Abro los ojos, miro a mi alrededor y no lo puedo creer. De verdad fue real, la escena en el carro, en la sala y cuando no quiso dejarme sola en el pasillo de las habitaciones. Me es inevitable no llorar como una boba.
Me levanto y estiro mi cuerpo. Todo a los lados es simplemente único y elegante; la decoración también es en negro, y hay más cuadros. Me detengo uno en específico, frunzo el ceño a medida que me voy acercando. Mis ilusiones y esperanzas vuelven al piso al ver el cuadro que está frente a mis ojos. Porque no es cualquier cuadro.
En él se encuentra una hermosa mujer semidesnuda, en la cual su cabeza se encuentra empinada hacia arriba; lleva algo blanco cubriéndole, cómo si fuera una sábana. Me detengo en su rostro y sonrío con gracia y admiración.
-si que es guapa -digo sin parar de mirar sus curvas y la perfecta pose que está haciendo la chica.
Y la chica es... Su novia.
Bajo la mirada a mis pies. He caído por no se cuánta vez. Estoy cansada y agotada.
Todo este tiempo fue inútil, sus tratos, sus caricias, el interés tan repentino... Me hace ver que soy una completa estúpida por creer que él estaba interesado en mí.
"tiene una imagen de su novia, ¡reacciona! creés que la tiene por aprecio, pues no. Él la ama."
Trago el nudo que se forma en mi garganta, es ahí cuando la puerta es tocada.
-Kate, ¿estás despierta? -dice Oliver. Su voz suena como si se acabara de despertar.
Permanezco en silencio. Sigo sin poder creer lo idiota que fuí. ¿Cómo pude ser tan ciega?
Oh claro, me mostraron interés por un rato y ya creí que el chico me quería. Es todo una payasada.
-no puedo permitir que esto me siga afectando. Que quiera volver a sus brazos cuando está claro que él no lo quiere estar -susurro y me alejo del cuadro.
Entro en el baño, todo está perfectamente ordenado. Pero es diferente, hay cosas de mujer.
Abro mi boca un poco en shock. Esto ya es pasarse. Lavo mis dientes y me acomodo el cabello como puedo, luego, bajo las escaleras hasta encontrarme con él.
Luce genial, su cabello desordenado negro y ondulado. Lleva el pijama de ayer, solo que esta vez si ha decidido ponerse camiseta. Gracias a Dios.
-buenos días Katherine -su voz ronca me saca de mis pensamientos.
Vuelvo la mirada a sus ojos. Le doy una sonrisa falsa y contesto.
-buenos días, Señor -camino hasta estar de pie a una distancia de más de dos metros.
-¿es en serio? volvemos a lo mismo otra vez. Ya te dije que fuera del trabajo no soy tu jefe -lleva la taza de café a su boca.
-bueno yo le recuerdo que eso es lo que soy para usted. Una simple empleada que puede ser reemplazada en cualquier momento. -contesto secamente.
Oliver frunce el ceño y deja de tomar de su café.
-¿te pasa algo?
Sonrío con burla, es increíble su cinismo.
-no, ¿ya se le acabó su reflexionadera o me quiere tener en su cama?
Caigo en cuenta de mis palabras y hasta me asombro de lo que digo. Pero no digo nada, siento que se lo merece. El silencio es incómodo, parece que estuviera detallando a profundidad mi pregunta. Es molestoso.
Se levanta y viene hacia a mi, pero está vez, soy más inteligente y pongo mis manos en su torso, deteniéndolo. No quiero que continúe, no sé que vaya a hacer mi cuerpo ni como vaya a reaccionar con su presencia.
Cierro mis ojos cuando mis brazos logran flaquear y él logra atraparme. Encarcelándome contra su torso.
-Kate...
Presiono mis ojos con fuerza, no quiero caer. No quiero admitir lo débil que soy ante este hombre.
Ante el padre de mi hijo.
-mirame... -puedo sentir su rostro cerca.
Por un momento tengo el amago de abrirlos, pero me contengo. No debo caer, me dije a mi misma que ya no necesitaba caer ante sus provocaciones.
-por favor preciosa... No seas así conmigo.
-dejame ir... -mi voz se escucha rasgada, cómo si estuviera reteniendo el llanto desde hace rato. Cosa que no es mentira.
-mírame primero y te dejaré ir.
Abro mis ojos y me encuentro con los suyos. Tan azules y profundos como las olas del mar.
-¿me vas a dejar ir? -mis ojos se aguan y sus manos se posan en mis pómulos.
-¿que tienes? ¿por qué estás llorando?
Niego repetidas veces.
-no es nada.
-uno no llora por nada.
-¡joder! te estoy diciendo que no es nada. ¡No todo tiene que ver contigo! no eres el centro del mundo -le descargo todo mi dolor con palabras.
-está bien, no voy a insistir. Pero recuerda que soy tu jefe y por este comportamiento, me temo que me hará tomar cartas en el asunto.
Lo miro incrédula.
-¿estás hablando en serio?
-si, señorita Katherine.
Bajo mi mirada al piso. Noto sus ojos en mi, sé que quiere que lo mire. Que mi atención sea de él, que me muera por él. Pero ya me cansé de ser su juguete, de estar para él.
-¿sabes? -hago una pausa para tomar valor para decirle lo siguiente -ayer cuando me trataste diferente. Cómo la vez cuando nos conocimos en aquella feria, pensé que en verdad te importaba. No sé, soy una imbécil, ¡lo sé! pero, tu comportamiento de ayer, me hizo caer por completo. En tus juegos, en tus estúpidos e ilógicos encantos -esta vez si lo miro, de hecho, soy yo la que me acerco. Lo bastante para quedar a casi centímetros de su pecho. -tus atenciones, tus caricias. Wow, actuó bien señor. -río -y cuando me levanto en esta mañana, ¿que encuentro? un cuadro.
Espero a que me diga algo, pero se queda silencio.
-¡un cuadro de tu novia! ¡idiota!-hago el amago de golpear su pecho, pero no me deja. Toma mis muñecas, posándolas en mi pecho, para después, pegarme a su pecho.
-Kathe..
-mejor haz silencio. Creí que te preocupabas por mi, todo el día de ayer. Que equivocada estaba de ti.
Me doy cuenta de que mis lágrimas han estado bajando todo este tiempo. Pero ya no me importa que me vea llorar, ya no me importa nada.
-las cosas no son como piensas. Puedo explicar lo del cuadro.