Me enamoré de ti

XVIII

El olor a cloro-desinfectante y voces a mi alrededor me hacen removerme incómoda. quiero abrir mis ojos pero estos se sienten pesados. Es como si no tuviera el control de mi propio cuerpo. Escucho pasos, agudizo el oido cuando escucho el chirrido de la puerta al ser abierta.

-mm veamos que tenemos aquí... -es una voz de chica -Katherine Morgan. Embarazada de dos meses... creo que el chico de afuera es tu padre bebé.

Mi corazón da un vuelco al escuchar eso y creo que de tanta impresión logro abrir los ojos. Lo primero que noto es la luz blanca que me ciega por unos segundos, parpadeo hasta acostumbrarme a la habitación de hospital iluminada. Es cuando caigo en cuenta de la chica pelirroja de anteojos. Es blanca con pocas pecas en el rostro, cabello pelirrojo ondulado y ojos marrones.

Al parecer nota mi mirada ya que quita los ojos de mi expediente.

-¡oh! ¡que bueno que ya despertaste! -se levanta enseguida y viene hasta a mí.

-hola... -mi voz sale seca, puedo sentir mis labios resecos y lo hinchado que están mis ojos.

-bueno, supongo que ocurrió algo muy grave para que pongas así en peligro la vida de tu hijo -me mira analítica y se sienta nuevamente en el banquillo.

-yo... -empiezo a recordar los últimos sucesos y la extraña sensación de saber que si mi hijo está bien, hace que rompa en llanto de nuevo -por favor, dígame qué mi hijo está bien y sano -le suplico a la doctora.

-mm, de hecho el que esté sano y fuerte es lo que más me impresiona. Su hijo está muy bien y crece totalmente feliz en su estómago. Pero, eso no quiere decir que no necesite de algunos chequeos o sea, confirmar lo dicho -se levanta de la silla y yo puedo respirar tranquila.

-gracias -sonrío con lágrimas en mis ojos.

-bueno, creo que el padre está muy preocupado y hay que avisarle. ¿quiere que lo llame?

Oliver. Si llega a entrar se entera de todo y aunque me hice la valiente hace horas no quiero seguir siéndolo. Lastimosamente aún no estoy preparada.

-eh... ¿Sigue aquí? -pregunto sin poder creerlo.

-si señorita, es más ha estado pendiente de su salud en estas últimas horas. -hace una pausa para después añadir -creo que ya todos los médicos lo conocen ya que no ha parado de preguntar por usted -sonrie con gracia.

Me río al imaginarme la escena.

-Pero si es el padre del bebé ¿por qué no puedo llamarlo?

-este... es complicado, yo...

-está bien, haré lo que tú me pidas -me guiña un ojo.

-por ahora solo dile que estoy bien, que ya se puede ir -digo seria.

-vale.

-espera -la detengo antes que salga -¿cuando me dan de alta?

-bueno si todo fluye bien dentro de dos horas -dice amable.

Asiento y la dejo que se vaya.

Miro a mis lados, solo hay una habitación limpia y vacía. La soledad me atraviesa de nuevo.

Si solo estuviera mamá...

Espera ¡mamá! abro los ojos como platos y como puedo me incorporo de la cama. Me siento en esta y miro al piso, esperando encontrar unos zapatos, pero, no hay nada.

Cierro los ojos fastidiada y apoyo los pies en el frío suelo. Mi cuerpo lo recibe haciendo que se me erice todo.

Camino hasta el cuarto de baño sintiendo ganas de orinar. Entro y lo primero que veo es mi reflejo en el espejo.

-luces tan desastrosa -observo mis mejillas sonrojadas, mis ojos hinchados ya no se ven tanto y mis labios están secos pero siguen viéndose con color.

Mi cabello Castaño oscuro luce un poco húmedo pegándose a los costados de mi cara.

Me apoyo en el retrete, y con cuidado logro sentarme en él ya que todavía siento mi cuerpo adormecido.
Hago mis necesidades y luego con un poco más de impulso logro ponerme de pie y lavarme las manos.

-¿señorita Marshall? -escucho la voz de la doctora.

-vuelvo en un momento.

Termino de lavar mis manos y las seco con papel que encontré a mi lado.

Abro la puerta y me encuentro de nuevo con la doctora pelirroja.

-Le dejo sus cosas para que se aliste para salir.

-¿no iban a darme de alta en dos horas? -cuestiono confundida.

-ob, hubo una excepción. Alguien decidió pagar para adelantar ese proceso -dice con alegría -bueno la dejo, por cierto, Me llamo Lasie Chavens.

Se va dejándome con la palabra en la boca.

Suspiro y empiezo a quitarme la fea bata de hospital. cómo estoy sola aprovecho y me doy una corta ducha ya que siento un poco de barro en mis tobillos. Ya estando lista vuelvo a la habitación y me cambio por lo que tenía ya puesto. Me sorprendió al ver la ropa lavada y planchada.

-¿Qué hospital de lujo pagaste?

Empiezo a ponerme la ropa y cuando estoy lista regreso al baño, a mirarme en el espejo.

-lucías peor Kate, no te preocupes -me digo a mi yo del espejo.

Salgo del cuarto de baño dejando en la silla la bata de hospital. Camino los pasillos encontrándome un poco perdida. Miro a los lados y solo logro ver consultorios, camino derecho hasta que por fin llego al área de recepción, es cuando lo veo de nuevo.

Oh, no se ha quitado la ropa con la que me trajo. sigue con la ropa mojada, aunque, ahora está húmeda. Sintiendo mis mejillas arder de la vergüenza que acabo de pasar con él, me acerco poco a poco hasta que quedo justo al frente de él. Nota mi presencia ya que sus ojos se apartan de su móvil para escanear mi cuerpo completo, cómo asegurándose de que esté bien.

-Señorita Morgan, ¿qué le pasó? Lucía pálida y ojerosa.

Él habla un poco alto logrando captar las miradas de personas a nuestro alrededor.

-señor, ¿podemos hablar en privado?

Él se levanta y empieza a caminar a la salida del hospital, tomo eso como un sí y lo sigo a dónde quiera que vaya. Llegamos a la zona de parqueadero y deja la puerta abierta para que entre, pero me detengo y hago que pare.

-¡espere! -sus manos quedan en la puerta del piloto, su torso se gira hacia mi. Trago saliva, aún con la ropa desaliñada y el cabello todo alborotado no logra de verse tan perfecto.



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En el texto hay: romanace

Editado: 23.03.2024

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