Verla tan rota y frágil me hacia muy mal, no sé algo dentro de mi quería seguir abrazándola.
Magda la llevo a su habitación para que pudiese prepara algún bolso ya que no estaría en el colegio por una semana máximo.
- Voy a preparar las cosas para el viaje, vienes Isabel? - pregunté
- Mejor llévala tú, yo debo ir a la reunión del consejo hoy a la tarde Adelaine... ten cuidado y avísenme cuándo lleguen por favor.- dijo y se retiro.
Me despedí antes de que se fuese con un movimiento de cabeza, me encamine a la habitación dónde tenia mis cosas y comencé a armar mi bolso, no tarde ni 5 minutos pues ya lo tenía todo e un solo lugar. En cambio mi corazón estaba por romperse al recordar a esa Alexandra y se que no estaría bien en un tiempo.
Lleve la camioneta un poco más cerca de la Dirección, para que Alexandra no tuviese que caminar más o desmayarse del lo frágil que estaba, pronto vi a Magda con Alexandra Subiendo las escaleras del pasillo. Salí de la camioneta y le abrí la puerta de atrás para que pudiese Magda colocar allí el bolso de Alexandra y así lo hizo. Ale subió de copiloto a mi lado, subí , me despedí y emprendimos el viaje de 315 km de asfalto que nos faltaba por delante sin contar con 10 km de tierra roja.
Todo el camino Ale se acurruco y lloraba bajito, se quedó dormida y paré en una estación de servicios para comprar algo que comer. Al volver Ale seguía dormida en el asiento, sus ojos estaban hinchados, sus pestañas estaban medio húmedas aún, su nariz roja y de vez en cuando se limpiaba la nariz con una servilleta que tenía en su bolsillo pero no abría los ojos.
No quería incomodarla pero tenía que hacer que comiera algo aún nos faltaba la mitad del viaje.
- Ale, despierta debes comer por favor- dije sosteniendo un sándwich en la mano.
- Gracias Profe- toma el sándwich pero no lo come, solo lo sostiene en las manos.
- Estás mejor Ale? - pregunto arrancando la camioneta.
- Es como si algo me faltará, tipo el llanto es lejano para está ocasión aunque ya haya llorado mares. - dice mirando el sándwich aún en sus delicadas manos.
- Puede que no parezca pero entiendo tu dolor- dije suspirando.
- Él era el único que me veía cuándo todos me ignoraban, me incluyo en su familia, me dio un lugar como sobrina... yo no creo mucho en Dios pero te aseguro que cada noche pedía por su alma antes de cerrar los ojos. La última noche que lo hice pedí que ya no sufriera y ahora ya no lo hace.- dice rompiéndose en llanto.
Y es que cuándo una persona se rompe frente a otra no lo vuelve a ver de la misma forma.