Mientras el auto llevaba el ataúd al cementerio yo me mantenía al frente cerca de sus hijos, su ex-esposa y viuda.
En todo el velatorio no había sentido mucho todo el tiempo fué negro, solamente cuando llegamos al nicho* familiar me invadieron los sentimientos de culpa y arrepentimiento por no haber estado con él, ayudando moralmente a luchar contra el cáncer, el hecho de no haber estado en su último día me pesaba y lo haría por toda mi vida. Bajaron el ataúd a la tierra dónde se quedaría por la eternidad, sus hijos lloraban, gritaban y temblaban del dolor que sentían, la ex-esposa abrazaba a sus hijos, la viuda tocaba su vientre hinchado por los 5 meses que ya tenía pues ella sólo tenía 30 años.
Yo no aguanté y huí de allí lo más pronto posible, salí sin que me vieran o eso pensaba, fui corriendo hasta la casa de mi abuela que habían sido como 15 cuadras dejando caer lágrimas que nublaba mí vista.
Llegué a la casa, salte el portón e ingresé a la casa por la puerta trasera me dirigía a mi habitación cuándo él me habló, tenía una vestimenta prolija pero olía a alcohol y mariguana ya que era muy conocida la fragancia, lo había probado unos meses atrás.
- Qué haces aquí Alesita? - dijo el hombre con el que compartía genes, mí tío David pero él se encontraba en el cementerio, cómo pudo llegar tan rápido.
- No es de tú incumbencia- solté.
- Tranquila fierecilla, solo deseo hablar o quizás divertirme.
- Ve a otra parte a buscar diversión- pasé la cocina a toda prisa iba a llegar a mi habitación y me sostiene del brazo.
- No, creo que no haz entendido Alesita.. - dice riendo.
- Déjame- exigí intentando salir del agarre.
- Fierecilla, fierecilla, tú eres mí diversión hoy - empujándome para entrar a la Habitación.
- Suelta infeliz, no soy un juguete y te arrepentirás- amenazo buscando la forma de sacarlo afuera.
Me empuja a la cama y se sube sobre mí, sus piernas están sobre mis muslos y sus brazos manteniendo mis brazos pegados a la cama. Intento safarme, uso las fuerzas que me quedan, él junta mis brazos por sobre mí cabeza recorriendo así todo mí cuerpo y sostiene con una sola mano mis dos brazos.
Acto seguido comienza a bajarse el pantalón, quedando completamente desnudo frente a mi.
- Suelta, suelta, déjame!- grito de miedo y preocupación.
Él solo sonríe y comienza a masturbarse frente a mi sin decir ninguna palabra.
Me muevo, intento salir de esa posición en la que me ha dejado presa pero no lo logro.
- Sí quieres gritar, hazlo me excita más fierecilla- dice acelerando su masturbación.
Cierro los ojos, comienzo a llorar, por favor a mí no... digo a mis adentros
- Agghh- gime soltando semen por mí blusa - y ahora viene lo mejor fierecilla - dice acercando su miembro a mi rostro.
- Abre los ojos mi fierecilla, quiero ver qué lo disfrutes ahora que está salado y caliente por ti. - se ríe de lado.
- Déjame... por favor - dije suplicando.
- Espera, abre la boca ahora quiero que me lo saborees completo - dice acercando más su miembro a mi rostro.
Abrí la boca y lo introdujo completo, era asqueroso me dió arcadas casi vómito, me toma del cabello y lo vuelve a meter.. una y otra vez hasta vaciarse por completo en mi boca.
La bestia se sació en mi boca fué un acto de tremendo asco y odio lo que sentí.
- Fierecilla, estuviste genial.. hasta y parece que no eres nueva en eso. - cada quién con su secreto, no?- dijo riendo.
La sonrisa no te va a durar a mis adentros.
Se levanta, me suelta y se sube el bóxer seguido del pantalón.
- Te vas a arrepentir de haber hecho ésto infeliz - dije clavándole una tijera en un muslo - salí corriendo, tomé la mochila dónde siempre tenía mis papeles, celular y billetera.
- Inútil del demonio- lo escuché gritar lleno de dolor y rabia.
Salí corriendo a la calle en dirección a la parada de buses, cada sonido de coche me asustaba más, sabía que vendrían por mí.
Estaba llena de miedo, llegué a la plaza dónde los buses pasaban, busqué un baño para vomitar el sabor que seguía teniendo en mí boca y así lo hice.
Tomé la billetera buscando él contacto de la profe Adelaine, no tenía a dónde ir sólo me quedaba ella, la única que podría ayudarme.
La llamo sin pensar dos veces, al tercer toque contesta:
- Hola - dice
- Hola profe... Soy, ssoy Alexandra - me tiembla la voz y todo el cuerpo.
- Ale, estás bien? - pregunta alarmada.
- No.. y me siento un asco - caí en llanto.
- Espera, dónde estás?- pregunta.
- En un baño publico de la parada, en la misma ciudad dónde me dejaste.
- Qué pasa? - pregunta
- Te necesito por favor...- digo llorando
- Iré, llegó en una hora crees que aguantas? Estarás a salvo? - dice preocupada.
- Creo que sí.. por favor ven por mí