compañe... — le dijo Piccolo con su voz calmada.
— Solo estás confundido.
— Yo te...
— No puedes... no sabes quién soy en realidad, no puedes amar a quien no conoces.
— Entonces era como pensé, no perdiste la memoria. Dímelo todo — se sentó en el piso en posición de loto, y puso al otro entre sus piernas.
— ... soy una humana.
— ¿Eres un ladrón de cuerpos como el Capitán de las Fuerzas Especiales Ginyu?
— No, pero si soy humana, quedé atrapada en un juego de realidad virtual.
— ¿Que tonterías dices?
Ella por fin se sinceró con Piccolo, cuando terminó Sofía estaba con los ojos cerrados, angustiada.
— Eso es todo — preguntó tranquilo el namek terrestre.
— ¿Cómo que eso es todo? Te acabo de decir que eres solo un personaje de un juego de video.
— Yo soy real — tomó la mano de la joven y la puso sobre su pecho — sientes como late mi corazón, soy real, algo pudo haber pasado, este universo tiene magia en todos lados. Ahora solo me interesa saber si quieres ser mi compañero... perdón, compañera.
— No soy como me ves.
— No me interesa tu físico, mujer u hombre, da lo mismo, me enamore de tu sonrisa, tu forma de mirar, de cómo te sonrojas al mirarme cuando crees que no te veo.
— ¿Pero si despierto, y vuelvo a mi mundo? — preguntó nerviosa.
— No estás en un vídeo juego, y aunque fuera así, encontraré la forma de que vuelvas a mi lado, para siempre.
— Acepto, te amo.
Se besaron, primero muy dulce, luego más apasionado, entraron en la caverna atrás de la cascada, al rato salieron acomodándose la ropa, la adolescente estaba avergonzada. En ese momento hubo un gran terremoto en la capital del oeste, con varios muertos, que se sumaba a varios planetoides que habían explotado desde hacía un par de meses en el universo 7.
— Vamos al Templo Sagrado, le pediré a Dende que bendiga nuestra unión ¿Esa es la costumbre entre los humanos?
— Sí, eso se llama matrimonio entre nosotros — voy a ser la esposa de Piccolo, parece un sueño hecho realidad.
Ella iba muy contenta, pero al llegar al Templo Sagrado, los esperaba una visita muy especial.
— Daishinkan — al namek terrestre le pareció un mal presagio verlo allí.
— ¿Cómo ha estado Sr. Piccolo? — preguntó el sacerdote serio como siempre.
— Bien ¿A qué se debe su presencia?
— Directo como siempre, vengo porque hay algo que está perturbando el universo 7, y la fuente está aquí.
Apuntó a Limax, que asustada se escondió atrás del gigante, y se aferró a su brazo.
— ¿Qué tontería dice? — sabrá que es una humana pensó Piccolo nervioso.
— Él no debería estar en nuestro mundo, debe volver al suyo.
— Si salgo de aquí su mundo se destruirá, es solo una realidad virtual — le rebatió Limax.
— Está equivocado, los Zeno Sama te vieron en una cosa llamada Expo Anime, se divirtieron al verte jugar, debido a una situación especial te trajeron a nuestro mundo, donde de vez en cuando han seguido tus aventuras — al ver que Piccolo y la adolescente se sonrojaron — tus peleas — aclaró — nunca pensaron que tu energía crearía esta situación. Varios planetas están a punto de estallar, debe regresar.
— No quiero irme — gritó con todas sus fuerzas, cerró los ojos y se aferró con más fuerza a Piccolo.
— No hay nada que hacer, no es su decisión.
— Espere, hay que buscar las esferas del dragón, Sheng Long eliminará los efectos negativos y así Sofía podrá quedaste — dijo firme Piccolo.
— ¿¿Sofía?? — preguntaron a dúo Dende y Mr. Popó, con los ojos redondos por la sorpresa.
— Veo que el Gran Sacerdote no les dijo que Limax en realidad es una humana, que se llama Sofía, y que desde hace unos minutos acepto ser mi compañera.
— Eso no es relevante, debe volver a su dimensión.
— No lo hará — se puso en posición de lucha — no la dejaré irse.
— Que necio — suspiró el padre de los ángeles — está bien, busquen las esferas y si dice que hay otra forma de arreglar esto, yo personalmente me encargaré de hacer lo que diga.
Un día después por fin lograron encontrarlas todas, obviamente con la ayuda del radar del Dragón, por eso Bulma estaba en el templo cuando invocaron al ser mágico.