Me elijo a mí

22 | Latidos acelerados

Capítulo veintidós.

    Latidos acelerados:

 

EVAN⚡



 

—Mamá, por favor —, digo en tono suplicante. — Ella no la está pasando bien… su familia pasa por una situación difícil, y no tiene a dónde ir.

La llamada de Angie me dejó muy preocupado, su voz sonaba débil, y el dolor en ella cuándo me dijo que su madre la había sacado de su casa me rompió el corazón. Pero antes de salir de casa, mamá me interceptó, y tratar de convencer a Samantha Morgan cuándo no está de acuerdo con algo, es bastante… complicado. 

Mamá suspira con pesadez, y niega levemente. 

—Entiendo perfectamente, Evan. Y créeme que me gustaría ayudarla. Pero esa chica vive muy lejos, y no saldrás a estás horas en el auto, sabes que está prohibido en ésta casa. 

—Mamá —, digo en un suspiro. — Te prometo que tendré cuidado. Sabes perfectamente lo cuidadoso que soy al manejar. No me pasará nada, ¿ok? — Le aseguro. 

Su postura no cambia. Y yo comienzo a irritarme. Entiendo perfectamente que tenga miedo a que algo me pase. Desde que papá murió en aquel accidente de auto, mamá ha desarrollado un montón de miedos, y manejar autos en las noches es uno de ellos. Y bueno… ahora sufre de ataques de pánico y ansiedad. Nuestra relación después de eso se ha vuelto más sólida de lo que era, a final de cuentas, siempre hemos sido nosotros dos, y bueno...papá. Pero él ya no está. 

Ella suspira, resignada. — ¿No dejarás de insistir, verdad?. 

Muerdo mi labio, ahogando la sonrisa que amenaza con formarse en mis labios, y niego levemente. — No, ma. 

— Está bien. Irás —, cede, y yo me acerco para dejar un beso tronado en su frente. 

— Eres la mejor. —Susurro abrazándola.

Ella se suelta de mi agarre. — Conste que lo hago porque es la primera vez después de tanto tiempo que me pides salir con el auto de noche, eh. — Me señala con el dedo índice. — Y porque quiero ayudar a esa chica también. 

Esbozo una sonrisa y asiento. — Lo sé. 

— Bueno. Avísame cuándo ya estés con ella. Voy a alistar la habitación de invitados. 

— Sí, señora. — Me acerco y deposito otro beso en su frente. Antes de separarme, susurro;— Sé que aunque parezca, no estás tranquila con que salga. Pero te prometo que tendré cuidado, ¿ok?. Te aviso cuándo ya esté con Angie. 

Ella asiente, y parpadea rápidamente evitando llorar. Mi pecho se comprime, sé lo difícil que es para ella. — Bueno, ya vete, antes de que me arrepienta. 

Asiento rápidamente, y me apresuro a salir. — ¡Te amo! —, grito antes de cerrar la puerta.

Me subo apresuradamente al auto, y antes de ponerme en marcha coloco música para llenar el silencio. Mientras manejo no puedo evitar pensar en Angie. 

Es increíble como alguien puede convertirse en lo más especial. Puede verse un tanto… exagerado, pero no me importa. Desde que nuestros ojos se cruzaron por primera vez aquel día en el instituto, sentí algo que no sabría explicar, era la primera vez que me pasaba algo así, mi impulso me llevó a sentarme a su lado, a hablarle. Al principio pude notar que evitaba intercambiar más palabras de las necesarias conmigo, pero poco a poco fue soltándose, y descubrí lo tierna, graciosa y divertida que es. Verla tan frágil, tan triste luego de descubrir la infidelidad de su padre, hizo que mi corazón doliera por ella, y una sensación de querer protegerla me invadió desde entonces. Ha sido la única persona que he llevado al mirador, y no me arrepiento. Tampoco me arrepiento de haberla besado. Por un momento sí me sentí como un imbécil al besarla en un momento tan vulnerable para ella, pero en el instante en que mis labios tocaron los suyos, cualquier pensamiento negativo se esfumó, y joder… valió tanto la pena. Sentir la suavidad, la dulzura de los mismos. Nunca algo se había sentido tan bien. Y sí, soy consciente de que ella ahora quiere y está con alguien más… pero sería muy falso de mi parte decir que me siento mal por el chico. Porque la realidad es que no. Además, lo más probable es que eso no vuelva a repetirse. 

O eso creo.

Una sonrisa deja mis labios al recordar aquel beso, el momento no fue el más indicado...pero para mí fue perfecto. 

Un rato más tarde estaciono frente la casa de Angie, apago el motor y bajo rápidamente del auto. Siento como mi pecho se estruja cuándo la veo, sentada en una de las jardineras que están a un costado de su casa, con su cabeza en el hombro de una chica rubia que la rodea con fuerza, supongo que ella es su mejor amiga, Daniela, Angie me habló de ella el día que nos conocimos. 

Al parecer Daniela siente mi presencia, porque levanta su mirada hacia mí, y yo sólo puedo darle una media sonrisa. 

— Hola —, digo con suavidad. 

Angie se separa de su mejor amiga, y dirige su mirada hacia mí. Me rompe el corazón verla así, su rostro un poco hinchado por lo mucho que ha llorado, su nariz y mejillas rojas por la misma razón. Ella limpia sus lágrimas, y yo le doy una sonrisa triste. 

— Evan, pensé que no vendrías. — Su voz sale un tanto ronca. 

—Antes de salir de casa mamá y yo tuvimos una pequeña charla. Por eso tardé más de lo esperado. — Explico, y ella asiente débilmente. 

—Que bueno que estás aquí. — Se levanta y se acerca a mí para abrazarme. Y siento un poco de vergüenza, porque seguramente puede escuchar los latidos desenfrenados de mi corazón gracias al gesto. 

—Siempre, guapa. — Susurro acariciando su cabello. 

Daniela y yo compartimos una mirada triste. Ella se levanta, y habla. —An, no olvides hablarme cuándo estés en casa de tu amigo. 

Angie se suelta de mi agarre para poder mirarla.— Lo haré. —Se acerca a ella, y la abraza con fuerza. — Te amo, cuida de ellos, ¿sí?. — Daniela asiente y se separa un poco para tomar su rostro, haciendo que la mire.

—Cuídate tú, ¿ok?— La voz de Daniela sale rota.— Recuerda que nada de lo que está sucediendo es tu culpa, basta de castigarte, por favor. — Angie asiente, y Dani besa su frente. — Te amo. 




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