Desdoblé una y comencé a leer.
Me quieren hacer creer que eras producto de mi imaginación pero yo sé que no, se que no te soñé y que si eras tú el que había venido a buscarme aquella noche.
Quiero decirte que no he podido olvidar la textura de tus labios, la calidez de tu cuerpo y lo embriagador que fue ser tuya, sin importar que haya sido por una noche. Me fue suficiente como para confirmar que te he amado a ti durante toda mi vida, durante toda mi niñez.
Una vez más confirmé que mi padre estaba errado, que lo nuestro si significó algo.
Por nuestro amor entendí que amar es más que besar y sentir mariposas, es mucho más que aquellas fábulas que querían hacerme creer.
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Había imaginado que aquel amor significó más que aquellos bonitos recuerdos que quisieron incrustarme entre pecho y espada. Sabía que lo amaba a él, que solo él me hacía sentir de un modo que nunca Maximiliano llegó a igualar. Mi padre no lo sabe, quizás nadie de mi familia lo sospecha pero he estado viéndolo a él a escondidas sintiendo y viviendo mi propia historia de amor.
Estábamos en una pradera apartada de la ruidosa ciudad de Londres recostados en aquellos dientes de león sintiendo la frescura de la brisa acariciar con suavidad nuestras pieles. Al girarme me encontré con aquel rostro perfecto, con aquel perfil masculino y provocativo, sus ojos azules me enfocaron hallando en ellos lo que yo veía en los suyos. Acerqué mi mano a su rostro y le acaricié la piel, bajo la mía era tibia y reconfortante, había paz y amor.
—¿Es normal que con cada caricia me pueda enamorar de ti?
Si, me pasaba siempre que le veía.
—No creo que me ames más de lo que yo te amo a ti.
Él esbozó una sonrisota y se acercó, sentí la calidez de su respiración chocar contra mi rostro.
—Esto aún me parece un sueño.
Años separados, distanciados y peleados pero nunca sin dejar de pensarnos y amarnos. Sabe que por nada del mundo cambiaría lo que yo siento por él, todos los saben, él lo sabe y yo lo sé. Se ha metido de lleno en mi corazón, en mi mente y en mi cuerpo. No era del todo suya, al menos no por ahora, pero sentía que de solo separarnos yo no podría continuar con mi vida.
—¿Cuándo podremos dejar de ocultarnos?
En su mirada noto que está situación de estarnos escondiendo no le agrada en lo absoluto y lo entiendo, a mí no me gusta ignorar el hecho de que me he enamorado y no puedo hablarlo con mi padre por la simple razón de que odia con creces al hombre frente a mi.
—Van arruinarlo todo.
Él gira quedando viendo al cielo y tras inhalar dice:
—Te he pedido en varias ocasiones que te cases conmigo y nos larguemos de este lugar.
—No es fácil.
—Lo es, el detalle está en que no quieres alejarte de tu papá y lo entiendo, la amas incluso más que a mi y es aceptable, pero está interfiriendo en nuestra relación como pareja.
Es bien sabido que mi familia y la suya son enemigos desde que salió a la luz la relación de mi abuelo con su hermana lo que ha desencadenado un desprecio colectivo entre los Robinson y los Almonte, lastimosamente nos afecta al ser engendrados de dichas familias. Sin embargo, ni él ni yo tenemos la culpa de habernos enamorado.
—Sabes lo que pienso al respecto.
Él suspiró, no quiero pelear nuevamente por el mismo tema.
—“No discutiré sobre eso, ya veremos cómo resolvemos esto” —. Imita mis palabras pasadas en tono burlón, logrando que le mire mal.— he perdido la cuenta de las veces que repites eso.
—¿Te afecta?
—Me afecta no poder reclamarte mía en público, dejando en claro que no pueden coquetearte.
Me sonrojé ante sus palabras y miento si digo que odio que me reclame suya, es satisfactorio escucharlo salir de él.
—Amarme es complicado y lo sabías bien.
—No me importa enviar mi vida a la basura solo por quedarme a tu lado, lo sabes bien.
Se de aquella devoción de él hacia mi, se bien de aquel amor de él hacia mi.
Me incorporé descansando mi cabeza sobre mi mano agarrando más altura y verle, aquel par de ojos color azul me observan.
—Te amo. —. Le dije, sintiéndome embobada por su rostro, por lo perfecto que lo sentía.
¿Es normal a alguien con tanta intensidad? ¿Es normal que me derrita de amor por él?
—Yo más, Harriet. —. Él lleva su mano a mi mejilla, acariciándola.— Desde que eras aquella niña tímida que no podía mirarme a la cara sin ponerse roja.
Escuché durante toda mi vida que durante nuestra niñez no podemos experimentar la ilusión de un amor genuino, que no existía y no estaba en nuestra psique amado tan desmesuradamente a alguien. Y vaya que me mintieron. Desde mis nueve años no paro de imaginar lo que se siente y sentía amarlo a él, el poder sentir el aleteo constante de las mariposas surcar mi estómago. Su sola presencia hacia que mi sistema decayera, que todo lo que estaba en orden caiga brutalmente.
La intensidad de este amor quemaba con creces cada poro de mi piel y solo así confirmo que lo amo.
Sentí que parte de lo que era hoy en día se lo agradezco al amor que este hombre me ha demostrado desde que tengo uso de razón. Terminé recostada sobre los delicados dientes de león sintiendo como de pronto su peso posarse encima de mí, sin ser del todo, él comienza repartiendo pequeños besos sobre mi rostro, mis mejillas y mis labios. Aquellos labios sabor a fresa me cautivan, me hipnotizan haciendo que olvide que estamos en un sitio donde fácilmente podrían encontrarnos un desconocido. Sin embargo todas aquellas posibilidades pasaron a un segundo plano, importándome muy poco.
Sus labios inician un tortuoso recorrido desde mi cuello hasta mi pecho abriendo de a poco los botones de mi vestido de esta tarde. El toque de sus labios sobre mi delicada piel la eriza, de verdad que no había sentido absolutamente nada hasta ahora que era besada y admirada por este hombre. No me importa que a mis diecinueve años me este entregando en cuerpo y alma a un chico de 20 años en medio de una pradera de dientes de león.
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Editado: 19.10.2025