Me elijo a mí

12 | "¿Estamos bien?"

Capítulo 12.

"¿Estamos bien?"

 

 

 

 

 

— ¿En serio hizo eso? — pregunta Dani, sin poder dar crédito a lo que escuchó.

— Tal cuál.

Llegué a casa hace más de media hora. Dani ya me estaba esperando para que contara los detalles sobre mi día con Diego, y estaba sorprendida con lo que escuchaba. Y la entiendo, porque yo estoy igual o más sorprendida que ella. Antes de despedirnos, Diego me invitó a su cumpleaños, me confesó que llevaba días queriéndo decirme, pero prefirió esperar para hacerlo en persona. Al principio dudé un poco en aceptar, pero terminé cediendo ante su insistencia.

— ¿Y si Danna llega a presentarse ahí, An? — suelta Dani, desconfiada.

Lo cierto es que ese es mi temor más grande, y por eso dudé en aceptar. Sin embargo, Diego me aseguró que no iría, ella no estaba invitada.

Suspiro con pesadez —Me dijo que no estaba invitada. — digo intentando convencerla, o quizá quiero convencerme a mí misma de eso, ya no lo sé.

Dani asiente, no muy convencida.

— Bueno.

— Además, Sara también irá. Manuel la invitó, así que no estaré sola.

— Si es así, mejor. Me tranquiliza más saber que no estarás sola.

— Estaré bien, Dani. — le aseguro.

Me mira fijamente, y suelta; — Te conozco, Angie. Sé que si todo se sale de control, no podrás manejarlo estándo sola.

Bufo — No soy una cobarde.

—  No estoy diciendo que lo seas, An. —  rueda los ojos — sólo que te bloqueas cuándo todo se te sale de las manos, no puedes controlarlo.

Es cierto. Suelo bloquearme cuándo las cosas se salen de control. Muchas veces he sido la burla de las personas por lo mismo. No me defiendo cuándo alguien me humilla, o me dicen algo que me hiere. Y me siento una completa tonta por eso.

— Sabré cómo manejarlo.

No tengo ni puñetera idea de cómo hacerlo... pero lo intenté.

Quiero ver eso.

Shh.

— Confío en tí. — dijo en un suspiro.

Le doy una sonrisa de boca y cerrada.

— Admiro mi fuerza de voluntad. —digo con diversión.

Dani suelta una risotada al notar que fracasé en mi intento de cambiar el tema. — Me sorprendes, ¿eh?

— ¡Hey!. Yo soy una chica fuerte.

— Sí. Sobretodo cuándo se trata de Diego Baeza. — dice con sarcasmo.

— Cállate — gruño.

— Es la verdad — encoge sus hombros.

Suspiro con pesadez. — Es que... Diego me mueve todo, Dani.

Por mucho que intente negarlo, y hacer cómo que no me afecta, es la verdad. Y lo peor es que no puedo evitarlo. Diego me vuelve débil con sólo mirarme.

Dani esboza una sonrisa triste. — Lo sé, An. Pero no puedes permitirle que te afecte de esa forma. Debes tratarlo con indiferencia, seguir haciéndote la difícil por más tiempo. Que le cueste volver a ganarse tu confianza.

— No es fácil. — admito.

— Por supuesto que no es fácil. — concuerda — pero él no merece que le des una oportunidad. No así de fácil, Angie. Le tiene que costar.

Estoy de acuerdo.

— Lo sé. — murmuro, sin saber que más decir.

Al parecer, nota que prefiero cortar el tema ahí.

—Ya, no hablemos más del tema. Mejor veamos alguna serie o algo. — propone.

Esbozo una sonrisa y asiento.

El resto de la tarde lo pasamos viendo un maratón de películas de Disney. André llegó con mamá cuándo íbamos por la segunda, y se nos unieron. Ordenamos pizza, y cuándo se hizo algo tarde, Dani volvió a su casa. Por más que le insistí para que se quedara, ella insistió en que quería volver.

Siento que Daniela me está ocultando algo, pero ya mejor lo hablo con ella otro día y con más calma.

Antes de meterme a la cama, recibí un mensaje de buenas noches de Diego. Y luego de responder, me dormí enseguida.

                   ∘❀∘❀∘❀∘❀∘❀∘❀∘

¿Alguna vez han sentido ese nudo en el estómago que les advierte que algo no anda bien?

Pues, desde que desperté he estado sintiendo ese jodido nudo en mi estómago. Y un pálpito nada agradable en mi pecho. Sin embargo, no quise hacerle caso a eso, y continué con mis planes cómo si nada.

Le conté a Dani, y me insistió de todas las formas existentes que le dijera a Diego que no podría ir a su fiesta, que le inventara alguna excusa. Pero no hice caso.

Ahora estoy aquí, en el carro de Diego, camino a dicha fiesta.

Y que sea lo que Diosito quiera.

Amén.

— ¿En qué piensas? — la voz de Diego me saca del trance en el que me encuentro en éstos momentos.

Me da una mirada de soslayo, así que se la devuelvo, y forzando una sonrisa, niego con la cabeza.

— En nada, D.

— Bueno. — no suena muy convencido.

Continúa con la vista en el camino, y para llenar el silencio, pongo algo de música. Agradezco que no insista... aunque estoy muerta de nervios por lo que vaya a suceder ésta noche, no quiero decírselo. Pensará que estoy paranoica o algo por el estilo.

— ¿Qué dijo tú mamá sobre quedarte en casa? — pregunta, rompiendo el silencio.

Ah, sí.

Olvidé ese pequeño detalle, jeje.

Cómo Diego vive en el pueblo vecino, a unos quince minutos, me tendré que quedar en su casa, ya que es peligroso regresar tan de madrugada. Y mamá no puso ninguna objeción con respecto a eso. Sólo dijo "No hay problema, cariño. Diego es de confianza".

<< Ay, mamita. Si tan sólo supieras...>>

No tuvo ningún problema en darme el permiso. — me encojo de hombros, sin entrar mucho en detalles.

Observo cómo esboza una sonrisa ladina.

Aparta la mirada del camino un instante, y la clava en mí. — Que bueno.

Jugueteo con las manos sobre mi regazo, y le doy una sonrisa de boca cerrada.

— ¿Sara ya está en la fiesta? — suelto, evadiendo por completo la tensión que comenzó a formarse en el ambiente.

— Sí. Manuel y ella fueron de los primeros en llegar.

— Genial.

El resto del camino lo pasamos  conversando sobre cosas triviales. Me comenta que personas estarían en su fiesta, y la verdad es que no son muchas, lo cual me tranquiliza muchísimo. Aunque por más que quiera pasar desapercibida, no podré. Entre pueblos todos nos conocemos, ya saben cómo dicen "Pueblo chico, infierno grande".




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