Me enamoré de ti

XIX

A medida que conduce a su hogar, me es inevitable ignorar el nudo que se ha formado en mi estómago. Los nervios me atropellan, estoy en un carro a solas con él y voy a estar en su casa. Del solo pensar que pensaría mi madre al encontrarme en estás circunstancias, Dios.

Llevo las manos a mis ojos queriendo llorar, no puedo creer que haya caído tan bajo, de nuevo, en sus encantos, soy una débil.

Noto como el auto se detiene, pero no quiero dejar de cubrir mis ojos. Soy una cobarde, lo sé, al no decirle lo que está pasando y al no tener el valor de darle la cara.

-Kate... -su voz sale suave, cómo si quisiera remediar el trato de hace horas.

Lentamente aparto mis manos de mis ojos, le miro. Su ceño está fruncido, mostrándome lo muy preocupado que está.

-esto es una locura. No debería estar aquí con usted. Usted lo que debería es estar con su...

-shh -pone su dedo en mis labios, callándome. -no digas más. Si te dije a ti, es porque quiero estar contigo.

-pero no es lo correcto, o ¿usted que cree? ¿cree que me siento bien al ser plato de segunda mesa? pues no, no soy su novia, no soy nada suyo -las palabras salen como cuchillos atravesando mi boca, duele tanto.

Él me mira y odio que no tenga nada que decir, odio su silencio y también odio, que todo lo que dije sea verdad. Dejo de mirarle y miro por la ventana, hemos llegado a su casa.

-me disculpo por hacerla sentir de esa manera, jamás la ví como una chica débil o plato de segunda mesa. -se inclina hacia mi, pero aún así, no aparto mi mirada del pequeño bosque que rodea la mansión. -oye, no quiero que te sientas así. Si te dije que vinieras conmigo, es porque quiero estar contigo.

-¿que hay de tu novia?

¿qué pasa contigo Katherine? ¿cómo se te ocurre preguntarle eso?

-ella en estos momentos está ocupada -mira hacia al frente y yo sonrío con ironía.

-si, ya veo porque me llamó a mi -tomo el mando de la puerta y pra mí sorpresa no está bloqueado. Abro la puerta y salgo de su carro.

El frío aire hace revolotear mis mechones rebeldes, debo lucir desastrosa en estos momentos.

Él se baja también, me indica con la cabeza que lo siga y como no quiero quedarme en este frío, lo sigo. Su hogar es muy bonito, no he entrado a la mansión y ya todo dicta lujo y poder. Me doy cuenta que todo está rodeado de rejas, lo cual me hace pensar que el lugar tiene seguridad. Caminamos hasta que por fin llegamos a la entrada. Empieza a subir los escalones y yo lo hago con cuidado, temiendo ensuciar la baldosa cristalina. La puerta es gigante, es del piso hasta el techo y es negra. Saca de su bolsillo unas llaves y las introduce en la cerradura.

Cuando logra abrir la puerta, me indica que pase primero.

-pasa y ponte cómoda, la servidumbre no está en estos momentos.

Asiento y con timidez doy pequeños pasos hasta lograr entrar al lugar, entro y me quedo estática de pie mirando todo. Wow es hermoso, las decoraciones en negro; el piso de la misma baldosa cristalina de afuera, las paredes de un tono blanco, los candelabros en el techo, colgados de una manera que lo hace ver tan elegante y lujoso. Me siento un poco fuera de lugar e incómoda, siento que si me muevo voy a tumbar uno de los jarrones que está en el estante a mi izquierda junto a un espejo gigante.

-ven -posiciona su mano en mi cintura y me va indicando hacia donde caminar. Hago mover mis pies como puedo, este hombre me va a matar.

Camino y no veo ninguna fotografía de él, su novia o su familia, lo cual se me extraño. Llegamos a la zona de la sala y él me indica que espere aquí. Lo hago, Oliver desaparece por un pasillo, ahora que lo pienso, hay muchos pasillos, espero no perderme aquí.

Toco los muebles ya que no me resisto, son tan suaves, parece que fueran de peluche, de un momento a otro me entra cansancio. Kate, ten control, no puedes dormirte aquí.

Y mucho menos estando con él a solas. Empieza a demorarme y yo me empiezo a aburrir, mis pies me están exigiendo que me quite los zapatos y me tumbe a dormir en el mueble, pero sé que sería muy imprudente de mi parte hacer eso.

Cuando creo que me voy a desmayar del sueño el aparece, disculpándose por la tardanza. Espera, ¿eso es vino?

Los nervios me atacan acelerando mi corazón.

-¿que haces ahí de pie? te dije que podías ponerte cómoda -su voz a mis espaldas me hace sobresaltar.

-lo siento, estaba pensando en otra cosa ¿que decías?

-que te puedes poner cómoda en uno de esos muebles. -señala los cuatro que se encuentran en el lugar.

Asiento tratando de no demostrar mucho mi alegría. Me siento a pesar de que lo que realmente quiero es acostarme. Para mí mala suerte, Oliver se sienta al lado mío y empieza a descorchar el vino. Tragó saliva mirando hacia otro lado.

Meto mis manos en los bolsillos, tratando de buscar el celular, pero no está. Empiezo a sentir ansiedad.

-Oliver -me mira y yo me corrijo -perdón, señor.

-no, no te corrijas. Aquí no somos jefe y empleada.

-ok. ¿sabe dónde está mi teléfono?

-oh si, de hecho lo tengo en el bolsillo de mi pantalón -lo miro esperando que me lo devuelva, él lo saca de su bolsillo y me lo tiende.

-gracias, pensé que lo había perdido.

Él asiente y empieza a servir el vino en las dos copas.

Miro las notificaciones del teléfono y entonces me entra una llamada, abro mis ojos como platos al darme cuenta que es mi madre.

-¿no vas a contestar? -su voz me eriza y asiento rápido antes de contestar la llamada.

-hola madre -cierro los ojos esperando el regaño que nunca llega.

-hola cielo, tu amiga es un amor, me ha tratado de lo más bien. Me dijo que surgieron asuntos en la empresa y por eso no pudiste venir, ¿cómo estás?

Respiro ya que no me había dado cuenta que tenía el aire retenido.

-estoy bien mamá, si, creo que no voy a poder ir a la casa hoy. -siento los ojos de Oliver en mi, atento a mis palabras.



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En el texto hay: romanace

Editado: 03.08.2024

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