¿me dejas amarte?

Capitulo 1: El idioma de las flores

 

Capítulo 1: El idioma de las flores. 

 

Dicen que el idioma de las flores es el más hermoso que puede existir, otros dicen que no es tal, que es un invento de aquél que sueña con ser una flor. Otros pueden considerar a las flores como el camino hacia el amor, ya saben, así como las rosas tienen un significado, las margaritas igual, algunos creen que si le regalas la flor indicada a la persona que amas, ella se sentirá totalmente halagada y correrá a tus brazos sin importar que.

Como ya dije, todo eso solo son comentarios de personas que no han conocido el amar a alguien y perderlo gracias a tus propios miedos y errores. Creen que hablar de algo como las flores les traerán el recuerdo de alguien que ya no está, muchos dicen que las flores solo homenajean a los muertos, ya que en vida no lograron hacerlo. No creo que eso tenga algún significado para el amor. Con las flores puedes traspasar el alma de alguien o simplemente utilizar las palabras a tu antojo, siempre es necesario usar las palabras correctas al momento de dar una flor.

—Eloísa, ¿Puedes dejar de pensar en qué sabe qué, y venir a ayudar?

Mis pensamientos son interrumpidos por la voz de Emily, mí mejor amiga, ambas trabajamos  en la florería que está cerca de nuestro hogar, la cual somos las dueñas, también vivimos juntas, somos nuestra propia compañía en este desértico mundo.

—¡Ya voy! Estoy acomodando las gardenias.

Deje a un lado las maravillosas flores y me encamine a la pequeña oficina. Em, estaba con las cuentas de los ingresos de este mes. Ella está estudiando para profesora de matemáticas, y es muy hábil con los números.

—¿Y cómo vas?

—Bueno, nuestros ingresos subieron este mes, esperemos que sigamos así.

—Dalo por hecho, ayúdame a acomodar todo, debo ir a la universidad.

—De acuerdo, pero porfa piensa en lo que te dije, necesitamos contratar a alguien.

—De acuerdo, luego lo hablamos, ayúdame o llegaré tarde.

Estoy en mi último año de medicina, y planeo especializarme en cirugía.

Terminamos de acomodar todo, me quite el delantal de trabajo y le pase el mando a Emily, agarro mis cosas y salgo a toda prisa.

Nunca me gustó correr, en la secundaria todo lo que tenía que ver con deporte lo evadía, hasta las clases de educación física. Llegué con apenas cinco minutos de retraso, por suerte en la primera hora me tocaba con la profesora Mackenzie, una mujer de casi cuarenta y seis años, muy amable y carismática. 

Me senté en mi lugar de siempre, al frente en la fila del costado, toda mí vida he sido una de las mejores alumnas, y a pesar de ser una chica inteligente nunca se me dificulto hacer amigos, es más siempre me gustó estar rodeado de chicos de mi edad, de alguna forma u otra, aliviaba el sentimiento de soledad en mí.  Al terminar la hora, salí del salón a sentarme en mi lugar especial, atravesé el recinto y me fui hacia la parte de atrás, un jardín oculto en donde había millones de plantas y flores, era mi zona de investigaciones y demás. Aprendí a ver de otra forma el mundo que me rodeaba.

Al pasar un tiempo, me di cuenta que se me hacía tarde, me dicen que cuándo comienzo a divagar no puedo salir de este trance en el que se mete mi mente. Me dirijo al edificio principal de la universidad. Está conformado por varios edificios en donde se sitúan las diferentes áreas, sin contar que tiene: laboratorio, sala de música, de arte, gimnasio y un gran planetario. Es una de las universidades más influyentes del país e ingresar es un reto demasiado difícil.

Pasado el mediodía, salí del edificio y me dirigí al local para reemplazar a Emy. Al verme agarró sus cosas y salió corriendo.

—¡Nos vemos en la noche!—. se despidió con un grito y una sonrisa.

Negué sonriendo, me coloque el delantal y comencé a regar las flores. En eso escuché la campana, la cual significaba que teníamos clientes.

—Hola, buenas tardes  ¿Ya vio algo que le guste?—. Era un hombre, parecía de apenas unos cuarenta años, vestía un traje muy clásico y elegante.

—Bueno, en realidad; la cosa es así, quiero regalarles flores a mí esposa pero no estoy seguro de cual llevar—. Se lo escuchaba acomplejado, como si el no poder decidirse lo estuviera matando.

—Dígame, ¿Es alguna ocasión importante? ¿cena? ¿cumpleaños?

—Es nuestro aniversario de bodas.

—Tengo justo lo que usted necesita. Ya vuelvo.

Me dirigí al depósito y saque de la maceta cuatro ramos de «Gladiolos» color rojo. Volví con el hombre que me miraba de forma expectante.

—Sin duda los Gladiolos son para esta ocasión especial. Significan "recuerdo", con ellos podrá hacer que su esposa recuerde todos los momentos hermosos que vivieron juntos.

—Son hermosos, gracias—. Me agradeció con una sonrisa, dejó el dinero sobre el mostrador, busqué su cambio y le deseé suerte con su aniversario.

Me encantaba cómo las flores causaban esa reacción en los clientes, la mayoría se iban con una sonrisa en el rostro cada vez que las recibían, y yo era feliz con esas sonrisas. Al anochecer, cerré el local y me fui al departamento que quedaba enfrente, ingresé en él yendo directo a mi hogar a esperar que regrese Emily, eran alrededor de las 22:00 pm, no debía de tardar.



#2415 en Joven Adulto

En el texto hay: flores, amor, constelaciones

Editado: 20.08.2022

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