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No toqué la puerta de entrada, me hice paso temprano y para mi sorpresa nadie estaba en el ático. Me quedé sentado en el sillón repasando mi nuevo ensayo cuando Gia y Penélope entraron de la mano, ambas vistiendo casi el mismo vestido color crema de escote redondo que apenas sostenían sus pequeños senos.
“Max.” Dijo la primera.
“‘Max.’” Imitó Gia.
“No me molestes.” Penélope soltó la mano de Gia para atacarla con cosquillas. Gia cayó en el primer sillón intentando escapar de ella, su vestido se subió hasta sus costillas pero no pareció importarle, de a poco iba entendiendo la libertad que Gia tenía con su cuerpo. Ambas empezaron a reír y a forcejear, una encima de la otra. Dos melenas rubias, dos chicas casi idénticas, sus manos en el cuerpo de la otra y la escena era la epítome de la feminidad.
“Compórtense.” Retó James cuando entró deshaciéndose de su Montgomery negro. Detrás de él, Vinny y Brandon se hicieron paso, ambos viendo la escena que las dos chicas estaban haciendo. Penélope y Gia estaban ahora a punto de caer al suelo pero Brandon sujetó a su media hermana de la cintura para dejar solo a su amiga impactar contra el suelo. “Son dos nenas de cinco años.” Se quejó.
“¿Qué pasó el miércoles?” Me preguntó Vinny mientras las chicas se calmaban y dejaban sus carcajadas de lado.
“Necesitaba tiempo para terminar el ensayo.” Él se acomodó a mi lado en el sillón y de su maletín, siempre lleno de papeles arrugados y notas con tachones, sacó su propio ensayo, el cual me extendió. “¿Puedo?” Vinny asintió con la cabeza. “Charles Baudelaire.” Dije en voz alta. “¿No es eso una jugada peligrosa?”
“James quiere que seamos honestos. Estoy siendo honesto.”
“Pero parece que lo elegiste a propósito. De tantos poetas… Baudelaire.”
Vinny se acomodó los lentes y levantó los hombros en el aire. “Quizás no tenía tiempo.” Me susurró juguetón.
“Entiendo… ¿Haces más cosas más allá del club?”
Vinny negó con la cabeza. “No, pero la carrera demanda tiempo, con las prácticas y todo lo demás.”
“Bueno.” Brandon llamó nuestra atención. “Acá está el mío.” Levantó su ensayo en el aire. “¿Tenemos que quedarnos para algo?”
James se estiró por arriba del sillón donde Gia y Penélope estaban sentadas para alcanzar el folio de Brandon. Las chicas buscaron cada cual su propio ensayo en sus carteras y se lo dieron también.
“De hecho…” Interrumpí. “Quería exponer el mío. Si no les molesta.”
James miró a Brandon con una sonrisa y con la palma de su mano abierta frente a él me indicó que me estaba dando el piso. James tomó asiento al lado de Penélope y Brandon se dejó caer en el sillón que estaba libre, esparciendo todo su cuerpo, dejando su pie colgando del apoyabrazos.
Me levanté con cuidado de dejar mi ropa con una presentación impoluta, mientras que los demás se acomodaban la suya para estar más cómodos. James se aflojó y desarmó la corbata para dejarla colgando del cuello de su camisa.
“¿Y bien?” Presionó Brandon cuando notó que no había hablado.
Los observé a todos uno por uno. Parecían aburridos y no esperaban mucho de mí.
“Pablo Neruda” Dije. “El poeta que me identifica es Pablo Neruda. Neruda no solo es un poeta de amor, sino también un poeta de la vida, del dolor, y de la resistencia. En particular, su ‘Poema 20’ me resuena profundamente. Habla de la melancolía, de la nostalgia de un amor perdido, de cómo los recuerdos pueden atormentar y a la vez, definir quiénes somos.”
Tomé el libro de mi bolso, abriéndolo con cuidado en la página marcada. “Quisiera leerles un extracto, si me permiten.”
James asintió.
“En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.”
El silencio me invadió y la duda de si estaba haciendo el ridículo por completo empezó a acosarme la mente lentamente, pero continué.
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.”
Mis ojos se posaron en los de Penélope cuando terminé la última estrofa y Brandon largó un silbido que cortó la incomodidad.
“Brandon, no sigas.” Lo retó James.
"Pablo Neruda, eh?" Brandon dijo, reclinándose en su asiento y mirando con escepticismo. "Es una elección interesante, Máximo. Pero me pregunto, ¿no es un poco... predecible?"
"¿Predecible? ¿Por qué?" Pregunté.
"Quiero decir, ¿qué tiene de interesante escribir sobre el amor perdido? Es un tema tan... trillado."
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Editado: 23.08.2024