Capítulo 6.
Te quiero :
¡Dios mío!
Me está pidiendo que pase la noche con él.
Pero no lo harás.
Diego me encanta, mucho. Pero no estoy preparada para eso. Además es muy pronto.
Y tiene novia, recuérdalo.
Me separo, y lo enfrento. — No puedo, Diego. Mira... tú me gustas muchísimo. Pero siento que vamos muy rápido.
¡Eso, digna!
Suelta un suspiro pesado. — Lo sé. — Dice en un hilo de voz. — Perdóname, ángel. No fue mi intención incomodarte.
Le doy una sonrisa de boca cerrada. — No me incomoda, Diego. — aclaro — Es sólo que es muy pronto.
Él asiente. — Tienes razón. — acuna mi mejilla con su mano, y la acaricia.— Oye... necesito ir al baño, ¿me esperas?
Asiento. — Aquí te espero. — Besa fugazmente mis labios, y se levanta dirigiéndose hasta la pequeña puerta al fondo. Hasta ahora me percato de que Sara y Manuel volvieron a la pista. Así que aprovecho para revisar mi celular.
— ¿Angie? — frunzo mi ceño, y levanto la mirada. Sonrío al ver de quién se trata.
— ¡Tony! — me levanto rápidamente, me acerco a él para abrazarlo.
— ¿Cómo estás, enana? — pregunta devolviéndome el abrazo. Me separo, y él esboza una sonrisa.
— Bien, ¿ y tú, qué tal?.
— Pues, bien. — Se encoge de hombros, y señala a un grupo de chicos que se encuentran en otro de los sofás — Vine con unos amigos a compartir un poco antes de irme nuevamente a la ciudad. ¿Y tú, por qué tan solitaria acá?
— De hecho no estoy sola. — suelto una risita — Vine con Sara y unos amigos. Están abajo bailando, y pues, yo preferí quedarme a descansar los pies.
— ¡Nada de eso! — exclama, y toma mi mano — ven, vamos a bailar. — abro mi boca para negarme, ya que no puedo dejar a Diego acá sólo, pero see cierra al instante, cuándo veo al antes mencionado, acercarse.
— Ángel ya... — La voz de Diego se congela cuándo nos ve. Su mirada se desvía a la mano de Tony unida a la mía, y enarca una ceja.
La tensión que hay es insoportable, así que decido romper el silencio. Me deshago delicadamente del agarre de Tony, y le doy una sonrisa de boca cerrada a Diego. — D, te presento a Tony. Un amigo.
Tony fuerza una sonrisa, y extiende su mano.— Mucho gusto.
Diego mantiene su semblante serio, pero al final estrecha la mano de Tony. — Igualmente.
Otro silencio incómodo.
Joder, la tensión que hay ahora mismo se puede rebanar.
¡¿Alguien tiene un cuchillo?!
— Bueno, los dejo.— dice Tony, mirando a Diego. Dirige su mirada hacia mí, y esboza una sonrisa. — No vemos, enana. — Se acerca, y me da un abrazo corto. Y con eso se va hasta dónde están sus amigos. Me giro hacia Diego, que me mira con una ceja arqueada.
— Muy simpático tu amigo. — suelta con frialdad.
Le doy una mirada confusa. — ¿Son ideas mías, o eso fue sarcasmo?
Se encoje de hombros. — Quizá.
No entiendo un carajo. — ¿Por qué te cayó mal Tony? — inquiero.
— No me gusta cómo te mira. — espeta.
Espera, ¿Qué?
No puedo evitar soltar una carcajada.
— ¿Hablas en serio Diego? — no puedo creer que venga a hacerme una escena de celos.
Su rostro se mantiene serio. — No lo veo divertido. — masculla.
— Es que sí es divertido. — insisto.
Resopla. — Le gustas, Angie. Basta con ver la manera en que te come con la mirada para darse cuenta.
Quiero decirle que él no tiene ningún derecho a ponerse así. Que es él quién tiene a alguien más en su vida, y que la que debería ofenderse soy yo. Pero me lo callo, no quiero discutir justo ahora. Y menos por semejante tontería.
— Diego, no pienso discutir respecto a eso. Piensa lo que quieras. — Malhumorada, me siento en el sofá. Él suspira, y copia mi acción.
— Yo tampoco quiero discutir, preciosa.— Toma mi mentón, y besa la comisura de mis labios. Yo lo miro mal.
— Pues, hace unos segundos parecía todo lo contrario.
— Puede que me haya puesto un poco celoso — admite.
Ruedo los ojos — Es que no hay necesidad de ponerte celoso, Diego. Tony es sólo un amigo.
— Está bien. — murmura antes de volver a besarme.
La risa de Sara hace que nos separemos. Sólo bastó escucharla, para saber que está pasada de tragos.
— Perdonen la interrupción tortolitos. — dice divertida — pero ya tenemos que irnos, An. Recuerda que el tío llega en unas horas.
Mierda, lo había olvidado.
— Sara tiene razón. — digo levantándome.
— Pues, vamos entonces.
Diego se levanta, saca las llaves del bolsillo de su pantalón, y toma mi mano. Salimos del club, y nos subimos a auto. Al llegar al conjunto residencial, los chicos se bajan con nosotras para despedirse. Manu besa mi mejilla, y luego se aleja un poco con Sara para despedirse.
Diego y yo hacemos lo mismo.
— Descansa, hermosa. — dice mientras me abraza.
— Tú también, avísame cuándo llegues ¿si?
— Está bien. — Toma mi mentón, y me besa.
Rodeo su cuello con mis brazos intensificando el beso. El hace lo mismo, pero con mi cintura, y me pega más a su cuerpo. Muerde mi labio inferior, y sonríe. — Me encantó verte . — susurra sobre mis labios.
— A mí también. — digo rozando nuestras narices.
— Buenas noches, ángel.
— Buenas noches, D.
Besa mi frente, y se dirige a su auto. Sara se acerca a mi lado, y cuándo vemos que ya se han alejado, subimos a casa.
∘❀∘❀∘❀∘
— Bueno, eso sería todo, An. — la voz de mi hermana resuena por el altavoz de mi celular.
El cumpleaños de mamá es en dos días, y con mis hermanos y papá le estamos organizando una pequeña sorpresa.
— ¡Perfecto!— alzo mi voz, ya que estoy sirviéndome un vaso de agua. — Mañana no tengo clases, así que le diré a André que vaya conmigo a comprar las cosas.
— Ésta bien.
— Yo te llamo cuándo ya tengamos todo. — me acerco para colgar, pero Fer vuelve a hablar.