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“Sos nuevo, pensé que iba a ser bueno, que te mostrara la estancia.” James señaló el final del pasillo y me hice paso delante de él.
“Gracias.” Esperé a que James se adelantara pero en su lugar se quedó detrás de mí. Empezó a señalar pequeñas curiosidades de su mansión por encima de mi hombro, explicándome la historia de cada pieza mientras yo caminaba guiado por mi mero instinto.
“Esa es una lámpara, perteneció a un antiguo palacio en Versalles. Fue un regalo de un amigo de la familia.” Señaló una de las arañas que colgaba por encima de unos de los salones revestidos en tapizados de patrones florales con muebles que podrían haber tenido más antigüedad que mis abuelos. “Esta es la biblioteca principal.” Dijo cuando abrí una doble puerta de doble altura que no hizo ni un sonido al moverse de nuestro paso. “Como amante del arte seguro vas a poder apreciar algunas de las piezas que tenemos.”
La biblioteca era una extensión de doble piso donde no solo se encontraba un piano como exhibición principal, sino una extensión de libros antiguos. Las estanterías eran robustas, compuestas de distintas maderas oscuras, que denotaban que habían sido construidas a lo largo de los años. Entre cada librero se encontraban distintas obras colgadas en las paredes. Reconocí a algunos artistas, pero no a todos. Supuse que quien había elegido las pinturas era un gran seguidor de los retratos al óleo.
James me acompañó en mi recorrido, señalando varias de las piezas. “Estas pinturas,” comenzó, “fueron seleccionadas por mi abuelo. Tenía una predilección por los retratos que capturaban la esencia de la persona más allá de su apariencia física.”
“Es increíble,” respondí, deteniéndome frente a un retrato en particular. El rostro del hombre en la pintura parecía casi vivo. “Este es... ¿Sargent?”
“Sí, tenés buen ojo, es Sargent,” dijo James. “Capturó a un amigo cercano de la familia. Gran capacidad para plasmar la personalidad de sus sujetos.”
“Supongo que el piano es tuyo.” Señalé el instrumento después de dar un recorrido general a cada pintura que se exhibía a nuestra altura.
“De mi abuelo. Pero lo toco de tanto en tanto, a los demás le gusta pasar el tiempo en esta habitación y musicalizo el momento cuando se me da la oportunidad.” James se acomodó el traje. “¿Seguimos?”
Pasamos salón tras salón, el lugar parecía interminable, las historias de cada pieza era un sinfín de herencias. Cada habitación tenía su propia atmósfera, cargada de memorias y secretos familiares. “Y esta,” dijo James, abriendo otra puerta, “es la galería principal. Acá es donde se reúnen todas las piezas más valiosas de nuestra colección.”
La galería era impresionante, con techos altos y una iluminación perfecta que destacaba cada obra de arte. Pinturas, esculturas y tapices de todas las épocas y estilos adornaban el espacio, creando una sinfonía visual que era simplemente abrumadora. Me dio tiempo a que absorbiera todo lo que podía con mis ojos. Se quedó en una esquina, con las manos detrás de su torso, mientras yo me deleitaba con la colección de su familia.
Seguimos por la primera planta donde me mostró las cosas más mundanas de la mansión, “Este es el comedor principal,” dijo, señalando una amplia sala con una larga mesa de madera oscura rodeada de sillas de respaldo alto. “Acá es donde celebramos las cenas formales y eventos familiares importantes.”
El comedor tenía una elegancia sobria, con candelabros de cristal colgando del techo y una chimenea en un extremo que parecía haber visto muchas noches de fiestas. “Y acá” continuó James, abriendo una puerta cercana, “es la cocina.”
La cocina era sorprendentemente moderna, equipada con electrodomésticos de última generación y una isla central. “Vinny pasa mucho tiempo acá, a pesar de tener personal de servicio,” comentó James. “Le gusta preparar su propia comida.”
Caminamos hacia otra habitación. “Este es el salón de juegos,” dijo James mientras abría la puerta. El espacio estaba lleno de entretenimiento: una mesa de billar, una mesa de ajedrez, una gran pantalla para ver películas o jugar videojuegos. “Acá pasa el tiempo Brandon. Generalmente jugando ajedrez solo.”
Me llevó a un pequeño estudio conjunto. “Acá es donde suelo trabajar en mis composiciones,” explicó. El estudio estaba lleno de partituras e instrumentos musicales. “Es mi refugio personal.”
Pasamos por un cuarto más pequeño y modesto. “Este es el lavadero,” dijo James con una sonrisa. “No es muy glamoroso, pero es necesario.”
Finalmente, llegamos a la terraza desde donde podía ver cómo la propiedad se extendía por hectáreas y hectáreas. “Al norte está la laguna, vas a ver a Gia perdida por ahí, al sur está el pequeño bosque, no es muy amplio pero si tenés suerte podés ver algún ciervo de paso—
James se giró para ver a un hombre, parte del personal de la casa, parado a un par de metros sobre el suelo de cemento decorado con distintos patrones que componía parte del jardín superior de la traza que tenía, además, un arco lleno de flores que una mujer estaba regando. Durante nuestro recorrido noté la cantidad de personas que iban y venían haciendo funcionar la mansión. James dijo que íbamos a estar solos, pero supongo que para él, el personal de la casa no contaba como compañía.
“James.” Dijo el hombre con formalidad.
“¿Qué se le ofrece Benedicto?”
Benedicto era un hombre mayor, de pelo blanco como la nieve y un bigote prominente del mismo color que se erguía tan erecto que parecía más alto de lo que era. Descubrí con el pasar de los días que era quien se ocupaba de todo el personal.
“No quería interrumpirlo pero no quería empezar a preparar la cena sin sus especificaciones.” Dijo Benedicto.
James carraspeó la garganta y después de disculparse conmigo con un gesto de cabeza muy particular que tenía él cuando estaba intentando ser humilde, donde bajaba la cabeza levemente subiendo los hombros, se giró completamente dándome la espalda.
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Editado: 23.08.2024