Me enamoré de ti

XXII

-bueno, nos vemos luego señor.

Oliver asiente y se va sin mencionar ninguna palabra.

Suspiro de alivio y me muevo hacia el edificio que está al lado mío.

-¡señorita Kate! que alegría verla -el recepcionista me saluda apenas me ve.

-hola Frank, buenas tardes.

-buenas tardes. Señorita justo dejaron esto para usted -me muestra un paquete de una caja pequeña.

-¿quien trajo eso?

-pues un joven. Dijo que le urgía entregárselo, pero como usted no estuvo ayer en todo el día pues, me quedé con él. -se lleva las manos a la nuca.

-¿no era más fácil entregárselo a Bar?

-¿Bar? -pregunta confundido.

-¡si! mi amiga Bárbara.

-ah -se sonroja un poco y yo lo miro confundida. -bueno de todos modos aquí tiene.

-muchas gracias por recibirlo.

-es un placer -me sonríe para después volver a su sitio de trabajo.

Le doy vueltas al paquete y no veo ninguna nota, a lo mejor es que está adentro del paquete. Camino y entro en el ascensor, para mí buena suerte está vacío.

Mientras espero, mis ojos caen en el espejo.

-¡Dios mío! tan mal luzco.

Parezco una enferma; mis ojos hinchados y con ojeras, mi cabello un poco desastroso y la ropa de ayer. ¡Que pena con el señor!

"¿cuál señor?"

Olvídalo.

Las puertas se abren sacándome de mi trance. Camino hasta la puerta, me detengo para sacar mis llaves. Reviso mis bolsillos y no encuentro nada. Empiezo a frustrarme.

Entonces caigo en cuenta de algo.

-¡las llaves se me quedaron en la casa de Oliver! -llevo mis manos con frustración a mi cara.

Quiero alejarme lo más que pueda de Oliver pero ocurre esto y es como, si todo se pusiera en contra de mis planes. Toco el timbre y cuando creo que nadie va a abrir, Bárbara aparece detrás de la puerta.

-¡que ya vo..., pero ¡¿Qué te pasó?! -su rostro me confirma que luzco demacrada.

-es muy larga la historia. Voy a bañarme -entro dejando mi teléfono y el paquete en el sofá.

-oye buenas tardes.

-buenas tardes.

-eh -me detiene cuando voy a entrar a mi habitación.

-¿qué pasa?

-ni creas que no me vas a contar todo el cuento. ¡Me lo merezco por mentirle a tu mamá! -brinca haciendo berrinches como si fuera una niña pequeña.

-está bien, te contaré todo pero antes, déjame tomarme un tiempo a solas.

Me mira boquiabierta cómo si pudiera imaginar todo lo que pasó en 24 horas y luego asiente.

Doy media vuelta y entro en mi habitación. Cierro la puerta y me deshago de mi ropa. Ya estando completamente desnuda camino hasta el baño. No me tomo el tiempo de mirarme en el espejo como siempre lo hago, solo camino de largo hasta meterme en el área de la ducha. Abro la ducha y dejo que el agua fría caiga sobre mi, ni siquiera me molestó en cambiar al agua caliente. Necesito despejarme, sacar los pensamientos así sea con el agua a hielo.

De un momento a otro mis lágrimas empiezan a correr por completo; le conté todo a él, me desahogué estando él presente y aún asi siento como si todo estuviera mal, me siento devastada. No puedo creer que algo me ate a Oliver completamente, yo no quería enamorarme pero fue tan fácil dejarse llevar. Su sonrisa encantadora en esa feria.

-¡en esa maldita feria! -pego la pared con la palma de mi mano.

Y es que si yo no hubiera ido a ella, no lo conocería, solo sería eso, mi jefe. Pero lamentablemente, en la vida no podemos quedarnos con el "hubiera", aunque duela, queme y dañe completamente eso que sientes. Es inevitable querer quedarse con eso, porque a veces solo pensamos en lo que tanto anhelamos y deseamos en esos momentos. Y yo lo deseaba.

Es estúpido querer cambiar las cosas o tratarme de engañar a mi misma, la verdad es que yo sé que mi corazón le pertenece. Aunque sea imposible en estos momentos tenerlo solo para mí.

No quiero dañar ninguna relación, no quiero ser la chica que en un momento a otro salga en los periódicos, culpada por haber roto una relación de personas poderosas. Dejo el agua caer y me resbalo lentamente en el piso, alimenté un pensamiento y esto pasó.

Mi garganta se desgarra y quiero gritar, irme lejos pero una parte de mí solo me dice que lo llame y que me arriesgue. Pero no, no puedo hacerlo.

Soy una cobarde.

Cierro mis ojos y trato de calmarme, ya fue suficiente. No puedo seguir ahogándome en mi miseria, ya no más.

Me concentro en mi respiración, respiro una, dos, tres y hasta cinco veces más hasta que logro relajarme un poco. Entro en un pequeño trance, no sé si estoy soñando, pero el sonido del agua cayendo en mi piel me hace darme cuenta que sigo en el baño.

Pero hay algo; es como si mi mente estuviera bajando a otro lugar que se siente tan lejano pero al mismo tiempo tan familiar.

"cierro mis ojos extasiada. Él no deja de besarme, es como si fuera un dulce postre para su paladar ya que no hay piel que no bese o muerda.

Abro mis ojos pero no le puedo distinguir el rostro a la persona, solo veo su torso. Siento como su rostro se unde en mi cuello y lo chupa haciéndome sacar un gemido en contra de mi voluntad.

-preciosa Kate no te reprimas. -la voz de Oliver suena ronca y excitada en mis oidos y me es inevitable no encogerme debajo de él -es una gloria poder escucharte.

Su boca se funde con la mía, hambrienta, deseosa de mi, de probarme y degustarme, demostrando sus ganas, demostrando lo mucho que me desea.

Se separa de mí y mi ceño se frunce en forma de reclamo.

-esto está muy mal.

-eres un imbécil, solo querías provocarme -hago el amago de levantarme pero su cuerpo no me lo permite, ya que atrapa. Haciéndome caer en la cama con él encima mío.

-no creas que lo que hago es solo por provocación. Te deseo joder, ¿que no entiendes? Te deseo hoy en esta noche.

Sus palabras hacen que apriete mis piernas producto de la excitación que se extiende por mi cuerpo. No puedo soportarlo, también lo deseo y en estos momentos no me importa el idiota de Lucas.



#12370 en Novela romántica
#2428 en Chick lit

En el texto hay: romanace

Editado: 03.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.