Su aroma me envuelve, cómo si de un embrujo de sirenas se tratara. Muero por tocarla, acariciarla y ver si su piel es tan suave como me la imagino. No sé si ya se durmió, solo observo sus ojos cerrados y las largas pestañas cafés que los decoran, es hermosa.
Hace rato que cerré los ojos y traté de conciliar el sueño, pero este no llega, se empeña en esfumarse para así torturar mi estúpido presente. El verla frente a mis ojos y no poder darle un abrazo o llenarla de besos hasta el cansancio, y es que hay algo que me frena, más bien, alguien que ronda por mi mente también y me controla para no dejar todo a un lado y arriesgarme. Estoy abrazándola con mi cabeza enterrada en su cuello, escucho su respiración, suave y pausadamente. Aunque, si la estoy sintiendo y la puedo apreciar, ojalá fuera en otras circunstancias en las que no haya tanta barrera entre los dos, en la que los dos seamos unos completos extraños que se acaban de conocer.
Y sobretodo, no haya un hijo en medio de nosotros.
De solo pensar en el bebé hace que una emoción extraña se retuerza en la boca de mi estómago, ¿buena o mala? aún no sé. La suelto y me coloco boca arriba, mirando el techo. Ella se remueve un poco, tal vez buscando el calor que hace segundos tenía, se acurruca más con la sábana hasta volverse a quedar dormida. Yo por mi parte, me quedo con las ganas de querer volver a estrecharla en mis brazos y el remordimiento en mi cabeza que no me deja hacerlo. El remordimiento de que le estoy jugando muy sucio a Hanya, que no se lo merece.
Cierro mis ojos y trato de dormirme. Poco a poco, mi respiración se va ralentizando hasta quedar sumido en un profundo sueño.
El sonido de la cadena de un inodoro me despierta. Lo primero que ven mis ojos son las sábanas desordenadas y al lado mío, la cama vacía. Paso la mano por mi cabello negro peinándolo, imaginando que en el baño está Kate.
Mis sospechas se confirman ya que ella sale por la puerta y sus ojos decaen en mí. Luce ojerosa y pálida, en sus ojos ya no está el brillo que siempre le veo y su aspecto luce cansado.
-¿estás bien?
Ella asiente y empieza a acomodar las sábanas de la cama.
-si quieres puedes darte una ducha y utilizar mis implementos de aseo -su respuesta luce fría y cortante.
Me pregunto que hice mal para que me responda de esa forma.
Me levanto y le hago caso, entro al baño y veo sus productos de aseo. Me cepillo los dientes con un cepillo de repuesto que casualmente encuentro en la parte de arriba del lavamanos. Termino y me doy una ducha. Al terminar, envuelvo una toalla en mi cintura y para no molestarla, decido cambiarme aquí.
Salgo del baño y encuentro la habitación perfectamente organizada y limpia. Hay una nota en la cama, me acerco y la tomo para leer lo siguiente:
"Buenos días señor, sé que quiere hablar conmigo y aclarar las dudas con respecto al bebé. Le pido que se vaya y nos reunamos en otro sitio más conveniente. Ya yo cumplí con mi trabajo, ahora le sugiero que me deje en paz y deje de buscarme. Atte: Katerine M."
Arrugo la hoja, hasta convertirla en una pequeña bola. Es increíble lo terca y difícil que es a veces, pero, esta vez no se va a salir con la suya, me va a escuchar y no me voy a mover de su habitación hasta que oiga todo lo que tengo por decirle. Recojo mi celular del piso y reviso las notificaciones. Cómo costumbre, las llamadas perdidas de mi novia son lo primero que salen. Marco su número y lo llevo a mi oído, esperando que conteste la llamada.
-¿cariño?
-Hanya, perdón por irme sin avisarte, surgieron unos cuantos inconvenientes y tuve que venir a resolverlos.
-está bien, no te preocupes. Lo importante es que estás bien y con salud.
-¿estabas preocupada, verdad? -me llevo la mano al puente de mi nariz.
-por supuesto que si, es la primera vez que te marchas así, sin darme ninguna explicación. Pensé... lo peor -noto cómo su voz se rompe y yo aprieto mis puños, por ser el causante de sus lágrimas.
-Hanya no llores, ya te expliqué y nuevamente te pido disculpas por preocuparte mucho ayer.
-¿Cuándo regresas? -pregunta con esperanza.
-no lo sé, apenas termine de solucionar este problema, regreso al apartamento.
-entonces espero que termines pronto. Te amo cari.
-también, adiós.
Cuelgo la llamada y volteo a la puerta. Me congelo al encontrarme con la figura de Katerine con las mejillas sonrojadas y los brazos cruzados, sus ojos están aguados y me preparo mentalmente para su explosión. Cosa que no llega, solo me mira sin expresión, pero cuando la miro directo a los ojos, siento que quiere decirme muchas cosas.
-¿no te enseñaron que escuchar conversaciones ajenas es malo? -alzo la ceja en su dirección y ella entra poniendo seguro a la habitación.
-se dice buenos días y para tu información, esta es mi habitación, por lo que no tengo que pedirte permiso para entrar -camina hasta posicionarse de pie frente a mis ojos.
-¿Qué es esto? -le muestro la bola de papel.
-una carta diciendo que te largues, ¿Qué no la leíste? -responde seca.
-la leí y no me voy a ir -camino hasta ella, logra apartarse y caminar hacia atrás pero, su espacio se reduce porque consigo acorralarla para que no escape.
-yo quiero que te vayas -dice angustiada, con el ritmo cardíaco alterado.
-tranquila -toco su brazo pero lo aparta inmediatamente.
-no me toques.
-está bien, pero quieras o no me vas a escuchar porque aunque no lo creas, me preocupo por ese bebé que es mío tanto como tuyo -digo sin pensar.
-ya te dije que...
-y yo te dije que no me voy a ir de aquí hasta que me escuches -me susurro poniendo un pedazo de cabello detrás de su oreja.
Sus hermosos ojos avellana, se quedan expectantes, esperando que hable de una buena.vez por todas.
-no estás sola Katerine.
-lo sé, tengo a mi madre y mi amiga. -sonríe y añade: -ah y también tengo a Marco, que se ha completado como un total caballero conmigo.