Me enamoré de ti

XXV

Salgo de la empresa y las personas que caminan por ahí me quedan mirando (a lo mejor solo son ideas mías). No presto atención y camino hasta que me encuentro con un parque que tiene seguridad. Me siento en una de las bancas y procedo a realizar la llamada.

-por favor contesta -le suplico al teléfono.

Dos, tres, cuatro tonos...

-su llamada ha sido transferida al buzón de mensaje. Intente comunicarse más tarde.

Cuelgo y miro a la nada. Los únicos que estamos en el lugar somos el vigilante y yo, todo está vacío. Me siento frustrada, confundida y angustiada.

Sé que todas estas emociones no le hacen para nada bien a mi bebé pero, es inevitable no sentirse así. Todo lo que ha ocurrido en tan solo un día, es agobiante. Me levanto de la banca y camino a la salida, saludo al vigilante y salgo del parque. No sé que hacer ahora, se supone que debería estar trabajando en la empresa... Ahora resulta que no tengo empleo. Camino hasta la parada de autobuses, voy a regresar a casa.

Me siento en la banca y espero hasta que visualizo al autobús a unos cuantos centímetros de mí. Cuando se está acercando, espero a que se detenga y entro al abrirse las puertas. Pago el pasaje y me siento en la primera silla vacía que encuentro.

Veo como los carros, personas y todo alrededor pasa frente a mis ojos, a lo que me concentro en mis pensamientos.

No puedo creer que haya tenido el descaro de avisarme de la junta, para después mandar a la recepcionista que me dijera que ya no trabajo en su empresa. Cierro mis ojos, solo quiero paz, así sea por un instante.

Abro los ojos y veo que ya estoy llegando, me levanto de la silla y camino hasta la zona trasera del autobús para luego presionar el botón, que indica al conductor detenerse. Bajo los escalones y salgo completamente del vehículo. Miro el edificio sin saber muy bien si entrar o no. Mi madre estará furiosa y yo me siento desestabilizada en todos los sentidos.

-hola Frank -miro por un momento al chico que me abre la puerta.

-señorita Katerine, ¿sucede algo? -su ceño se frunce.

-sucede que han pasado muchas cosas Frank, pero no te preocupes por eso. Puedo con esto -le muestro una sonrisa de labios cerrados.

-¿es sobre la caja? -su pregunta me deja desconcertada. Él lo nota y dice lo siguiente -me refiero a la caja que le entregué.

-ah -rio nerviosa -la caja. Perdón es que con tantas cosas, me olvidé de ella. ¿Seguro que no sabes quién la dejó?

Observo directamente sus ojos buscando un apice de nerviosismo o duda, que pueda indicarme si lo que dice es verdad.

-bueno, si le soy sincero el paquete lo dejó un hombre.

-¿Qué hombre?

-no lo sé. Yo solo sé que es un chico.

-mm bueno, gracias por todo Frank.

-es un placer -me dice y sigo lo camino hacia el ascensor.

Presiono el botón y espero por unos cuantos segundos. Luego de un rato, estoy frente a mi apartamento. Voy a buscar las llaves de este pero recuerdo el percance que tuve con ellas.

-¡estúpido Oliver! No sabes cuánto deseo odiarte -toco la puerta repetidas veces.

-oye cálmate, así no vas a lograr que te escuche tu novio -paro al darme cuenta que estaba casi tumbando la puerta.

Me volteo hacia la persona y descubro que se trata de una chica de mi misma estatura; rubia, de ojos azules y tez blanca.

-hola ¿te conozco?

-no, de hecho nadie me conoce. Soy nueva en el edificio, justo me mudé ayer. Oh, soy Amelie.

-un placer, Katerine -le sonrío con amabilidad.

-bueno creo que debería irme.

-¿por qué?

-pues... Creo que deseas estar sola.

Me quedo pensando un momento en sus palabras.

-quiero estar sola pero a la vez distraerme.

-¡entonces yo soy muy buena en eso! ¿Ya conociste la nueva peluquería de la comunidad? Justo ayer me acabo de hacer este tono -dice con efusividad lográndome contagiar de ella.

-no, no he tenido tiempo para eso.

-¿te parece si vamos ahora?

-me encantaría. Pero, no es el momento.

Su cara luce decepcionada apenas las palabras salen de mi boca.

-está bien, espero que podamos ir juntas algún día. Mi piso es el 7 -saca una libreta y empieza a anotar algo en esta. -ten, mi número telefónico por si cambias de opinión hoy -acepto el papel que me entrega.

-gracias, eres muy amable.

-tu también. Hasta luego Katerine -dice para luego desaparecer por los pasillos.

Miro el papel en mis manos y justo abren la puerta del departamento. Me encuentro con el rostro serio de mi madre apenas me ve.

-¿Qué haces aquí? -es lo primero que dice cuando sus ojos se posan en mí.

Entro rápidamente a la casa y dejo mis cosas.

-antes que nada quiero decirte que ni yo entiendo toda esta situación -la miro con advertencia.

Ella cierra la puerta y su cuerpo gira hacia mí.

-cuenta de una vez por toda, no te estoy entendiendo nada de lo que me estás contando.

-me despidieron -digo con tristeza y mi madre se lleva la mano a la boca sorprendida.

-¿cómo?

-pues eso, me botaron del trabajo ya no tengo empleo -voy a la cocina y me sirvo un vaso de agua.

Empiezo a beber y escucho a Teresa.

-pero ¿por qué? cómo dejaste que te sucediera eso Kate. ¡No puedes permitir quedarte sin trabajo ahora! Estás embarazada, tu...

-lo sé -la corto -no me dieron ninguna explicación, simplemente mis datos no aparecieron en la empresa. Yo... solo aparecí como si nunca hubiera trabajado en ella -termino de beber frustrada.

-esto es grave, y ¿Hablaste con tu jefe?

-lo llamé pero no me contestó, a lo mejor estaba ocupado con la cosa de la junta.

-no lo sé hija, pero todo esto está raro. Se me hace que alguien no quiere que estés allí.

-no, es absurdo madre.

-claro que no -se sienta en la silla del comedor. -si te pones a pensar con cabeza fría, ¿No creés que el primero en avisarte sobre tu despido sería tu jefe?

Analizo lo que dice y tiene razón. Todo esto es muy raro y más si Oliver no me dijo nada.



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En el texto hay: romanace

Editado: 23.03.2024

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