Narra Alexandra
Estaba en la cocina, preparando los bocaditos para entregar a los que asistieron a la casa, conocidos, amigos, primos, tíos, vecinos, compañeros de aventuras, todos los que conocieron a tío. Desde que llegué no he hecho nada más que preparar los bocaditos, tenían que estar en orden o lo pagaría más tarde yo.
Me asustaba ir a la sala dónde estaba el cuerpo de tío, una vez que mirara el ataúd sabría que esto era real y me derrumbaría frente a todos, eso también lo pagaría más tarde si ocurriese.
Llegada la Madrugada, la multitud se retiraba de a poco, llantos, lágrimas, narices sonando y caras pálidas de dolor... entre todos esos estaba yo, con miedo a entrar en la habitación.
Estaba cansada a las 2:45 am, seguía limpiando, ordenando la cocina en un silencio congelador y allí me acerqué... el cansancio me invitó a mirar dentro del abismo.
Verlo allí, inmóvil, sin bromas, del color de la muerte cuando este toca la puerta eso sí me despertó.
Mis recuerdos felices se hacían pedazos al compás de mis lágrimas, toque fondo esa noche cuando pedía entre llantos que no fuese real pero todo lo era, él ya no estaba allí y nunca más lo estaría, se fue como tantas cosas que me han marcado la vida para siempre.
Me degollaron estando de rodillas, así por la espalda eso fue lo que sentí, me recosté por la pared, me sentía acabada, rota. Por que tenia que ser él?.
No sé en que momento me dormí, desperté con un vaso de agua fría por la cara, era mi tía o al menos esa bestia que tenía mi sangre por sus venas y por sus manos indebidamente.
Me levanté enojada y se lo reclamé, ya no aguantaría más humillaciones, la persona que era mi calma ya no estaba, no tendría que seguir aguantando esa mierda.
-Que se supone que hacés?- dije enojada.
A lo que ella abrió los ojos como platos sin decir nada.
Fui a mí habitación, no quería saber nada de nadie, en ese momento todo lo que me pasará ya no importaba.
Estoy acostada, dándole vueltas a pensamientos. Quién pensaría que te perdería? Por qué tú y no yo?
Me siento con culpas, enredada en pensamientos... Pequeña, frágil y sola.
Tomé la pequeña caja de zapatos que se encontraba bajo un millón de ropas en el armario, caja que contenía los momentos de mi vida, esos que me hicieron feliz y los que me marcaron. Había desde fotos, dibujos, cartas, piedras, joyas y una promesa.
Quien pensaría que yo te perdería? Porque tu y no yo?
Promesa que rompería esa noche, dentro de una botella, esa del refresco favorito que una vez probé en el Shopping después del cine, él me había pedido qué pase lo que pase siempre luchará por lo que creía correcto, no lo correcto para el mundo ya que existen demasiadas cosas que en un continente están bien y en el otro no. Lo correcto era para mí, única y exclusivamente lo que yo sintiera correcto, que viva la vida en todas sus etapas buenas y malas, me pidió con lágrimas en los ojos no renunciar a la vida. En ese momento no entendía nada pero le dije que lo pensaría...
Quién diría que años después, cinco años después para ponernos en contexto, él tendría en su sistema un cáncer maligno que lo devoró hasta secarlo completamente.
Quería romper esa promesa, ya no entendía por qué seguir allí, callando, aguantando y viviendo esa miserable existencia. Tomé unas navajas que tenía en el baño, nuevas y filosas rogando pasarse por mí piel y así lo hice.
Uno tras otro pasaban las navajas por mí piel, abriendo paso a heridas que tenían mis brazos en un rojo carmesí que me había calmado. Al terminar metí mis delicadas heridas al agua tibia y me duché... Viendo el resto del agua correr en un charco bajo mis pies.
Me curé las heridas, me las tape y seguí dentro de mí habitación hasta la hora del entierro.
Es todo demasiado difícil, por que la vida de burlaba de mi así?- golpeo la pared y una herida volvió a abrirse tiñendo mi venda, lo cubro con un saco negro, ya es la hora de salir.
Afuera en la sala se encuentra más gente nuevamente, mi madre esta hablando con algunos amigos de la familia, todos están ocupados socializando... tomo mi celular pienso en escribirle pero mi Padre me manda nuevamente a la cocina por agua, voy tomo la botella de vidrio, un vaso y se lo entrego, esta con unas señoritas demasiado cariñosas por como me llamaron.
- Gracias cielito, que bonita eres - dice Martha.
- no me llames cielito por favor, gracias - intento zafarme de ellas pero mi Padre me toma del brazo fuerte.
- no seas así con las tías Alexandra, agradéceles bien, ella es Aura la recuerdas, te he hablado de ella - dice con una sonrisa forzada llevándome hacia ellas.
- no la recuerdo, quién es?- pregunto mirándola de pies a cabeza - necesito irme Padre - digo desinteresada.
- Alexandra ella es mi pareja, me imagino que serán buenas amigas, Alexandra quédate con ella, hablen conozcan se- dice mirándola mientras se aleja.
- Perdón pero estamos en un velorio, espero estés bien Aura pero no quiero que te fuerces a hablar conmigo por que soy su hija, no me interesa arruinar ni interferir esta relación no le tengo una pizca de cariño así que haz lo mejor que creas y buena suerte. Adiós - me retire del lugar camino a la calle para esperar el auto que llevaría el ataúd.